“Duele dejar el país que te formó, donde viven tu familia y tus amigos, pero acá somos respetados y podemos progresar”, coinciden los médicos mendocinos que accedieron a contarle a Clarín por qué mudaron sus consultorios del otro lado de la cordillera.
En las dos principales ciudades de la zona central de Chile, Santiago y Viña del Mar, son cada vez más los médicos argentinos que revalidan su título y buscan empleo en hospitales públicos y clínicas privadas.
En algunos casos, los profesionales mantienen a sus familias en Mendoza y viajan todas las semanas o cada quince días a trabajar a Chile.
Otros médicos, una vez que consiguieron empleo estable, decidieron instalarse en el país trasandino. No se trata de profesionales recién recibidos, la mayoría tiene más de 40 años, experiencia y deciden emigrar con parejas, hijos y comenzar una nueva vida.
Una guardia médica de 24 horas se paga entre 800 y 1.000 dólares. Es la opción con la que comienza la mayoría de los que cruzan a trabajar a Chile. El vuelo demora 45 minutos, el viaje en auto alrededor de 7 horas, según el tiempo de espera en la Aduana.
El médico que ejerce una especialidad como la pediatría cobra por mes entre 7 mil y 15 mil dólares, dependiendo de las horas que dedique a su trabajo.
La Unión de Pediatras Mendocinos (UPEM) denunció en un comunicado que lo que pagan obras sociales y prepagas viene en descenso desde 2018 y que, en los últimos cinco años, lo que perciben se ha devaluado cuatro veces. “Los médicos se van a trabajar a Chile o a otras provincias como San Luis, donde cobran mejor. Los jóvenes no se sienten atraídos por esta especialidad y no se cubren las vacantes en residencias”, argumentó la entidad.
Diego Irigo es un reconocido pediatra de Mendoza que emigró con su esposa y sus tres hijas a Viña del Mar en 2021. Era el director del hospital público Ramón Carrillo del Municipio de Las Heras, en el Gran Mendoza. A los seis meses de ingresar a una clínica de Viña del Mar, fue ascendido a jefe de emergencias.
“Inicié el trámite de homologación del título hace más de 10 años. Me recibí de pediatra en el 2005 en la Universidad Nacional de Cuyo y en 2008, emigré a España. Mi residencia la hice en un hospital de Madrid y luego trabajé en Canarias. Volví en 2013 y me encontré con un montón de dificultades económicas y crediticias. Pagaban mal y tarde, pasaban meses y tenía que estar detrás de un trámite administrativo con las obras sociales para cobrar”, comenta.
Como director del Hospital Carrillo, tuvo que hacer frente a la pandemia, recuerda que eso le significó mucho trabajo y estrés. La pérdida de capacidad de ahorro y la desvalorización de la moneda argentina, fueron determinantes para decidir emigrar.
El médico dice que un ejemplo de su vida cotidiana le bastó para entender que tanto esfuerzo no alcanzaba. “Quería regalarle a mi hija una bicicleta y, cuando vi los precios, me di cuenta de que trabajaba todo el día pero mi salario no me alcanzaba para esos gastos”.
Irigo viajó a rendir el examen de revalidación y acreditar su especialidad como pediatra. Renunció en diciembre de 2020 a su cargo de director de hospital. Dice que eligió Chile porque no hay que soportar la cadena de las obras sociales que demoran hasta seis meses en pagar ni la inflación que liquida esa ganancia. “Lo que trabajo en un mes, lo cobro ese mes”, afirma.
En lo profesional, se fue dando todo bastante rápido: “Me integré a un servicio de urgencias y, en pocos meses, me nombraron coordinador. Soy jefe del servicio de urgencias de la región. Hago tareas asistenciales en consultas médicas y urgencias de una clínica”, detalla.
Emigrar ha sido una decisión profesional y familiar. “Tengo una esposa increíblemente compañera que me permitió tomar esta decisión, porque no es fácil mudar a tu familia y alejar a tus hijas de su escuela, sus amigos, y el club”.
Sobre la ecuación económica, ingresos y costo de vida, dice: “En Chile un médico pediatra puede ganar entre 10 o 15 mil dólares mensuales. Pero la vida es mucho más cara: la salud, la educación, los alquileres (unos 650 dólares un tres ambientes). Pero los sueldos son mejores, incluso creo que mejor que en Europa y España. Uno regula la cantidad de su trabajo en base a sus necesidades, y puede ahorrar, irse de vacaciones, cambiar el auto… Lo que en Argentina ya era una cosa imposible”.
Y destaca: “En 12 años que llevaba trabajando de pediatra en Argentina, mi sueldo se había reducido a la mitad, siendo que en los últimos años había asumido como director de un hospital. Salvo la educación, el resto de los gastos de Chile son menores en base al salario que se percibe”.
Otro aspecto que los médicos que emigran destacan es la posibilidad de crecer en lo profesional: “Nos insertamos muy bien, te ofrecen cursos, capacitaciones y tenemos libertad para planificar las horas de nuestro trabajo. En Argentina, nunca pude tener vacaciones en invierno porque siempre surgían contratiempos”, cuenta Irigo.
El bienestar de la familia también influyó en la decisión de instalarse definitivamente en Viña del Mar. “Tenemos 3 niñas que obviamente tuvieron que adaptarse. Las nenas tenían entre 12 y 7 años cuando llegamos. Fue complicado dejar a su club, sus amigas. Por suerte se han adaptado muy bien, hicieron nuevos amigos, tienen juntadas todos los fines de semana y hacen deporte”.
A Irigo no deja de sorprenderle la cantidad de profesionales que han emigrado a Chile o iniciado sus trámites para revalidar títulos. “Médicos de más de 20 años de experiencia, incluso profesores universitarios. Es carísimo formar un profesional en Argentina y que se vaya. Y la gente no está interesada en estudiar pediatría, algo está pasando. de acá a 10 años, no se qué puede pasar, hay que repensarlo”, sostiene.
“En Chile hay falta de profesionales en la mayoría de las especialidades. Argentina, para contener a sus profesionales, primero debe estabilizar su economía, dar sueldos dignos que permitan pagar un alquiler, no puede ser que un médico gane menos que un trabajador no profesional”, opina el médico.
Y se lamenta: “Es muy triste tener que irse. Amo a la Argentina, la medicina, pero uno busca el equilibrio entre lo físico, psíquico y lo afectivo. Nunca se ponderó a los médicos en la Argentina y perdemos la oportunidad de contener a los jóvenes”.
El cirujano traumatólogo Matías Roby llegó a tener una clínica especializada en medicina del deporte en Godoy Cruz y ocupó el cargo de ministro de Salud de la provincia, entre 2011 y 2015, en el gobierno del kirchnerista Franciso “Paco” Perez.
Roby cerró su clínica durante la pandemia y aceptó la propuesta de trabajo que le llegó desde Chile. Vuelve a Mendoza casi todos los fines de semana, donde sigue operando algunos pacientes y todavía viven su esposa y sus hijos. En cantidad de días, vive tres semanas al mes en Santiago y una semana en Mendoza
“Voté a Milei”, le dice a Clarín. Y enumera: “En Argentina no hay reglas de juego claras. Decidí irme porque tampoco hay previsibilidad. Debe ser el país que más profesionales jóvenes exporta”.
Fundamenta su voto al economista de la Libertad Avanza en que: “Milei es el único que no va a votar el status quo. Argentina es un hermoso país con demasiada gente que lo tira para atrás. Estamos en manos de los gremios, piqueteros y planeros. Va a costar salir del populismo, de esa mediocridad, donde no existe la meritocracia”.
Sobre la facilidad que tienen los médicos argentinos para radicarse en Chile, explica que depende de cuándo egresaron. “Los profesionales recibidos del 2000 para atrás tienen que rendir un examen escrito que cubre toda la carrera para ejercer en Chile. A partir de 2000, solo piden cumplir un trámite administrativo para trabajar y deben validar la especialidad a través de un examen en el Conacem”.
Una llamada telefónica del especialista en medicina deportiva Roberto Yañez le abrió la puerta a Roby a planear una carrera profesional del otro lado de la Cordillera de los Andes. Ahora trabaja en una clínica de Santiago con el equipo que asiste al club Colo Colo y la selección de fútbol chilena.
“Fue bien difícil tomar la decisión de venir a Chile. Se me hizo un nudo en el estómago, todos mis pergaminos quedaron del otro lado de la cordillera. Es volver a empezar. En febrero de 2021, obtuve la visa de trabajo que me dura hasta 2025. Estoy trabajando en un centro de innovación y desarrollo, en el armado de una división de entrenamiento de cirujanos que tiene una inversión de 5 millones de dólares”.
En la experiencia de volver a empezar despues de 30 años de profesión, Roby dice que no se arrepiente. “La gran ventaja de estar en una ciudad cerca de Mendoza es que puedo volver cada fin de semana con mi familia y mantengo aún relación con mis pacientes”, dice.
Al estar trabajando en Chile, Roby ha podido incorporarse a la comisión médica de Conmebol y contactos con laboratorios para desarrollar la medicina del deporte en Sudamérica. Dice que un médico de su especialidad cobra entre 7 mil y 10 mil dólares al mes y debe pagar al Estado el 13% de lo que factura.
El cirujano mendocino dice que Chile no busca masivamente a médicos del extranjero porque sus médicos están bien formados y capacitados. Muchos viajan a Estados Unidos ha realizar sus especialidades. Pero, advierte, “se necesitan médicos de guardia y algunas especialidades puntales, que son muy valoradas”.
Progreso
La médica clínica María Jimena Maugeri llegó a Chile para realizar guardias médicas y en solo 7 años, logró tener su propio consultorio especializado en medicina estética. “Me fui de Mendoza en diciembre de 2015 a vivir a Viña del Mar, donde había trabajo mejor remunerado y en especial, de menos horas que las que le dedicaba a mi profesión en Argentina.
A los pocos meses de llegar, notó la diferencia entre ser médica en Argentina y en Chile: “Somos valorados y considerados fundamentales. Me ha pasado de no tener que esperar por un trámite porque tengo la prioridad por ser médica, que un banco nos den créditos por el solo hecho de ser médico y el respeto que toda la población le tiene a sus médicos”.
Maugeri se instaló en Chile con su marido que es economista y su hija menor, de 15 años. Comenzó a trabajar como médica general urgencias en hospitales y, gracias a una especialidad que había realizado en medicina estética, logró ser contratada en un una clínica en Viña del Mar.
“Vino la pandemia y la clínica cerró. Me empezaron a llamar pacientes y decidí abrir mi propia clínica”, detalla.
Feliz de vivir frente al mar y de poder tener tiempo libre para ella y su familia, dice: “En Argentina trabajábamos un montón y llegábamos con lo justo, no se podía proyectar, crecer en lo profesional ni pensar en una buena jubilación”.
La decisión de emigrar llegó tras una pequeña anécdota y un caso de inseguridad que sufrió su hijo mayor: “Recorría domicilios para atender pacientes y recibo un aumento que significaba el valor de una tortita (el snack tradicional de los mendocinos). Y, sumado, que poco antes de irnos, asaltaron a mi hijo en la calle, le pusieron un revólver en la cabeza para sacarle la mochila y el celular. Fue el límite para nosotros”.
Destaca el rol del médico en Chile: “Somos respetados, valorados. Acá uno crece en la profesión, trabaja bien, la plata alcanza y se puede ahorra”.
En Viña del Mar las guardias son por 12 o 14 horas. Dice que una hora de guardia se paga entre 16 a 25 dólares, y un especialista, recibe entre 35 y 55 dólares por hora de trabajo. El costo de vida en Viña del Mar es menor que en Santiago, la capital.
El cambio de país le permitió a esta médica especializarse: “Me han ofrecido capacitación gratuita, he ido a muchos congresos afuera del país que realizan los laboratorios, con todo pago. Es impresionante cómo invierten en los médicos. Por eso, muchos médicos conocidos y compañeros de la facultad quieren venir a trabajar en Chile”.
Su balance es positivo: “Estudié medicina en la universidad privada mientras trabajaba. Con mi marido hicimos tantos esfuerzos para mantener los empleos que teníamos en Argentina y los riesgos que implica salir a la calle, pero no nos alcanzaban para vivir. Se extraña la familia pero estoy cerca y puedo viajar seguido a ver a mi padres y mis hermanos”.
Médicos taxis
Para Pablo Nosal (35), médico neonatólogo que trabajó en los hospitales Notti y Luis Lagomaggiore de Mendoza, la posibilidad de instalarse definitivamente en Chile con su familia, está cada vez más cerca.
Durante todo este año, viajó cada 15 días a realizar guardias médicas en hospitales de Santiago y Viña del Mar. Su mujer, que también es médica, continúa trabajando en Mendoza. Tienen dos hijos en edad escolar y armaron una nueva logística que contempla sus viajes.
“Los días que estoy en Mendoza trabajo muy poquito, en algunos empleos que tenía en una clínica privada. He dejado de lado mi cargo como médico del Ministerio de Salud provincial. En Chile realizo guardias en neonatología que se pagan entre 4 y 6 veces más que en Argentina”, contó.
Dice que fue una decisión profesional y económica buscar empleo fuera del país: “nos costaba mucho pagar las cuentas, a pesar de tener 5 trabajos con mi esposa”.
Como sus colegas, Nosal explica que no es el ingreso la única motivación que lo ha llevado a intentar una carrera en el país trasandino: “El médico es valorado, puede tener tiempo de descanso y perfeccionamiento”.
Observa que hay gran cantidad de médicos extranjeros trabajando en Chile. “Tienen una muy buena formación académica de los especialistas y la disponibilidad de equipamiento de alta tecnología y el acceso a medicamentos nuevos”.
Sobre el futuro, explica: “Mis hijos sufren este modo de vida, que su papá no está muchos días en casa. Tiene un costo emocional y, por eso, evaluamos instalarnos en Chile”.