—¡¡¡Eduard querido!!! ¿Qué hace con ese gorrito de cumpleaños y rodeado de globos rojos? ¿Acaso es su cumple y por eso me citó al bar?
—No, mi estimado amigo. Ya no cumplo años hace tiempo.
—La verdad que le conviene…
—No se haga el pendejo que, si le ponemos todas las velitas a su torta de cumpleaños, vienen los bomberos.
—Bueno, no se me lo sulfure Eduard, que le puede venir algo.
—No me haga calentar que hoy es un día de fiesta.
—¿Quién es el cumpleañero?
—No es una persona.
—¿Qué cosa celebramos entonces?
—Celebramos los primeros seis años de Diario Cuarto Poder.
—¡Qué bueno, Eduard querido!
—Ya viene nuestro director, Manuel Rivas, y los muchachos para que piquemos algo y brindemos.
—¿Y yo estoy invitado?
—¡¡¡No sea zopenco!!! Usted forma parte del staff y hasta los pibes más jóvenes participarán del brindis junto a los más veteranos.
—Eso es bien democrático.
—Por supuesto.
—¿Podría aprovechar la oportunidad para pedirle al director que ponga mi nombre en la columna que comparto con usted? Ya no quiero ser partenaire de nadie…
—¿Cómo de nadie? ¡Usted es partenaire nada más y nada menos que de Don Eduardo!
—Bueno, en eso tiene razón, pero quiero algo más de protagonismo.
—No le conviene.
—¿Por qué?
—Porque más de uno nos quiere fajar por lo que hablamos acá en el bar.
—Está bien, lo bueno de este festejo es que hoy no voy a gastar nada en el bar.
—Justamente pensé en eso temprano.
—Pensó.
—Sipi.
—¿Y qué hizo después de pensar?
—Me pedí un desayuno completo a su cuenta.
—¡¡¡Ya me jodió de nuevo…!!!