Por Fabián Seidán de Diario Cuarto Poder / En el país se habla todo el tiempo de los precios que no paran de subir, de congelamientos y controles que no funcionan, de remarcaciones “por las dudas” y ahora también de aumentos autoconstruidos en la mente. Pero lo cierto es que todo está más caro y nada hace suponer que algo baje este 2023. La competencia como herramienta.
Inflación psicosomática o autoconstruida
Previo a la cumbre de la CELAC, el presidente Alberto Fernández dio una entrevista a un medio brasileño en donde buscó explicar el origen de los problemas económicos de la Argentina, como el aumento de los precios. Alberto dijo que “gran parte de la inflación es autoconstruida” porque “está en la cabeza de la gente” y eso genera que “aumenten por las dudas”.
Para el mandatario argentino, “la gente lee en un diario que va a subir el combustible y entonces empiezan a aumentar por las dudas”, argumentó.
Puede ser cierta esta lógica presidencial, pero también es cierto que en nuestro país no sólo existe gente temerosa, sino que se convive además con especuladores, avivados, ventajistas, acaparadores y personas sin escrúpulos que aprovechan la situación para hacer sus negocios.
La competencia como herramienta
¿Por qué es buena la competencia entre empresas para frenar la suba de precios? Porque la competencia beneficiará siempre a los consumidores. Cuando las empresas compiten, el consumidor se beneficia, porque obtiene menores precios, mejor calidad y mayor innovación en los bienes y servicios.
En tal sentido, la libre competencia se traduce en mejor calidad de vida para el ciudadano.
Y esto es porque cuando existe competencia, las empresas deben rivalizar entre sí, ofrecer más y mejores productos o servicios a mejores precios.
En cambio, la falta de competencia ayuda a generar inflación o suba de precios. La falta de competencia repercute sobre el nivel de los precios: genera precios altos.
Inflación por oferta
Suponiendo un escenario donde cierto número de compradores acuden a un mercado, pero debido a algún fenómeno climático como sequías o heladas, hay escasez de alimentos. Esto motiva a los vendedores a aumentar los precios y a sacar el mayor provecho al desabastecimiento.
Pero no todo tiene que ver con una menor cantidad de productos ofrecidos. También existen algunas causas de incremento de precios al consumidor que están relacionadas con el aumento en los costos de producción. Suben los combustibles -como dice el Presidente- y suben también los precios de todos los productos y servicios porque “alguien” debe hacerse cargo del nuevo costo: el consumidor final.
“Es cierto, los mercados con falta de competencia normalmente generan “precios altos” y generan grandes márgenes de ganancia para pocas empresas. Estos problemas pueden ser un indicio de falta de rivalidad de los participantes, por lo que la mira del regulador de competencia debe estar centrada en esas conductas y en esas fallas específicas. Al resolver esos problemas de competencia, probablemente se reducirán los precios o la inflación será menos grave, pero como resultado del combate de las prácticas monopólicas. En ese sentido, es claro que la competencia sirve para reducir los precios y generar mayor oferta de bienes y servicios y, por el contrario, la falta de competencia puede generar mayor inflación”. (Carlos Mena, especialista en competencia económica en su artículo: ¿Es la competencia una herramienta contra la inflación?).
Uber versus taxis
Un claro ejemplo de la falta de competencia que podría bajar bastante el gasto mensual de la gente en transporte público es la actual pelea entre el servicio de Uber y de taxis.
Todos coinciden en que los taxistas en Tucumán no brindan un buen servicio ni tienen un buen trato con los pasajeros, sus autos están en pésimas condiciones y encima sus tarifas son altas. En pocas palabras: El servicio de taxis no sólo es caro y deficiente, sino que además trabajan con vehículos que no están en condiciones, como tampoco sus relojes. ¿Alguien los controla?
Por ejemplo, subir a un taxi sin aire acondicionado en una provincia como Tucumán donde la temperatura promedio en verano es de 32 grados centígrados, y a las 2 de la tarde pasa los 40 grados, es inhumano. Ni con las cuatro ventanillas abiertas se puede evitar un golpe de calor. Pero los taxistas tienen el monopolio del servicio. No hay opción: es eso o viajar en colectivo.
Apoyo incondicional
Los políticos que apoyan a los taxistas en su lucha contra los Uber reconocen que deben mejorar el servicio, que muchos están cuestionado por haber participado en hechos delictivos y por incumplir con controles; pero aclaran que no se puede permitir “una competencia desleal” ya que pudiera ser el certificado de defunción de la actividad “taximetrera” con la consecuente pérdida de trabajo para muchas familias.
O sea que, se sabe que el servicio de taxis es malo y caro, pero igual lo sostienen, protegen y evitan por ley que tengan competencia, siendo que la competencia es siempre favorable al usuario, ya que obliga a los competidores a superarse día a día para brindar un mejor servicio.
En todo caso -y tratando de entender la lógica de los políticos que defienden al servicio de taxis como actividad laboral sostén de muchas familias-, deberían trabajar más en leyes u ordenanzas que permitan condonarles algunos tributos, tasas municipales y baja impositiva, como también tratar de ofrecerles la posibilidad de acceder a créditos blandos para que puedan cambiar sus unidades. Si bien con eso no se bajaría la inflación ni abarataría la tarifa al público usuario, al menos -por lo menos- los estarían ayudando a brindar un servicio más decente.