Los milagros existen: acorralada y a centímetros de la derrota, la Argentina reaccionó hoy con una extraordinaria actuación de Juan Martín Del Potro y una sólida definición de Federico Delbonis para conquistar la Copa Davis por primera vez en su historia.
Delbonis, 41 del ranking mundial, sumó el punto decisivo para el 3-2 con un 6-3, 6-4 y 6-2 sobre Ivo Karlovic, 20 de la clasificación.
Un par de horas antes, Del Potro cerraba una actuación que ya está grabada como una de las mayores hazañas del tenis nacional.
En un electrizante partido, el tandilense volvió de lo que parecía una derrota consumada para imponerse a Marin Cilic, número seis del mundo, por 6-7 (4-7), 2-6, 7-5, 6-4 y 6-3 y cerrar la batalla de cinco horas con el meñique izquierdo fisurado.
“Si todo esto termina bien, va a haber sido la victoria más importante de mi vida”, diría Del Potro mientras Delbonis aún luchaba por la victoria.
Terminó bien: la Argentina logró ganar el trofeo tras cuatro finales perdidas y se suma como decimoquinto país campeón en la historia de un torneo que todas las grandes potencias del tenis ya habían alzado al menos una vez.
Delbonis, derrotado tres de las cuatro veces que se había medido con el gigante Karlovic (2,11 metros y dueño de un saque devastador), jugó el partido más importante de su vida y respondió a la perfección.
El jugador de Azul entró a la cancha decidido a mandar, a no jugar a merced del dictado arrasador de Karlovic, y lo logró para que 4.000 argentinos en el Arena Zagreb estallaran en una gran fiesta, en el cierre de un año deportivo que entregó sinsabores con la selección de fútbol.
La hazaña de Del Potro
Con Diego Maradona saltando en un palco del estadio, el comienzo de Del Potro fue hoy engañoso: un saque abierto de Cilic a 187 kilómetros por hora que el tandilense devolvió con más fuerza y precisión aún para forzar el error del rival. ¿Era ese el Del Potro que se vería en la tarde de domingo croata?
No, durante más de dos horas mostraría un tenis oscilante y sería Cilic siempre el que estaría uno o dos escalones arriba.
Ese tenis del croata contribuyó a reforzar un dato: la Argentina no es país para tie breaks cuando se trata de finales de la Davis. Llegaba al cuarto punto de la final con dos de nueve ganados entre 2006 y 2016, y Cilic amplió la estadística a un desmoralizador 2-8 con un tie break que ganó 7-4 y en el que por momentos se dio el lujo de “tocar” a su rival con drops y globos.
Fuera de la irregularidad de Del Potro, lo que se destacaba en el Arena Zagreb era la variedad de recursos de Cilic, que martirizó al tandilense con un gran servicio y un muy efectivo revés paralelo. A Del Potro le costaba alcanzar ese tiro hacia su derecha, y si lo hacía, quedaba ya desguarnecido para el siguiente. Cilic, además, evitó en esa primera parte del partido, muy astutamente, repetir más de dos tiros hacia la poderosa derecha de Del Potro. La idea era que el argentino nunca tomara ritmo ni confianza, que se la pasara corriendo de lado a lado. El “nuevo” Del Potro, sin aquel revés plano y potente que tanto daño hacía, se encontró en Cilic a la horma de su zapato.
Los croatas cantaban en las tribunas saboreando ya por anticipado el título cuando Cilic tocó una volea en la red para que Del Potro corriera en vano y el marcador estampara el 6-2. Dos sets a cero para el croata y ni un rastro de esa estadística que hablaba de ocho victorias de Del Potro en diez partidos con Cilic.
Pero entonces algo sucedió. Del Potro, que además de interesarse por el estado de una ball-girl tras un pelotazo y de ganar un punto con una gran Willy nunca había bajado los brazos, mantuvo la presión. Siguió con los dientes apretados, juego a juego, y se encontró, casi en un pestañeo, con Cilic sacando 4-5 y 0-40. El tercer set point vio al argentino tomando la red para definir con una sólida volea de derecha. De repente, la final perdida volvía a ser una final ganable.
“Cuando estás ahí, una mirada o un gesto valen mucho. Tratamos de no mostrarlos, pero como lo conozco mucho supe que estaba cansado”, explicaría Del Potro después.
El cuarto set lo vio en su mejor nivel, dominante con su derecha. Era Cilic el que corría ahora, y por eso el tandilense se llevó el parcial por 6-4 y planteó el desafío de definir todo en el quinto.
Cuatro horas y siete minutos de juego y cierto deja vu. Como Delbonis el viernes ante Cilic, Del Potro había levantado dos sets a cero para perder de inmediato su saque en el inicio del quinto parcial. Pero a diferencia de Delbonis, el tandilense encontraría la manera de quebrar de inmediato a su rival. Asentado con el 1-1 y el 2-1 al defender su saque, el campeón del US Open 2009, ese hombre que llegó a preguntarse si nunca más podría ser tenista, se lanzó a conquistar la hazaña.
Cilic, que había vuelto a ser un jugador temible con su servicio, dudó en el octavo juego, falló alguna pelota, entregó la segunda doble falta de la tarde y Del Potro quebró su saque para 5-3. Al ratito, con un potente saque ganador, selló la hazaña.
La Argentina es así el primer país en la era moderna de la Davis en ganar el trofeo revirtiendo no sólo un 1-2 el domingo -Rusia y Serbia lo hicieron, ambos a costa de Francia-, sino además un 0-2 en sets en el cuarto partido. Las finales, cuando se ganan con heroísmo, tienen mejor sabor.
Fuente: Cancha Llena