Cristina de Kirchner optó, una vez más, por su clan preferido en el mundo K, La Cámpora. La ex Presidenta terció a favor de la agrupación que comanda su hijo y mandó a suspender el acto que iba a encabezar, el próximo miércoles, en el microestadio de Ferro.
Ese show, tal como contó Clarín, era el lanzamiento formal de la Convocatoria Federal Kirchnerista, cuyas siglas son CFK, y apuntaba a convertirse en una especie de orgánica del cristinismo fuera del poder.
El encuentro de Ferro, limitado a unos 2.000 dirigentes, oficiaría además como balance del primer año de Cristina fuera del poder y del gobierno de Mauricio Macri.
Pero no. Cristina intervino para resolver una disputa interna entre los grupos K y terció a favor de La Cámpora, el sector que mostraba menos interés en el acto de Ferro, mientras los demás -otros 16 agrupaciones y espacios- venían trabajando para el encuentro y lo empujaban con expectativa.
La previa estuvo contaminada. Desde el principio, el neocamporismo le bajó la espuma al encuentro. Pero el martes, durante la reunión semanal en “Los Chisperos”, la tensión estalló:
-Acá algunos dicen que hablan en nombre de Cristina y no estoy seguro de que sea así -dijo, de mala manera, Andrés “Cuervo” Larroque, secretario General de La Cámpora y delegado de Máximo K en esa mesa.
-¿Y vos en nombre de quien hablás?- le preguntó, mordaz, Martín Sabbatella, jefe de Nuevo Encuentro y uno de los dirigentes de diálogo frecuente con la ex presidente.
-Yo hablo en nombre de mi agrupación y creemos que el acto se debe hacer en marzo en un estadio.
La chispa subió y pareció retroalimentar un argumento que, sistemáticamente, agita Luis D’Elía, quien imputa a La Cámpora tener una actitud “muy pejotista” y que no quiere una mesa K múltiple y horizontal.
Como, a pesar de lo de Larroque, la posición mayoritaria fue la de seguir con el acto y no había hasta entonces señal contraria de Cristina, la organización continuó.
El jueves hubo otro encontronazo singular: La Cámpora planteando que el acto debía ser en marzo del año que viene, en un estadio, para que Cristina “dialogue con la gente”.
En paralelo, surgió otro asunto: las inscripciones para ir al acto de Ferro superaron los 2.000 cupos que soporta el microestadio y había indicaciones, de cada agrupación, de militantes que irían igual. “Hay que organizarlo para que no sea un quilombo”, se acordó entre las organizaciones.
Carlos Heller, del Partido Solidario, puso una idea en discusión y logró aval general.
-Que Cristina, cuando hable en Lanús, les pida a los militantes que no vayan a Ferro, que lo miren por TV.
Fue el preanuncio. Horas después, empezó a circular la versión de que el acto se caía y más tarde, circuló un mensaje explicando que la decisión de suspenderlo tenía que ver exclusivamente con que el lugar no daba abasto para contener a los dirigentes y militantes que querían ir.
“Debido a las enormes expectativas generadas y el creciente número de inscriptos e inscriptas se decidió unificar con las actividades prevista para marzo del 2017”, indica el texto que circuló desde las organizaciones de la CFK.
La semana que viene, la ex presidente viajará a Brasil a verse con Lula Da Silva y Dilma Rousseff, invitada por el ex mandatario carioca que apunta a reconstruir un eje de liderazgos regionales que alguna vez compartieron como presidentes pero ahora propone rearmar desde fuera de los gobiernos.
Fuente: Clarín