Anoche falleció Don Carlos. Este talentoso músico hizo bailar a innumerables tucumanos en bailes, carnavales, programas de televisión, ciclos de radio y en cualquier lugar donde hubiera un micrófono. Su legado musical es incomparable. “Mi música siempre sonará en alguna casa tucumana”, había dicho en una de las últimas entrevistas.
Don Carlos se encuentra sentado en su casa, admirando la belleza del Parque 9 de Julio y la avenida Gobernador del Campo. Desde allí puede ver las palmeras, el macetón y el Lawn Tennis, donde los mejores jugadores de los barrios populares de Tucumán juegan al fútbol sobre la tierra.
Es sábado por la tarde y los jugadores llevan las redes para poner en los arcos, contratan a un árbitro, cuelgan banderas de árbol en árbol, llenan las conservadoras y suben el volumen de la música en un parlante. A veces la pelota pica bien, y a veces pica mal.
Es muy probable que los padres y madres de esos jugadores hayan bailado al menos una de las 36 canciones que Don Carlos compuso con su mente, alma, corazón, teclado y acordeón. Él es conocido como El Monarca del Norte y sus discos son escuchados en muchas casas, incluyendo la Casa Histórica y otras que aman la cumbia.
Antes de hablar con Don Carlos, es importante mencionar que el periodista es el nieto de Jorge Bilotti, uno de los grandes emblemas de la radio tucumana.
Al mencionarlo, Don Carlos sonríe y recuerda todos los buenos momentos que ha vivido en su vida. Él siempre ha estado en constante movimiento, como si estuviera jugando a la rayuela tropical. Nació en el Sanatorio Rivadavia de la Ciudad de Buenos Aires, pero se trasladó por todo el continente hasta que llegó a Tucumán en octubre de 1963. Esta hermosa provincia es su hogar, el Jardín de la República, y le ha dado todo lo que tiene en la vida.
Don Carlos comienza su vida imaginariamente vestido con zapatos blancos sobre el escenario en Tucumán. Antes de eso, había recorrido las rutas abiertas de América Latina con su acordeón y Carliños. Sin embargo, los tiempos cambiaron y la música que sonaba en las radios tucumanas era de grupos como Abba, lo que le permitió un beso permitido en el dial hasta la irrupción estelar de Don Carlos. Él grabó con las disqueras mundiales más importantes de todos los tiempos como RCA Victor, convirtiéndose en fama hecha vinilo, siempre con su imagen en portada, su raya al costado y sonrisa de galán, y su camisa blanca o cobriza con brillos.
Don Carlos es un gran amigo de sus compañeros de grupo y ha trabajado con grandes voces como Hugo Dante, Johny Matías, Pío Montes con Descarada, y Elio Adolfo, la voz de Cariño. Él extraña el escenario y el deseo de estar en él, sentir el cariño de la gente y presentarles su nuevo disco, como le pasa a toda la orquesta.