El monitoreo de octubre de la encuestadora Taquión midió la imagen de los principales referentes políticos del oficialismo y la oposición: Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Sergio Massa, Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Javier Milei y Larreta. Sólo quedaron en “verde” los opositores por escaso margen, mientras que el presidente y la vice lideraron la imagen negativa por la acumulación de fracasos en este gobierno.
Sentimientos y sensaciones
En el último relevamiento que hizo la encuestadora Taquión, la inflación está al tope de los temas que a la sociedad le genera mayor inseguridad (32% de los consultados), pero casi empatado con un déficit crónico del sistema político que gobernó las últimas décadas: la falta de oportunidades para sí mismo o para los hijos (31,6% de los consultados).
En ese contexto es que se entiende que respecto al futuro predominan los sentimientos negativos (83,1%) por sobre los positivos (16,9%). Lo que reina es la preocupación, la incertidumbre, el miedo y la desconfianza, en ese orden. Y sobre la economía que viene, los datos son aún peores: el 88,1% tiene sentimientos negativos y apenas el 11,9% tiene una mirada positiva.
Separados por el Cambio
Al igual que en el Frente de Todos, en Juntos por el Cambio también es todos contra todos. El PRO y la UCR ingresaron en una etapa de inestabilidad hacia adentro y afuera que puso en alerta a dirigentes de primera línea que iniciaron gestiones sigilosas para restablecer la concordia perdida. “Nos tendríamos que haber reunido pero nadie tiene ganas de pasar un mal momento. Está todo en carne viva”, reconoció uno de los referentes de la Mesa Nacional de la coalición opositora.
Es que dentro del PRO y en la UCR -accionistas mayoritarios de Juntos por el Cambio- las discusiones se dan en todas direcciones. En el PRO hay roces entre Macri, Rodríguez Larreta y Bullrich, pero también entre los bonaerenses Ritondo, Santilli, Joaquín De la Torre, Javier Iguacel y Néstor Grindetti. En la UCR pasa lo mismo con Facundo Manes, Gerardo Morales, Martín Tetaz, Gustavo Posse o Maximiliano Abad. Son apenas algunos de la larga lista de nombres que intervienen en esas discusiones insustanciales.
Como un “efecto contagio”, la oposición imita las discordias que a cielo abierto se dan en el seno de la alianza de gobierno. Reproducen internas que sólo involucran intereses políticos individuales o ambiciones electorales. Sin Cristina Kirchner y Mauricio Macri -”los titulares”, según la nomenclatura que echó a rodar Pichetto- definiendo de manera nítida sus reales intenciones, en ambos lados de la grieta reina el desorden.
Lo cierto es que Macri regresó al país la semana pasada después de una extensa gira por varios países de América y España. Se reunió con su equipo de colaboradores más estrechos y decidió ignorar las corrosivas críticas que lanzó Facundo Manes, que lo acusó de espiar y de hacer “populismo institucional”.
Fuentes de su entorno confirmaron que las conversaciones en sus oficinas de Vicente López giraron en torno a la actualidad política y a la presentación de su libro, “¿Para qué?”, que se hará con más de 1.000 invitados en el centro de exposiciones de La Rural, en el barrio porteño de Palermo, el próximo lunes 24 de octubre.
El libro tendrá a partir de mañana una preventa por Mercado Libre y la plataforma electrónica de la editorial Planeta y, desde el 18 de octubre, estará en librerías.
Aunque los números en las encuestas por ahora no le dan para poner en marcha un proyecto presidencial, Macri esconde las cartas sobre sus intenciones, mientras siente cómo gana cada vez más centralidad política. Los escarceos con Rodríguez Larreta, las embestidas de Manes y las declaraciones de Gerardo Morales lo confirman en el centro del ring.
Milei y un revival menemista
Mientras se profundizan las internas en el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, la imagen de Javier Milei crece. Parece un síntoma de rebeldía al sentido común imperante, dominado por posiciones centroizquierdistas y progres, en lo político, y mercadointernistas y proteccionistas, en lo económico. Desde España, el líder libertario declaró a su movimiento “productiva y moralmente superior” al resto. El diputado argentino lo hizo desde un púlpito que montó en Madrid la agrupación Vox, de Santiago Abascal. Es una organización conectada a partidos y figuras de derecha, entre las que resaltan Giorgia Meloni, Jair Bolsonaro y Donald Trump, una nueva internacional que se reivindica sin ambages ultraconservadora.
Llegó a ese escenario no sólo por la novedad, sino porque en Argentina, los libertarios crecen en las encuestas y amagan con sacudir la lógica binaria del Frente de Todos vs Juntos por el Cambio. Es un fenómeno que los analistas políticos vinculan a la frustración con políticas económicas y sociales ineficaces y una sensación de hartazgo y fatiga social con los líderes que desde hace 20 años vienen ofreciendo cada vez más problemas y menos soluciones.
En simultáneo a ese registro, germina de a poco un sentimiento reivindicativo inesperado de la década menemista, esa ensoñación que benefició, sobre todo, a una clase media que accedió a viajar al exterior y a comprar en cuotas autos, propiedades y casi cualquier producto importado.
En la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires se verá mañana un anticipo de ese revival menemista. Convocados por el legislador Ramiro Marra, se presentarán tres de las espadas principales que tuvieron los dos gobiernos del riojano: Carlos Corach, Domingo Cavallo y el hermano Eduardo Menem. Entre añoranzas por 1 peso = 1 dólar, extraviado en el tiempo, habrá recuerdos de tiempos idos y la presentación del libro “Los 90: la Argentina de Menem”.
El recuerdo de la década menemista funciona, a la vez, como evocación de la última vez que la política encontró una receta eficaz para vencer la inflación, ese enemigo poderoso, implacable y que siempre vuelve.
fuente: infobae