-¡¡¡Eduard querido!!! ¿Qué hace barriendo papel picado y serpentinas? ¿Hubo una fiesta acá en el bar o se va a dedicar a barrendero?
-No, mi estimado. Se acabó la fiesta…
-¿Qué fiesta? ¿Acá en el bar?
-No, me refiero a un lugar en el que se estaban haciendo ruidosas fiestas y los vecinos se quejaban.
-¿Qué lugar?
-Un lugar que ya se alquilaba en 1816…
-¿Quién lo alquilaba?
-Francisca Bazán de Laguna.
-Ah, ¿se refiere a la Casa Histórica? ¿Ya no se harán más fiestas allí?
-Al menos eso es lo que me dijeron, aunque no hubo todavía un anuncio oficial.
-¿Quién se lo dijo?
-El director de nuestro diario.
-¿Manuel Rivas?
-Sipi.
-¿Qué es lo que le dijo?
-Que la noticia publicada por Diario Cuarto Poder le llegó a oídos al ministro de Cultura, Pablo Avelluto, y que éste le dio un corte definitivo a las fiestitas en la Casa Histórica.
-¿En serio?
-Sipi.
-¿Y por qué aún no se publica?
-Justamente porque no hubo una confirmación oficial, pero la cosa pasó porque los vecinos no iniciaran una cruzada contra los ruidos molestos en ese monumento histórico…
-¿Se refiere al ruido de rotas cadenas?
-¡¡¡No sea zopenco!!! Me refiero a los ruidos molestos de las fiestas que se hacían en el tercer patio de la Casa Histórica.
-Lo sé, nada más que lo estoy jodiendo. Me gusta verlo cuando se sulfura…
-Ah, ¿resulta que ahora soy payaso suyo?
-Como dice usted: sipi.
-Mire, no se haga el pícaro que le saco urgente el archivo…
-No se me lo enoje, pago el cafecito con medialunas saladas, ensalada de frutas, yogurt, jugo de naranja y vaso grande con soda.
-Bueno, lo perdono.
-Pero antes dígame: ¿quién organizaba las fiestas?
-Me dijeron que se trata de una comisión de amigos o algo así.
-¡Qué amigos!
-No todos son como usted, mi estimado…