Fabián Seidán de Diario Cuarto Poder | Damián Di Pace, analista económico; y Jorge Giacobbe, analista político; estuvieron en la provincia para participar de un ciclo de charlas organizado por la Federación Económica de Tucumán. En la oportunidad dieron su punto de vista de la situación que vive el país y del posible escenario tras las elecciones. Hablaron del dólar, de la hiperinflación, la gobernabilidad, Macri, Cristina y del estado de ánimo de la gente ¿Por qué no sale a la calle?
El país atraviesa uno de sus momentos más difíciles debido a un escenario político incierto y un panorama económico problemático debido a que la inflación no cede, al dólar y los precios de los alimentos que se remarcan día a día. En ese contexto, se vienen las elecciones y tanto el gobierno como la oposición saben que no hay margen para el error: O se sigue con esta política o se cambia.
El dólar, el peso y el techo
Al ser consultado Di Pace sobre si el dólar tiene techo, cambió el eje y se preguntó si el peso tiene techo. “Estamos frente a una situación extraordinaria. Tuvimos una sequía de las más importantes de los últimos años, el propio Presidente lo dice, desde 1999 que no teníamos una sequía tan prolongada y no estoy viendo que se tomen decisiones extraordinarias ante esa situación. Hay un déficit fiscal que se está financiando con emisión monetaria, con pesos que los argentinos no quieren. Se antepuso al fundamento económico un fundamento político, me parece que se precipitaron esos fundamentos políticos ante la incertidumbre económica”, apuntó.
Para el analista, esa situación está haciendo que todo lo que estaba contenido hoy efectivamente salga a la luz y se refleja en el tipo de cambio. En el dólar.
“Imaginen una montaña de pesos sobreofertados o muchos vasos recontraofertados; nadie los quiere y efectivamente quiere cambiar eso vasos por tasas, y las tasas en este caso son verdes, y hay pocas. Es la ley del mercado. Mañana van a ver que los que tienen tasas (dólares) no las quieren entregar y los que tienen vasos los quieren revolear por la cabeza”, ejemplificó.
“Vamos a una estanflación, tenemos una caída de la economía de 3% para este año y una caída del consumo del 8%, estamos en un escenario de hiperinflación operativamente, no técnicamente. Por ejemplo, tengo un listado de precios, y al otro día otro, y al siguiente otro. La variación de precios pasó de ser de quincenal, a semanal, a diario y por hora. El último eslabón ya no entrega”.
La parte política y social
“Lo que más me preocupa hoy es pensar si socialmente todos estamos dispuestos a generar un cambio en realidad en Argentina. El cambio no lo va a generar el político. Traducido en términos económicos, nosotros somos los que debemos demandar este cambio. ¿Socialmente, estamos dispuestos a hacerlo?, si no hay demanda no va a haber oferta”.
“No podés gastar más de lo que tenés, no podes imprimir más monedas de las que necesitas porque el peso va a caer de valor. En los últimos 13 o 14 años eso sucedió en la Argentina. Yo no sé si estamos dispuestos a corregir eso. Y si estamos dispuestos socialmente a corregirlo eso se hace con un ajuste, porque cada uno de nosotros tiene que ajustar, pero la política está ajustando sólo el bolsillo de la gente y no ajusta el bolsillo grande. Entonces el bolsillo micro termina ajustado, por no el macro”.
“El tema del dólar paralelo tiene un fundamento económico y un fundamento político. El fundamento económico viene dado porque Argentina tiene un problema, la peor sequía de los últimos años, pero sin embargo no se ve una medida extraordinaria en relación a un evento extraordinario. Y desgraciadamente para cualquiera si nuestros ingresos en nuestra casa caen, nosotros tenemos que ajustar nuestros gastos y más si no tenemos posibilidad de endeudarnos con nuestra moneda doméstica. Y el Gobierno en el mes de marzo tuvo una caída real de su recaudación del 7,3%, eso lo está financiando con más pesos que los argentinos no quieren. La ventana colateral de eso es que encima no tiene dólares, tenés muchos pesos y pocos dólares. El dólar se aprecia frente a algo que está sobreofertado en el mercado que son los pesos”, explicó.
El fundamento político
Di Pace señaló que cuando cae la demanda del peso en Argentina cualquier chispita de la política que genere mayor nivel de incertidumbre sobre el fundamento económico, va a acelerar el proceso. “La semana pasada fue Aracre, después la renuncia de Alberto Fernández después el discurso de Cristina, después la tensión dentro del Frente de Todos, después la consolidación de las listas. No hay en este momento un liderazgo político que corrija el fundamento económico”.
“La situación parecería que no va a ser corregida por la actual conducción política, por lo cual no hay ancla. Si no hay ancla en la economía y no hay liderazgo en la política se está traduciendo en una brutal devaluación del peso frente al dólar en el mercado paralelo. Hoy en el mercado nadie quería vender. Pero además los insumos y materias primas, directamente se retiraron listas del mercado o sea que también tenés una economía paralizada hasta encontrar un nuevo nivel que hace dos semanas no se está encontrando”, aseguró.
Año electoral y devaluación
A su turno, Giacobbe se refirió al difícil momento que vive el gobierno nacional, sobre todo, con las elecciones a la vuelta de la equina. “Yo creo que el gobierno no tiene herramientas ni siquiera para ver la situación y, lo que vemos en la opinión pública es un nivel de estabilidad hace un buen tiempo, que no se corresponde con la inestabilidad que vemos en la agenda de las noticias. Es decir, el 65 por ciento de la opinión pública está enojada con este gobierno, está así desde hace más de 2 años, pero no hace nada porque saben que van a cambiar, que se van a ir”.
“Del otro lado –agregó- está el 35 por ciento que quiere apoyar a Cristina Kirchner, con vergüenza y algo de oprobio social. De modo que todo lo que estamos viendo de manera cotidiana a los efectos de estimular a la opinión pública es lo mismo que patear un caballo muerto, no se puede”.
El complot de los reptilianos
Frente a una pregunta sobre si toda la culpa del desastre económico y político que vive el país el macrismo tiene algo que ver, si es que Mauricio fue la punta de lanza de la crisis, Giacobbe remarcó que todo depende de a quién se le pregunte.
“Lo que hay que entender es que hay diferentes lógicas de construcción de conocimiento, de criterio de la realidad y de tomas de decisiones. Si vos le preguntas a un kirchnerista, ellos tiene perfectamente argumentado quienes tienen la culpa, pero de ningún modo son ellos. La culpa la tiene Macri, la tiene el neoliberalismo, la tiene la derecha, la tiene la embajada de los Estados Unidos, y la tiene el complot de los templarios, masones, iluminatis, los reptilinianos y los extraterrestres que construyeron las pirámides de Egipto…”, apuntó.
Agregó que hay un grupo de opinión sólida en el kirchnerismo para echar culpas. “lo piensan así. Si al otro le parece bien o le parece mal, esa es otra historia”.
Un mundo muy fanatizado y la dichosa “grieta”
Para Giacobbe, la idea de que el ser humano ponga en otro la suma de todos sus males y de todos sus miedos no es de ahora. “La grita no es una invención de este momento, no es una característica argentina, la forma dicotómica de pensar las cosas por polos opuestos es absolutamente constitutiva del ser humano y de la configuración de las identidades. Digo, las ciudades griegas eran todas diferentes entre sí y configuran una nación; primera en oposición a todo lo que era bárbaro. Ahí la frontera era principalmente el lenguaje, era una gran frontera. Ahora, en Argentina siempre hubo dicotomía, toda su historia está signada por pares de opuestos: radicales y federales, rojo y colorados, peronistas y antiperonistas. Ahora, un conjunto social llega más lejos en función de la tecnología que tiene para sobrellevar esa dicotomía. Dentro de 10 años vamos a estar hablando de otro par de opuestos”.
Por otra parte dijo que una cosa diferente es que uno de esos grupos esté lleno de gente que es idiota a la hora de debatir, y otros grupos sociales que son más maduros y que pueden configurar otra dinámica para la resolución de ese conflicto que no es político sino psicológico.
Ideología por política psicopateada
“Yo no sé en qué medida la diferencia es política y en qué medidas es psicológica. Creo que los mayores males de la sociedad argentina, tienen que ver con nuestra estructura psíquica, no con nuestra estructura ideológica, hasta tanto no dejemos de ser un consorcio de propietarios de pelotudos, que se enamoran un rato de un psicópata y al otro rato de otro psicópata, no vamos a estar mejor”, espetó convencido.
“Y creo -argumentó- que hasta cierto punto, el próximo presidente de la Argentina son los problemas estructurales, no importa si tiene pelo o no, si es hombre o mujer, si es estatista o es liberal; el próximo presidente de los argentino deberá lidiar con los problemas estructurales y la capacidad de decisión de operación sin miedo”.
El poder del próximo presidente
“Hoy se discute que el poder del próximo presidente tiene que ver en cuantos senadores y diputados tenga y es un gran error, es una gran mentira. El próximo presidente va a estar sustentado únicamente sobre el permiso social que tenga. “Es fácil prever que el permiso social va a ser corto”.
Asimismo hizo una simple comparación de cómo actúan los argentinos frente a los políticos y lo que cada uno ofrece: “Los argentinos usualmente oscilamos entre ir a un anestesiólogo o ir al traumatólogo; cuando votamos al kirchnerismo vamos al anestesiólogo, donde te dice tenés un problema, yo te meto una pichicata, pateamos el problema para adelante y todos felices. Pero hay un momento que vos decís, no puedo patear más el problema, tengo que ir al traumatólogo; y vas y éste te dice que va a doler, que son 30 sesiones. Vos como no da más, le decís metele, pero a la cuarta sesión te levantas y te vas, porque no te bancas el dolor, y volvés al anestesiólogo. Ese es el péndulo que va y que viene y yo pregunto: ¿Esto es ideológico o psicológico?”.
¿Por qué no sale la gente a la calle?
Consultado de por qué la gente no sale a la calle a pedir que se vayan todos, señaló: “Cuando a nuestros encuestados les pedimos que indiquen qué emoción le produce la Argentina, nos dicen Tristeza, no bronca. Hay que entender esto. La bronca y la alegría, dentro de las emociones básicas, llevan a comportamientos kinestésicos, a comportamientos con el cuerpo. Los argentinos tenemos dos lugares simbólicos para demostrar la alegría o la bronca. El Obelisco es para la alegría y la Plaza de Mayo para la bronca; pero no hay plaza para la tristeza. La tristeza no se saca a la calle, no se moviliza, porque te deja planchado en tu casa. La tristeza es también una de las emociones básica que permite la mayor posibilidad de reflexión y pensar por qué carajo llegamos hasta acá. Preguntan por qué hoy no está la gente en la calle, es porque no hay a dónde ir”.