Antonio Ismael Sánchez (36 años) y José Ramón Rojas (29 años) fueron condenados a prisión perpetua por tres homicidios cometidos en zonas rurales de Burruyacu contra víctimas mayores de edad, en lo que pueden ser catalogados como “asesinatos seriales”.
Según se determinó en el juicio, el 14 de noviembre de 2019 Sánchez y Rojas irrumpieron en una finca de La Marta, donde ataron y amordazaron al cuidador José Antonio Gómez (68 años). La víctima, que fue abandonada a su suerte, murió asfixiada por la mordaza. Según la denuncia, los agresores sólo se llevaron de la casa unas linternas y unos machetes.
El 5 de enero de 2020 (52 días después), según se estableció, Sánchez, Rojas y Juan Alfredo Acosta (41 años, también condenado a perpetua) ataron y estrangularon a Damián Florentino Gómez (78 años) para robarle dinero y cigarrillos de su despensa en Tala Pozo.
Tras el segundo crimen
Por último, el 26 de junio de 2020 (172 días después del segundo crimen), según la investigación, Sánchez, Rojas y Acosta tomaron del cuello a José Porcel (80 años) y lo mataron de un disparo en el pecho para robarle en su finca de La Ramada de Abajo. Huyeron sólo llevando un cachorro y el celular de un empleado. Hubo un cuarto condenado, Marcelo Bernardo Alderete, quien fue sentenciado a 10 años como partícipe del robo. Acosta, según la interpretación que quiera darse, podría considerarse también como un asesino en serie, o como un doble homicida.
La fiscal de Cámara, Estela Giffoniello, mediante un comunicado del ministerio Público Fiscal resaltó que los condenados: “atacaron de forma brutal a personas ancianas que vivían en zonas alejadas de Burruyacu. Un detalle importante es que el señor Porcel recibió un disparo en el pecho mientras lo estaban ahorcando”.
Perfiles psicológicos
La investigadora subrayó que contaron con las pericias que el ECIF hizo con los teléfonos de los condenados y que los perfiles psicológicos que se dieron a conocer de algunos de los imputados los fue exponiendo como personas frías. “No es que robaron una gran cantidad de cosas. Se llevaron celulares, linternas, machetes y otras cosas sin trascendencia. Son personas que iban a matar, no a robar”, analizó.
Por último, el abogado Adrián Ghirinhelli, que querelló en nombre de la familia Porcel, explicó que de haber podido, hubieran planteado en juicio la teoría de que estaban ante asesinos seriales. “Se podría decir eso, pero no usamos ese término en el debate porque esa figura legal no está legislada en nuestro país”, finalizó.