Sucedió en la capital tucumana, la agresora usó gas pimienta y la víctima sufrió varias lesiones: “Me quemaba la piel. Comencé a tener dificultad para respirar, náuseas, no podía ni abrir los ojos”.

Johana Loto tiene 33 años, vive en San Miguel de Tucumán y la tarde del sábado pasado fue víctima de una agresión mientras conducía su moto por las calles del centro de la ciudad capital. La conductora de un automóvil la acusó de haber rozado con la moto su espejo retrovisor, tras lo cual la persiguió durante varias cuadras y, al alcanzarla, le cruzó el vehículo, la insultó y la roció con gas pimienta. La violenta reacción terminó con la motociclista con lesiones en su rostro, brazos y pecho, e irritación en los ojos.

Tras ser asistida, Johana hizo la denuncia y ahora espera que la Justicia actúe: “No es la primera vez que esta mujer ataca a personas con gas pimienta, alguien así no puede estar suelta por la calle”.

Todo comenzó alrededor de las 19.20 del sábado último. Según relató en sus redes sociales, Johana se encontraba en ese momento circulando por la calle Ayacucho y, como antes de llegar al semáforo de Crisóstomo Álvarez el tráfico estaba detenido, acomodó el espejo de su moto para pasar “lentamente” por al lado de un auto Peugeot 3008 negro.

“Cuando el semáforo da el verde, doblo hacia Crisóstomo y una cuadra después me aparece esta desquiciada de 48 años, más o menos, robusta, insultándome y diciendo que con mi espejo toqué el espejo de su vehículo, cosa que jamás pasó”, contó la víctima.

Johana al momento de ser asistida en el Hospital PadillaJohana al momento de ser asistida en el Hospital Padilla

De acuerdo a su relato, ella negó el golpe y le respondió que si hubiera sido así, “le hubiera pedido disculpas, a pesar de que estaba perfecto su retrovisor”. En consecuencia, Johana retomó la marcha. Pero el violento episodio no terminó allí. La automovilista la siguió y al ponerse a la par, la insultó y la amenazó de muerte. Al llegar a Crisóstomo Álvarez 321, a unas siete cuadras de donde comenzó el altercado, la quiso chocar.

“Me tira el auto impidiendo mi paso y yo empiezo a tratar de orillarme para no caer. Mientras, en su mano tenía preparado el gas pimienta”, recordó Johana. Y continuó: “Gritaba sacada, diciendo ‘tomá, culiada’. Yo tenia puesto mi casco, lo que me ‘ayudó’ a que no sea peor. Al frente del lugar había un agente de Tránsito, quién le grita que se detenga, le toca el silbato y ella huye”.

La agresión le ocasionó lesiones en el rostro, los brazos, el pecho e irritación en los ojos. “Me quemaba la piel. Comencé a tener dificultad para respirar, náuseas, no podía ni abrir los ojos”, detalló. Varios testigos la asistieron de inmediato. Como la ambulancia demoró en llegar, uno de ellos la subió a su camioneta y la trasladó al Hospital Padilla. Allí le hicieron el lavaje y le colocaron inyectables, suero y crema para quemaduras. “Estoy con gotas, ya que tengo mis ojos irritados y con crema por las lesiones en la piel”, dijo.

En su muro de Facebook, calificó a la conductora del Peugeot como “una psicópata” que la persiguió “hasta lograr su objetivo de dañar”. En diálogo con medios locales, dijo que ya fue identificada y que vive cerca de su domicilio.

Le pido a la fiscalía que me llame cuánto antes a declarar, tengo información por parte de los vecinos de que no es la primera vez que esta mujer ataca a personas con gas pimienta, alguien así no puede estar suelta por la calle”, alertó. La causa está en la Fiscalía de Decisión Temprana.

Por otra parte, en el posteo de Johana aprovechó también para agradecerle a quienes la ayudaron: “A pesar de este mal momento vivido, tengo que destacar a las personas que se solidarizaron conmigo. A Ariel, que me guardó mi vehículo en su guardería, mientras Coco me llevaba a toda velocidad en su camioneta al hospital. Al chico del 107, que me dijo su nombre pero no lo recuerdo y que a pesar de que había terminado su horario laboral, se bajó a socorrerme. A Yamile, que estaba en la parada del colectivo viendo la situación, llamó a mi familia, se hizo cargo de mis pertenencias y me acompañó desinteresadamente al hospital”.

“Estoy hablando de personas que no me conocían y con corazón gigante, que no dudaron en ayudar. Por ayudarme, varios de ellos se vieron perjudicados por el producto que tenía en mi cuerpo y comenzaron con reacciones. La gente de bien somos más que la mujer maligna con la que me crucé”, concluyó.

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