Letras de Fuego / Entrevista / Por Manuel Rivas*. El 1º Encuentro de Poetas del Norte Grande tuvo como uno de sus participantes al poeta, cantautor y músico riojano Carlos Paredes, quien repasó su trayectoria y la reciente obtención del Premio Mercedes Sosa.
—¿Cómo se produce tu ingreso a la literatura? ¿Es anterior a la música?
—Descubro la palabra a través de la canción. Ingreso al mundo de la literatura y específicamente de la poesía a través del deslumbramiento de la canción. No leía, odiaba leer, no me gustaba. Amaba la música en general. En la adolescencia, con mi barra de amigos nos llegó mucho la canción de raíz folclórica, y por ahí comencé a prestarle más atención a las letras. Los changos aprendían cuestiones más rítmicas de las canciones, y a mí me seducía lo que decían. Repetía: no puede estar diciendo eso. Lo hacía desde la admiración, porque no podía creer la potencia del verso.
—¿Te impactó alguien en especial?
—Un día me llegó fuerte una canción y averigüé de quién era la letra. Se trataba de Jaime Dávalos y la curiosidad me llevó a toparme con un universo poético que se colaba al mundo de la música. Lo mismo me ocurrió con Héctor David Gatica y con Ariel Ferraro. Lees el Poema Libre, de Ferraro y te vuela la peluca. Así después descubro a otros, como Juan Gelman, a través de un poema que musicalizó Camilo Matas.
—¿No te parece que los letristas y poetas siempre parecen estar detrás de bambalinas?
—Sí, los intérpretes son los que hacen viajar la canción. Es el caso, por ejemplo, de un gran poeta como Armando Tejada Gómez. Cuánta gente oyó sus letras en canciones y no sabe que existe detrás una persona de su talla y calibre. Tuve la suerte de estar un tiempo en Francia compartiendo con gente de Latinoamérica y al escuchar “Canción con Todos” u obras magníficas que son nuestros himnos, muchos afirmaban que eran de autoría de sus intérpretes. De esa canción afirmaban que era de Mercedes Sosa, cuando ella nunca compuso, pero era una cantante luminosa que lo que tocaba le daba vida.
—¿Descubriste otras cosas a partir de este primer acercamiento a la música y sus letras?
—Sí, por ejemplo, me pasaba con canciones de Pancho Cabral. Las aprendía y las cantaba en alguna reunión o asado. Y la gente del barrio me decía: ese que nombra la canción vive acá a la vuelta o esa es la historia de tal persona o lugar. Cuando me di cuenta de que la sensibilidad de Pancho Cabral había transformado a personajes de La Rioja en canción, dije que quería hacer eso, porque me parecía formidable.
—¿Cuándo comienzas a hacer canciones?
—Ya me había picado el bichito de hacer canciones, pero vivía en Buenos Aires y me decía: “No puede ser que Pancho Cabral, Ramón Navarro y un montón de gente hermosa de La Rioja estén en este mundo y yo no esté al lado de ellos aprendiendo”. Entonces tuve un encuentro con Ramón Navarro en Buenos Aires, charlamos y armamos una amistad muy linda. Lo mismo ocurrió con Pancho Cabral. Desde lo afectivo, fue creciendo un vínculo hermoso y aprendí un montón de ellos. Con Ramón hicimos una canción allá cuando él le puso música a un poema mío. Con Pancho Cabral ahora tengo pendiente ponerle música a una vidala que él me pasó. Se me hizo el sueño del pibe. Los dos son una masa y Pancho, cuando anda aburrido, viene para acá, tomamos algo, compartimos y charlamos. A veces ellos creen que no están diciendo nada, pero una anécdota que te cuentan te parte al medio.
—¿Tienes libros publicados?
—Tengo tres libros publicados, “Degustando vino y canto”, de 2014; “Pircacuna de coplas” (2015) y “En donde vengo” (2019). Ese último salió a fines de 2019 y teníamos preparada toda una gira de presentación, pero en 2020 llegó la pandemia y quedaron las cajas y las pilas de libros. Ese libro tiene la particularidad de contar con tres prólogos firmados por Lucía Carmona, Aldo Parfeniuk, de Carlos Paz, e Ivana Alochis, una doctora y lingüista cordobesa. A Parfeniuk y Alochis los conocí a través de Pancho Cabral.
—¿Cómo fue que te animaste a participar de los Premios Mercedes Sosa?
—El premio surgió originalmente para artistas tucumanos, pero en la segunda o tercera edición abrieron el juego para el resto del país. Tenía por entonces un amigo muy querido que conocí gracias a Pancho Cabral, se trataba de Walter Barrios, que ya falleció. Me quería y me estimulaba mucho. Me decía: chango mandá tus cosas. Tus canciones son muy lindas. Cuando ya se podía participar, no me animaba. Recién lo hice el año pasado cuando envié “Las mieles del carnaval”, que queda nominado como Mejor Álbum de Folclore Alternativo. Todo fue una fiesta, conocí personas, amplié las redes e intercambié trabajos.
—¿Este año la pegaste con un premio?
—Al Premio Mercedes Sosa mandamos este año lo que hicimos en 2022 con el “Negro” Joaquín Luna Tello, con quien grabamos el álbum “Alunados”, y quedamos nominados en tres categorías: Mejor Álbum de Folclore Alternativo; Mejor Compositor, y Mejor Canción. Hubo casi tres mil postulaciones y el jurado era formidable. De las tres nominaciones tuvimos la suerte de ganar en Mejor Canción. En esa categoría, también estaba ternada una canción de Mariana “La Mayi” Agüero, que formó parte del equipo coordinador del 1º Encuentro de Poetas del Norte Grande y que también cantó y tocó el piano con Belén Perea. O sea que estábamos dos riojanos en una terna de cuatro o cinco canciones. La canción ganadora se llama “La última”.
—¿No te quedas quieto con las composiciones?
—No, el 15 de julio pasado, presentamos con el “Negro” Joaquín Luna Tello, en el cierre de la XXI Feria del Libro de La Rioja un libro de canciones, o cancionero con letras integradas. Son las letras y sus acordes de los dos discos: “Alunados”, que ya se grabó; e “Insolados”, que estamos prontos a grabar.
—¿De qué tratan estos discos?
—“Alunados” es un disco que tiene un sonido mucho más íntimo, y con algunas canciones de temática amorosa o romántica, y otras con un compromiso más social, pero el sonido es muy íntimo. Nosotros decimos que “Alunados”, está integrado por canciones para ser interpretadas a la luz de la noche. Y lo que se viene ahora, “Insolados”, son canciones de mediodía, de sobremesa, un poquito más ágil, más rítmico, y quizás se vislumbra mejor ahí la impronta de raíz folclórica. Hacemos lo que podemos. Hay un dicho que sabía decir mi padre, cuando alguien que se mandaba a hacer algo que no sabía: me defendí como gato panza arriba.
—¿De quién heredaste esta vocación?
—No viene de mi familia. Creo que ha sido un descubrimiento desde la amistad. Es producto del mucho compartir. En mi barra de amigos todos son músicos, pero no lo saben. Son músicos y no se hacen cargo. No se dedican. Todos tocan y cantan. Somos un par los que intentamos hacerlo profesionalmente. Ese ha sido el primer impulso. Después, el asombro me ha ido empujando, ampliando las fronteras de lo sensible y fui descubriendo y metiéndome. Cada vez quería ir a fondo en la escritura, en la composición.
—¿De qué hablan tus letras?
—Intento que hablen de casi todo. Inicialmente, el disparador y mis primeras canciones, estaban impregnadas del paisaje, que me dictaba y me sigue dictando muchas cosas. Pero no se trata del paisaje muerto, sino más bien del paisaje humano. Creo que por ahí van mis búsquedas. No reniego del rótulo de poesía regional que me ponen, de hecho, me gusta, si existiera, esa denominación. Estoy de acuerdo con lo que dijo Leopoldo “Teuco” Castilla en el 1º Encuentro de Poetas del Norte Grande, acá en La Rioja, que todo poeta comienza cantando lo que ve en su región y si vamos al caso a todos les cabe la denominación de regionales. La universalidad viene después, pero me siento bien charlando poéticamente con mi entorno.
—¿Tienes alguna mecánica definida de composición?
—Me resultaba más fácil, trabajar más la palabra que la composición musical, pero me topé con poemas de gente amiga que me conmovieron y dispuse todo para ponerle música. Ahí fui creando canciones de letra y música, pero últimamente, todo lo que hemos venido trabajando con el “Negro” Joaquín Luna Tello, es de este modo: él me envía la música, el discurso musical, y yo trabajo sobre eso. Nuestro proyecto son todas sus músicas y todas mis letras.
—¿Eso influye en las temáticas?
—Con el “Negro” me pasa que sus melodías me proponen explorar otras temáticas que quizás con mi música no las hubiese abordado. Me pasa con Juan Arabel, que es un compositor tremendo de La Rioja, primo del “Negro” Joaquín, que vive en córdoba y con quien tenemos un disco inédito, que son todas sus músicas y todas mis letras. Con Monchi Navarro hicimos un par de cosas. Y después tenemos una obra colectiva para la Dionisia Díaz, una mujer muy churita del Bañado de los Pantanos, que la hicimos con Belén Perea, Claudio, Monchi y yo. Este último tiempo me ha pasado de trabajar colaborativamente con mucha gente que admiro un montón. Por ejemplo, con Nelson Scalisi, que es una de las mejores guitarras del país, y es de acá de La Rioja. Todos los que nos dedicamos con algo de seriedad a la música hemos tomado clases con él. Me habló recientemente para pasarme las melodías que quería que les ponga letra. Empezamos así y se formó un concepto, una idea de un proyecto lindo que tenemos en marcha.
Canción ganadora
Compartimos a continuación la canción “La última”, ganadora como Mejor Canción en el Premio Mercedes Sosa:
LA ÚLTIMA
Intro
Andaba solo por este mundo
acompañado de tanto adiós
entre mis cosas perdido el rumbo
nubes de humo y de confusión.
De pronto un brillo desconocido
trajo su luz en el apagón
y la tormenta de aquel olvido
con su rugido se evaporó.
Casi que muero sin conocerte
casi que vivo sin florecer
y me repito de aquel entonces
nunca alejarme de tu querer.
Intro
Era un volcán que se despedía
de las cenizas de lo que fue
no presentía que con tu chispa
toda una vida volvía a arder.
A veces pienso que lo perdido
trae consigo nueva ilusión
como ese puente de los suspiros
un remolino en el corazón.
Casi que muero sin conocerte
casi que vivo sin florecer
y me repito de aquel entonces
nunca alejarme de tu querer.
Letra: Carlos Paredes
Música: Joaquín Luna Tello
*Fundador y director de Diario Cuarto Poder. Profesor de Letras e Historia, periodista y escritor.
Datos del autor
Carlos Paredes nació en La Rioja el 11 de mayo de 1979.
Publicó los libros “Degustando vino y canto”, Editorial de Los Cuatro Vientos, Buenos Aires (2014); “Pircacuna de Coplas”, Editorial de los Cuatro Vientos, Buenos Aires (2015); “En donde vengo”, Lampalagua, La Rioja (2019).
Premios: 1º Premio de Poesía, Feria del Libro de La Rioja 2019; Ganador Pre-Chaya 2019, rubro Canción Inédita; 2º Premio de Poesía, Chaya 2019; 2º Premio Poesía, Feria del Libro de La Rioja 2018; 1º Premio Poesía Feria del Libro de La Rioja, 2018; Ganador Concurso “El Pueblo ya sabe de qué se trata”, Cultura de la Municipalidad de La Rioja, 2016; 1º Premio Poesía, Editorial de Los Cuatro Vientos, Buenos Aires, 2014; 2º Premio Poesía “Homenaje a Julio Cortázar 2014”, Editorial de Los Cuatro Vientos, Buenos Aires, 2014.