Santiago Pintos, estudiante de Educación Física de 25 años, sintió en la madrugada del lunes que la muerte lo tenía atrapado. Lo dominó el espanto de pensar que esa noche en la que salió a recrearse un rato con su hermano podría haber sido la última. Mientras una patota de cinco rugbistas lo golpeaba a patadas y puñetazos, solo intentó evitar que los impactos no lo desvanecieran o causaran una lesión mortal. “Sentía una andanada de golpes por todas partes. Me cubría la cabeza principalmente. Estaban ensañados conmigo. Mi hermano trató de defenderme. Pero los tipos eran robustos y estaban enloquecidos”, contó Santiago.
“Todo lo ocurrido es inexplicable. A los cinco tipos que me agredieron no los conocía, nunca había tenido trato con ellos y ni sabía que eran de aquí”, añadió. El ataque del que fue víctima el joven se desencadenó alrededor de las 2 del lunes pasado. Fue a la salida del bar-pub La Bodega, de Concepción, ubicada por calle Moreno, entre Roca y Colón. Está a escasas cuatro cuadras de la plaza principal. La víctima primero fue abordada por los agresores en el interior del local y luego a la salida, cuando se disponía regresar a su hogar.
A causa del ataque sufrió traumatismos, lesiones y hematomas en diferentes partes del cuerpo. Fue asistido en el hospital “Miguel Belascuain” horas después del incidente. De la patota escapó providencialmente. En el caso interviene la Unidad de Decisión Temprana, a cargo del fiscal Miguel Varela. En la denuncia hecha por la víctima consta que fue atacado por un grupo de cinco jóvenes de entre 19 a 24 años.
De acuerdo al parte de prensa del Ministerio Público Fiscal, los agresores serían integrantes del club Huirapuca y dos de ellos serían hijos del concejal Adolfo Saracho. Varela informó que durante la mañana Pintos se presentó en las oficinas del Ministerio Fiscal y amplió su declaración sobre lo ocurrido. El agredido fue examinado por un perito del Cuerpo Médico Forense del MPF, constatando las heridas sufridas durante la brutal golpiza.
El fiscal precisó que se encuentra analizando las imágenes captadas por una cámara de seguridad con el fin de identificar fehacientemente a los cinco atacantes. La causa fue caratulada provisoriamente como “lesiones leves agravadas por el concurso de dos o más personas, en concurso real con el delito de amenazas”. El abogado Gustavo Geria, que representa a Pintos, no descartó la posibilidad de que la calificación del hecho pueda modificarse y quedar como “lesiones en riña o banda”.
Secuencia de la barbarie
Pintos estaba en una mesa de la planta alta del local con su hermano mayor. Había salido a distraerse un poco. “Compartíamos una bebida cuando se acercaron los tipos a increparme sin motivos y amenazarme de que me iban a tirar desde el balcón. Uno de ellos decía que supuestamente había golpeado a su hermano. Y nada que ver porque no los conocía y nunca había tenido problemas con nadie”, contó Santiago.
El joven pensó que el episodio había sido producto de alguna confusión y que no iba a pasar a mayores. “A la salida me patotearon entre todos. Me tiraron al suelo e incluso arrastraron hacia la calle. Cualquier vehículo pudo pasarme por encima. Soy consciente de que me podrían haber matado o dejado en cama de por vida”, apuntó.
EL LUGAR DEL HECHO. El local está habilitado como bar, pero funcionaría como boliche.
“No había seguridad en el lugar ni nadie intervino para defenderme. Tras lograr zafar de la situación, nos fuimos a casa. Me dolía la cabeza terriblemente. Quería que me llevaran al hospital, pero mi hermano decía que no porque los salvajes nos podían estar esperando para seguir agrediéndonos” relató.
Santiago se fue a dormir dolorido. “Lo hice con el temor de no saber si iba a despertar con vida. Al amanecer recién fui a hacerme atender. Tengo una mandíbula rota. No puedo ni comer. Además me diagnosticaron traumatismos y lesiones en los brazos, piernas y me faltan estudios para saber si no tengo daños en otras partes internas del cuerpo. Ahora tengo que estar en la cama todo el tiempo”, precisó.
Pintos espera que la justicia actúe con el máximo rigor ante lo sucedido. “Lo que me pasó a mi le podría haber pasado a cualquier otro joven. Estos tipos estaban dispuestos a matarme. No se puede admitir este tipo de violencia. Afortunadamente en tribunales se está haciendo todo lo que corresponde. Las cosas están bien encaminada” sostuvo.
Valoró las importantes expresiones de solidaridad que recibió de distintos sectores de la sociedad. “Es fundamental el repudio social a todo tipo de violencia. Y la acción rigurosa de la justicia. Que el agresor sepa a lo que se tiene que atener antes de actuar”, concluyó.
fuente: lagaceta