A las cinco de la tarde, a la hora en la que matan a los toros, las dos grandes bestias estarán frente a frente. Una vez más, como desde el siglo pasado. Con mucho en juego, como siempre. Es un River-Boca de jovenes y de viejos. Es un River-Boca de todos los tiempos.
La primera novedad está en los arcos: en el de River, donde Augusto Batalla luce consolidado a los 20 años. Y en el de Boca, donde debuta Axel Werner, a la misma edad, por una inoportuna luxación en el hombro derecho de Guillermo Sara.
La mitad de los futbolistas en condiciones de saltar al campo nunca jugó un Superclásico: además de Batalla, Moreira, Mina y Olivera (titulares), Bologna, Martínez Cuarta, Rossi y Arzura, que completan los concentrados, jamas tuvieron enfrente la camiseta de Boca. El citado Werner, Vergini, Fabra y Bou entre los iniciales; Ramiro Martínez, Sebastián Pérez, Barrios, Zuqui, Centurión y Solís nunca jugaron oficialmente contra los de la banda. Son ocho de River y 10 de Boca: 18 sobre 36 posibles jugadores. Pocas veces se ha visto.
¿Qué pasa, a esta hora exactamente, por las cabezas de los novatos, rookies, vìrgenes de Superclásico? ¿Qué pasa, sobre todo, en las del ecuatoriano Mina, el paraguayo Moreira o el colombiano Fabra. ¿Y qué pasa por la de aquellos condenados al exilio por alguna lesión como Benedetto, justamente en su esplendor? ¿Quién no tiene miedo? Hay que ser valiente y admitirlo. Entrar y ver a 50.000 tipos que si pudieran te comerìan el hìgado. Cincuenta mil tipos que te fogonean el corazón y te impulsan las piernas. Dichosos los que salten a jugar.
Si para algunos habrá bautismo, es probable que sea el último Superclásico para Andrés Dalessandro y Carlos Tevez. De la renovación del Cabezón ni se habla, ni fu ni fa. Y el Apache abrió un portón tan grande a su futuro que por ahí pasa la continuidad, la salvación económica definitiva en China o el retiro.
Vidas más o menos paralelas, aparecieron con fuerza en el fútbol argentino cuando amanecía el milenio. Ya se sabe el derrotero inevitable: el pase al exterior, la experiencia europea y la particularidad de que los dos jugaron en el fútbol brasileño, algo no muy frecuente. Ya se enfrentaron. DAlessandro jugó nueve veces contra Boca con tres triunfos, cuatro empates y dos derrotas. En partidos oficiales como el de hoy, estuvo en cinco, de los cuales ganó uno, empató tres y perdió el restante. Hizo un solo gol y recibió una tarjeta roja. Tevez jugó 12 veces contra River con un récord de tres triunfos, tres empates y seis derrotas. Fueron nueve partidos oficiales con tres, tres y tres. También hizo un gol y lo expulsaron dos veces. Curiosidad, Carlitos perdió los tres amistosos en los que intervino.
Hoy, cuando el 2016 se despide y el campeonato aún no llegó a la mitad, Tevez parece más importante en Boca que DAlessandro en River. Tanto que el zurdo fue duda entre los iniciales y dependerá de qué piense Gallardo. Andrés puede ser el primer dique de contención para Gago o una primera estación para elaborar juego, según donde se ubique. Influye Tevez ahí atrás del 9, antes Benedetto, ahora el más chico de los Bou. Influye Dalessandro si están en su día y si tiene compañía para la descarga profunda o para la pausa en las bandas y el cambio de ritmo. Influyen, hoy uno más que el otro, pero no parece que puedan definir por sí mismos el Superclásico.
Hoy también vuelve Jonatan Maidana, el que asomó en la Primera xeneize hace una década y desde hace un par de años es la referencia defensiva del Millo.
Hay otro partido. En los bancos ahora, fue en el césped no hace mucho. Gallardo jugò 16 veces contra Boca y Guillermo lo hizo 19 veces contra River. El Muñeco tiene saldo negativo con 3-3-7 más tres goles convertidos y una expulsión. El Mellizo acumuló 6-8-5 y metió cinco goles. Como entrenadores, el duelo es muy nuevo: Barros Schelotto suma dos 0-0 con Gallardo en el otro banco y Gallardo sumó dos triunfos, cuatro empates y dos derrotas ante Boca. Hoy en el banco, ayer en el campo como ahora les toca a Dalessandro y Tevez. Siempre hay algo nuevo en lo viejo del Superclásico.
Y como siempre, lo que importa son los puntos, los porotos. Son tres en juego pero River y Boca los miden distinto. Para Boca, ganar en el Monumental es un golpe anímico y mantenerse en carrera al acecho del líder. Es terminar el año en paz y dejar al rival malherido para su compromiso inminente. No le va a caer mal el empate a Boca. Mirado el torneo a largo plazo, recién con 12 fechas disputadas, la derrota no debería producir daños estructurales. A River el Superclásico le cayó mal en la agenda, a horas de jugarse la clasificación a la Libertadores 2017. A esa Copa que Boca no jugará. Hubo debate interno sobre si era más importante el partido con Boca o con Central. No hay debate posible si es que “el más grande sigue siendo River Plate…”.
Lo que hay son cálculos: perder hoy no le hará resignar el campeonato, igual que a Boca, pero le sumará necesidad en la final de la Copa Argentina. Si gana y no va a la Libertadores, el triunfo de hoy será premio consuelo. El empate lo deja a salvo, al menos en el mano a mano con Boca. Después, si no logra el pase a la Copa, estará afuera como su rival. Y si entra, le podrá decir: “Chau, felicidades”.
Fuente: Clarín