Legislador Ariel García
Legislador Ariel García

“Pero no dejen que en las apasionadas luchas del interés, se consuma del todo la idealidad que nos ha mantenido unidos hasta hoy, trancen lo menos que puedan con la realidad… hay que ser radicales en todo y hasta el fin”. Hipólito Yrigoyen.

El 12 de octubre pasado, se cumplieron 100 años desde que Don Hipólito asumiera la presidencia de la Argentina por primera vez para el radicalismo, pero también, por primera vez, tuvimos un presidente legitimado por el voto popular, haciendo de la democracia una realidad social y de la representatividad uno de los ejes centrales del sistema político. Basta recordar que el carruaje que lo conducía a Casa de Gobierno fue desenganchado por la muchedumbre, que lo llevó a pulso hasta el destino. Era el propio pueblo, con su fuerza y unión, el que honraba a este presidente surgido de una lucha que se había iniciado mucho antes, para combatir la corrupción enquistada en el poder.
Democracia, voto popular (la posibilidad de participar de todos) y sistema político legitimado por dirigentes representativos. Todo esto resume la larga lucha iniciada en la Revolución del Parque, la lucha por la soberanía popular: fundamento de todas las instituciones que ordenan la vida de una sociedad. Esta fue la primera historia del radicalismo, su primera gran cruzada.
Coincidió con este aniversario, la decisión del radicalismo tucumano, de decidir mediante el voto de sus afiliados (internas), luego de 20 años, quiénes serían los responsables de la conducción partidaria durante los próximos dos años. Por la relevancia de los dos hechos en la vida partidaria, no podíamos dejar de hacer un paralelismo para expresar nuestras ideas.
Fue un hecho democrático contundente en su formulación, pero penoso en su desarrollo y ejecución. Denunciamos antes del comicio, prácticas clientelistas que no sólo son lamentables entre “correligionarios”, sino que afectan a la calidad democrática del partido como institución de la República. Pero que quede claro: la interna no fue un problema personal entre dirigentes, hubo dos proyectos políticos que se enfrentaron para definir sus diferencias mediante la democracia interna.
Las diferencias personales se traducen en política bajo la lógica de los personalismos: las ideas dejan de ser un proyecto y se reemplazan por una persona y por el culto a la personalidad de ese líder. Las diferencias políticas enriquecen a un espacio político bajo la lógica de la participación y la construcción común, alimentan la democracia porque sustentan proyectos colectivos.
Nuestro proyecto fue el partido para todos y para que todos hagamos radicalismo, para devolverle a la Unión Cívica Radical el protagonismo que siempre tuvo, para que deje de ser furgón de cola del PRO dentro de cambiemos y se alce sobre sí mismo para recuperar su protagonismo y crezca para gobernar Tucumán y la Argentina, no para ser el brazo fiscalizador de fuerzas sin estructura. Queremos un partido guiado por la utopía de gobernar, de gobernar como los radicales siempre lo hicimos: al lado del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. El radicalismo es para la gente, no para utilizar a la gente o engañarlos en tiempos electorales.
Nuestro proyecto fue aspirar a la conducción del radicalismo tucumano para devolverlo a los afiliados, a los radicales, para que el partido se gobierne a sí mismo para entregarse al servicio de la lucha social contra todas las formas del privilegio y de la opresión.
Dimos la cara con nuestro candidato al frente, militando día y noche por toda la provincia, no empapelamos la capital los días previos a la elección con otra cara mejor peinada, como si fuera una figurita, por que escondía el rostro de quien metió la cola en la interna de la UCR.
No quisimos tranzar con la realidad de la comodidad que nos ofrecieron, preferimos ser radicales en todo y hasta el fin, recuperar la intransigencia que nos dio origen y plantar bandera para decir que hay otro radicalismo que es el que no se entrega.
Algunos embriagados por triunfo que le dío el oportunismo sostendrán que ganaron una elección internas con el 80% de afiliados que decidió no participar de los comicios internos, nosotros sabemos que ganó el partido porque hubo un 40% que votó por la alternativa. Ganar no es un hecho aislado, es consecuencia de un proceso de construcción colectiva.

Legislador Ariel García.

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