Por Fabián Seidán de Diario Cuarto Poder| El ex fiscal Carlos Albaca (71) fue detenido y trasladado a la cárcel de Villa Urquiza el pasado miércoles. Lo habían condenado a 6 años de cárcel en diciembre de 2021 por encubrir desde la Justicia el aberrante crimen de Paulina Lebbos. La pregunta obligada es: ¿A quién protegió (o protege) para terminar así, apresado como un simple delincuente?
Albaca sabor amargo
El tribunal de la Sala Conclusional Uno de la capital provincial ordenó el pasado martes que el ex fiscal fuera arrestado tras quedar firme su condena. Además dispuso que el condenado no comparta espacios comunes con la población carcelaria ni sea alojado en una comisaría, para resguardar su integridad psicofísica.
Raro tanto empeño por su integridad, siendo que Carlos Albaca, resultó ser un delincuente más, una mala persona, un corrupto, un caradura que hizo todo lo posible para que el crimen de Paulina Lebbos quedara impune, sin resolver, y así, el o los asesinos, burlasen a la Justicia. Hoy esos asesinos andan libres, como si nada, por las calles de Tucumán.
Preguntas sin respuestas
¿Por qué tantos privilegios para este delincuente? Si la Justicia falló, lo encontró culpable de encubrimiento y lo condenó a 6 años de prisión? Y la condena ya quedó firme, por lo que debería ser tratado como cualquier detenido.
Salvo –claro- que haya alguna orden superior, de algún poderoso, para que los amigos del poder no sufran en la cárcel ni tengan ganas de “cantar” todo lo que saben y que hasta ahora callaron.
Albaca fue fiscal durante 25 años y jamás le habían hecho una auditoría, pero con el caso Lebbos terminó sucumbiendo por encubrimiento. El ex fiscal, mientras tenía poder en la Justicia, hizo dormir el expediente del crimen, no hizo pericias importantes e intentó culpar a la víctima hasta de sadomasoquista para desviar la hipótesis del crimen, cuando todo apuntaba a “Los hijo del Poder”, una de las hipótesis que más resonó en aquellos años.
Velar por el castigo
Diez años duró esa causa. Ahora hay que controlar que cumpla esta detención, aunque de seguro va a pedir (y se la van a dar) la prisión domiciliaria.
Para la Justicia, el ex fiscal cometió el delito de “encubrimiento agravado” en el femicidio de la jóvenes estudiante, ya que se consideró que existieron pistas que no siguió, pericias que no se hicieron y testimonios y evidencias que no se recabaron y se perdieron. En pocas palabras: o fue siempre un vago inútil o un corrupto inescrupuloso.
Paulina fue asesinada el 26 de febrero de 2006 cuando salió de un boliche de la zona del ex Abasto donde había ido a bailar con su amiga Virginia Mercado.
Cerca de las 6.30 de ese día -según la versión de la amiga- ambas se subieron a un remis color bordó, Virginia se bajó primero en su casa de La Rioja al 400 y Paulina siguió viaje hasta lo de su novio, aunque nunca llegó. Esa línea investigativa fue la que se siguió.
La versión “no oficial”
Pero hubo otra versión, una no oficial que circuló con insistencia pero que sistemáticamente la Justicia la fue descartando, por falta de pruebas: La de una fiesta en El Cadillal con hijos de funcionarios del gobierno de turno y que fue conocida como la de “Los hijos del Poder”.
Respecto a esta hipótesis, Paulina murió en una fiesta privada vinculada a los “hijos del poder” y Albaca no tomó medidas elementales para seguir dicha pista. El fiscal paralizó toda pesquisa sobre “El Cadillal” ni verificó si se realizó una fiesta en el Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas en Raco.
“Justicia tardía, no es justicia”
Albertos Lebbos, el padre de Paulina dijo que en la sentencia que dictó la Sala Tercera el 25 de febrero de 2019, se ordenaba que se investigue la posible participación de Kaleñuk hijo en el crimen. Pero pasaron 4 años y todo está paralizado en la justicia tucumana.
“El incumplimiento de la sentencia (de investigar a Kaleñuk) significa que no quieren avanzar porque lo quieren proteger a Alperovich. No hay otra explicación sensata y lógica”, sentenció Lebbos.
Una explicación “sensata y lógica” como pide don Alberto sería saber por qué un fiscal, un secretario de Seguridad, un jefe de Policía y el subjefe de Policía, además de otros policías de alto rango terminaron todos condenados y detenidos por estar implicados en este hecho.
Lógicas sin explicación
Otra explicación “sensata y lógica” sería saber por qué la mayoría de los condenados tiene “coronita”, y están detenidos en sus casas y no presos en una celda común de Villa Urquiza junto al resto de los criminales.
Por ejemplo, Eduardo Di Lella, quien fuera secretario de Seguridad de la Provincia cuando asesinaron a Paulina y hallado culpable de encubrir también el crimen, a los pocos meses de que fuera condenado lo mandaron de nuevo a su casa, a cumplir allí la pena.
La misma suerte corrió el jefe de Policía, Hugo Sánchez, quien pasa su condena en su casa. “Todos los condenados por encubrimiento del crimen, no hay ninguno preso, están todos en sus casas”.
Albaca también gozará de la prisión domiciliaria, aducirá alguna enfermedad o la edad avanzada (tiene 71 años) para zafar de compartir celda con otros reos. Además, seis años pasan volando, por lo que más temprano que tarde lo veremos de nuevo paseando por las calles de Tucumán y disfrutando de su jubilación de privilegio, esa misma que se la otorgó el Alperovichismo.