Llorando y asqueada, una adolescente de 14 años se presentó ante la policía de la localidad santiagueña de Matará, para implorar ayuda: “Estoy cansada de que mi padre me viole”, reveló ante el estupor general de los funcionarios.
“Necesito ayuda. Mi madre le tapa todo”, continuó. Los reflejos de los uniformados fueron rápidos. Mientras la adolescente cubría con las manos su rostro surcado por lágrimas de desolación, un funcionario la llevó a un lugar privado. “Hace años que me hace esto. Estoy harta de todo. Por favor, ayúdeme”, reiteró la jovencita a los policías.
El oficial de turno llamó por teléfono y alertó a la fiscal Jésica Lucas. Tratándose de un delito de efectos multiplicadores, la fiscal puso en marcha el protocolo: protección absoluta a la víctima y asistencia con médicos, por tratarse de un lugar distante.
Matará es una localidad ubicada en el cruce de las rutas provinciales 56 y 21, a 6 kilómetros del río Salado, distante más de 250 kilómetros de la capital de Santiago del Estero.
Pese al hermetismo general, trascendió que detrás de la joven llegó corriendo su madre. “Esta chica es una mentirosa”, habría señalado, acentuando aún más la tristeza en su hija. Los policías prosiguieron con el protocolo y un médico, horas después, confirmó que el cuerpo de la adolescente era una muestra genuina de abusos y maltratos.
Sin perder tiempo, la fiscal requirió la detención del sujeto acusado, que en menos de media hora fue refrendada por la jueza de Género, Cecilia Laportilla.
El individuo ya fue apresado e imputado por los delitos de “abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo” y no se descarta que le sean agravados aún más los cargos, por los maltratos a la menor.