Por Manuel Rivas* / Política / Caprichos del centralismo porteño. Las travesuras político-judiciales que suspendieron las elecciones en la provincia generan más divisiones en Cambiemos y, aparentemente, los tucumanos votarán el 11 de junio próximo.
El “centralismo porteño” metiendo la cola
El comando político nacional de Cambiemos está poco interesado en los resultados que se alcancen en las elecciones provinciales. Con las encuestas en la mano, saben que perderán terreno y municipios claves, como el de San Miguel de Tucumán.
Desde el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Horacio Rodríguez Larreta se sigue jugando por su fallido delfín, el intendente capitalino Germán Alfaro, y aún no digiere que no haya encabezado la fórmula como él pretendía.
Y es que con el centralismo porteño siempre ocurrió lo mismo: se entromete en cuestiones que no conoce y que tampoco le interesa conocer si no es beneficioso para sus intereses. La premisa es que si pierde en Tucumán, que sea con escándalo.
La famosa “bisagra del fraude”
Lo que hay que tener en claro es que el “centralismo porteño” siempre está dispuesto a aplicar viejas recetas y, por estos días, desde CABA están desempolvando aquella jugada de denunciar fraude que depositó en la presidencia a Mauricio Macri.
En aquella oportunidad, las denuncias se transformaron para la campaña nacional en una “bisagra”, que les permitió enderezar el rumbo de los acontecimientos, aunque en realidad la dupla José Cano-Domingo Amaya perdió por goleada.
Hay 15 puntos de diferencia, con un candidato a gobernador fuerte, como Osvaldo Jaldo, y una postulante a la Intendencia Capitalina con muy buena imagen, como Rossana Chahla. Extender los tiempos de elección es alargar la agonía.
Enojo de propios y extraños con Alfaro
La suspensión de las elecciones buscaba un perjuicio político a la anterior fórmula oficialista integrada por Osvaldo Jaldo–Juan Manzur, pero derivó en un daño económico a propios y extraños, por el problema de reimpresión de votos.
Finalmente, eso se zanjó con la autorización de la Junta Electoral Provincial para usar los votos fechados el 14 de mayo pasado, pero hubo desencuentros y tiros por elevación dentro del espacio que sigue insistiendo en usar la palabra “Juntos”.
El individualismo de Alfaro ya colmó la paciencia puertas adentro. Los dirigentes, en especial los radicales, saben que pueden esperar cualquier cosa del ex peronista y actual líder del espacio Partido por la Justicia Social (PJS).
Cambiemos fortaleció el rol de jefe de campaña
Por otra parte, la jugada de sacar a Juan Manzur de la fórmula provincial, no hizo más que fortalecer el rol de “jefe de campaña”, con el que se había anunciado el propio Gobernador al iniciar este proceso electoral que tendrá su final el 11 de junio próximo.
Manzur eligió a su reemplazante en el binomio, el ministro del Interior Miguel Acevedo. Se trata de un hombre de muy bajo perfil, lo que potencia aún más a quien encabeza la fórmula del oficialismo, el actual Vicegobernador Osvaldo Jaldo.
El tranqueño tiene a favor la buena relación que consolidó cuando Manzur se desempeñó como jefe de Gabinete de Ministros y la excelente gestión que lo llevó a estar en el ránking de los gobernadores con mejor imagen.
Por lo pronto, si no hay nuevas sorpresas, los tucumanos votarán el 11 de junio y marcarán el fin de una disputa en la que la mayoría supone el resultado: un triunfo cómodo del binomio Jaldo-Acevedo. El resto sólo será pirotecnia.
*Fundador y director de Diario Cuarto Poder. Profesor de Letras e Historia, periodista y escritor.