La magistrada se encuentra en una suerte de limbo jurídico desde que superó la edad límite para el ejercicio de su función. Qué o quién podría destrabar la situación.
El llamado Fallo Schiffrin es aquel por el cual el Máximo Tribunal dispuso que los jueces deben jubilarse al cumplir los 75 años de edad, salvo que cuenten con un acuerdo del Senado de la Nación para la continuidad en el cargo.
Ahora bien, sin ese acuerdo del Senado, la jueza Ana María Figueroa sigue en el cargo tras haber cumplido 75 años, y se encuentra por lo tanto en una suerte de “limbo jurídico” que sólo puede destrabar una decisión del presidente de la Suprema Corte de Justicia, Horacio Rosatti. Es que el también titular del Consejo de la Magistratura debería indicar al administrador del cuerpo que suspenda el pago del sueldo de la magistrada, tal como se había conversado en el organismo. Sin embargo, eso no sucedió y Figueroa sigue percibiendo sus haberes.
Los jueces de la Cámara de Casación Federal, como no disponen de la facultad para hacer cesar a uno de sus pares, le hicieron llegar un pedido de intervención a Horacio Rosatti, como presidente del Consejo de la Magistratura y de la Suprema Corte con la finalidad de que ambas instituciones adopten las medidas del caso.
En el Consejo se pensó que la manera más efectiva de hacerle entender a la doctora Ana María Figueroa que debía cesar en su cargo era dejar de abonarle el sueldo y se había alcanzado un consenso en ese sentido. Para que ello se hiciera efectivo, era Horacio Rosatti quien debía dar una orden al administrador, que depende de la presidencia del organismo. El administrador no ha recibido hasta ahora ninguna orden al repsecto y el sueldo de la jueza sigue siendo pagado con normalidad.
Rosatti manifestó por su parte que era la comisión de selección la que debía llamar a concurso y así hacer cesar a Figueroa. Sin embargo, esa solución no haría más que prolongar la vida de la magistrada en Casación, ya que los concursos demoran unos seis años en promedio, dada la paralización en la que se encuentra el Consejo de a Magistratura.
Por esa razón, en el transcurso del fin de semana hubo numerosos llamados de enojo de todo tipo contra Rosatti y se convocó a una reunión para este miércoles, con la finalidad de que el presidente del Consejo adopte una medida, indicando al administrador que comunique la baja de Figueroa.
Entre tanto, en la Suprema Corte de Justicia no hubo movimientos, porque aparentemente la nota de los jueces de Casación no generó un expediente y tampoco hubo ninguna circulación entre los ministros, al menos según surge de la circulación pública. Ello también motivó llamadas de jueces de Casación a la vocalía del presidente de la Corte, pero allí fueron atendidos por Silvio Robles, operador del juez Horacio Rosatti.
La respuesta a la inacción del presidente de la Corte y del Consejo de la Magistratura podría tener origen en una antigua relación con Ana María Figueroa ya que Rosatti fue colaborador de esta jueza en la cátedra de Derecho Constitucional, y luego fue ella quien firmó el sobreseimiento del juez supremo en diciembre del año pasado en una denuncia por enriquecimiento ilicito.