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Por Fabián Seidán – Diario Cuarto Poder / La subida del dólar, la inflación y los cambios en el Ministerio de Economía de la Nación, pusieron al sector comercial en alerta máxima y en su afán por “salvar la ropa” están generando una severa crisis de desconfianza, al guardar productos, no reponer las góndolas y remarcar los precios. Crece la histeria colectiva y el consumidor paga los costos.

Paranoia comercial

El país vive una severa crisis de desconfianza con una inflación por las nubes, un dólar que trepa y no tiene techo y la falta de un plan económico que indique realmente por dónde va la economía, han creado un estado de shock en la gente y principalmente en el sector comercial que, por estas horas, se muestra reacio a vender y prefiere guardar los productos antes que exponer y reponer.

Como Tucumán no es una isla, sufre también los avatares de esta vorágine de desconfianza que está llevando a la ciudadanía a volcarse de lleno a los supermercados para acopiar la mayor cantidad de productos alimenticios, de aseo personal y limpieza, para evitar las nuevas subas o faltante de los mismos en los próximos meses (o días).

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En los supermercados la gente busca acopiar mercaderías antes de que suban sus precios o peor, falten.

Acaparando mercaderías

La gente recurre a los grandes supermercados y mayoristas en busca de café, azúcar, leche entera, yerba mate, edulcorantes, galletitas dulces y saladas, mermeladas; arroz, fideo, conservas, aceitas, sal y polenta. También busca papel higiénico, rollo de cocina, alimento para mascota; detergentes, lavandina, jabón para lavar, dentífrico, pañales, desodorantes y jabón para la cara. Otros, más pudientes, buscan también subir al “changuito” algunas bebidas alcohólicas y gaseosas.

No es el fin del mundo, pero muchos desconfían del futuro económico del país y temen que en los próximos meses ocurra lo mismo que pasó en Venezuela, donde la gente se vio envuelta en un  desabastecimiento masivo de productos de primera necesidad.

¿Dónde radica el temor? Por ejemplo, en la falta de combustibles (gasoil) que de la nada comenzó a escasear en los surtidores sumiendo al transporte y al campo en una severa crisis. En el cierre de las importaciones; en la subida del dólar y depreciación del peso argentino.

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En las tiendas de artículos deportivos faltan productos y lo que se exhibe tiene precio elevado.

Vender lo mínimo

En ese contexto, el comercio minorista se muestra reacio de vender y los que abren sus puertas venden lo mínimo, a un precio más alto, con el sólo objetivo de contar con algo de dinero para poder pagar los sueldos a los empleados y demás costos del negocio.

Por ejemplo, salir a comprar un par de zapatillas o botines de fútbol, en una casa equis de indumentaria deportiva, puede resultar un dolor de cabeza: no hay, y si hay se vende a un precio altísimo, los productos son escasos y no hay talla. Se cree que hay orden de “guardar” los productos hasta que se estabilice la economía y el valor del dólar. Además, por lo bajo, aseguran que se esperan fuertes aumentos.

La renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía y el ingreso de Silvina Batakis en su reemplazo, desató una fuerte crisis en el gobierno que impactó fuerte en la cotización del dólar “blue” y en los precios del comercio. Hay mucho temor por lo que vaya a hacer la nueva ministra.

Futuro incierto

Tanto supermercadistas como almaceneros de barrios reconocen que debieron usar la lapicera para remarca los precios ya que no saben si con el valor actual de la mercadería podrán reponer nuevamente sus góndolas.

Fernando Aguirre, reconocido dirigente supermercadistas, reconoció que “Nadie quiere quedar descolocado en precios porque puede perder mucha plata en pocas horas”. Y acotó: “Que los aumentos se van a sentir en las góndolas no se tiene dudas”.

Asimismo, reconocen que la suba del dólar siempre termina impactando en el precio del consumidor final, como ocurre cuando aumenta el combustible.

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Los materiales de la construcción se venden con sobreprecios. También faltan productos.

También la construcción

Construir hoy en Tucumán resulta un dolor de cabeza: es un 30 o 40% más caro que hace un mes y, en muchos casos, no hay materiales o bien no tienen precio, por lo que la venta al público está prácticamente cancelada.

Hace unos días, Jorge Garber, titular de la Cámara Tucumana de la Construcción, explicó que el movimiento político que se produjo en el Gobierno nacional dejó algunos cimbronazos en distintos sectores de la economía.  “Nosotros veníamos con algunos sobresaltos por la falta de gasoil, esa cuestión nos estaba llevando a pagar sobreprecios. Llegamos a pagarlo hasta 100 pesos más de lo que cuesta, aún así lo conseguíamos de manera escasa al producto”.

Pero el problema se agravó con las últimas medidas del gobierno como el cepo a algunos productos importados como el cobre, artefactos de electricidad, iluminación y elemento de PVC.

Por tal motivo, en el sector comercial surgieron sobreprecios por el temor de no poder tener una reposición. “Hoy las mayorías de las cuentas corrientes se han cancelado para las empresas. La lista de precios se ha ido para arriba en pos de cubrirse el comerciante”, alertó.

Y como la mayoría de los productos ya fueron remarcados, las empresas constructoras se cubren también y recotizan los presupuestos ya emitidos a sus clientes.

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El dólar no tiene techo y cada movimiento político lo dispara más hacia arriba.

Suba del dólar

Ante la incógnita sobre cuál será el costo de reposición, muchos proveedores de firmas industriales de larga data adoptaron el sistema de “remito abierto”.

“Disculpá pero no tengo precio. Dame unos días”. Esta frase rebotó de manera frecuente en las oficinas comerciales de distintas empresas de los sectores productivos durante los últimos días. Es que frente a la incógnita de cuál será el costo de reposición, muchos proveedores adoptaron el sistema de “remito abierto”. Es decir, despachan la mercadería aunque sin un precio de venta definido.

Remito abierto

Estimado cliente: como consecuencia del contexto económico actual y hasta no tener precios de referencia por parte de nuestros proveedores, nos vemos obligados a entregarle la mercadería con remito sin precio de venta. Esperamos sepan comprender la situación enunciada”, reza una nota que recibió de un proveedor un empresario metalúrgico.

El término remito abierto hace referencia a una vieja práctica que se justificaba cuando la facturación era manual y, por ejemplo, se llevaban adelante entregas parciales. La cuenta se cerraba, entonces, con el despacho final de toda la mercadería.

“No hay precios”

Héctor Viñuales, titular de la Federación Económica de Tucumán (FET), también se refirió al “apagón comercial”, asegurando que lo que no hay son precios. “Puede que no falten productos, pero lo que no hay son precios. Al no haber precios, el comercio o la industria no tienen precios para la venta”.

Y lo que tiene precio se vende a valores muy altos. Es así que en apenas un mes y medio, un Smart TV de 75” pasó de $191.000 a $243.000 de contado. Y el más barato pasó de $36.000 a $43.000. “No estamos exentos en nuestro rubro del aumento de precios”, señaló a la prensa un vendedor de la cadena Mobilar.

En ese sentido, confirmó que hay fábricas que suspendieron las ventas mayoristas por la incertidumbre de no saber a qué precios vender. En las últimas 48 horas las empresas alimenticias remarcaron el valor de sus productos mientras crece el desabastecimiento de bebidas, higiene personal y limpieza.

El gobierno debe salir a calmar la histeria comercial. Evidentemente no son tiempos para pensar en cambios en la Justicia, remoción de jueces o ampliación del número de magistrados. La economía es el tema principal que debe ocupar -sin dilación alguna- a nuestros gobernantes.

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