La remontada de las PASO que le permitieron imponerse en las generales para competir en un balotaje frente a Javier Milei consagraron al ministro de Economía como la figura fuerte del espacio.
Una hora después de que se cerraron los comicios en el peronismo cambió el ánimo. Empezaron a dejar atrás la incertidumbre que había agobiado a muchos dirigentes a lo largo del fin de semana. “Sergio recupera votos en todas las provincias”, fue la sentencia de un funcionario de extrema confianza cuando ya habían pasado algunos minutos de las 19 y corría un fresco agradable por la Avenida Corrientes.
Para ese entonces en el búnker de Complejo C la expectativa se empezaba a convertir en realidad. Los bombos que no estuvieron en las PASO, se empezaron a escuchar en los alrededores y el viento que se levantó entrada la noche dispersó el olor de los chorizos que se cocinaron a fuego lento en la esquina del búnker. Choripán, color y un poco de mística. La cultura popular enclavada en Chacarita.
En el corazón del peronismo reconocen que la campaña del miedo se metió en el conurbano bonaerense y en los sectores populares. “La gente está muy golpeada, pero no quieren perder lo poco que tienen”, se sinceró un importante funcionario del gobierno nacional. De alguna forma, entienden que una gran mayoría se inclinó por un candidato que promete estabilidad y no está dispuesto a romper el sistema. Massa levantó 10 puntos entre las PASO y las generales. El mensaje del peronismo rompió las barreras del núcleo duro.
En el equipo de campaña de Unión por la Patria (UP) el optimismo se generó en las últimas tres semanas, cuando los números de las encuestas empezaron a posicionarlo cerca de Javier Milei, peleando por el primer puesto. Existía un gran convencimiento de que las medidas económicas para amortiguar el impacto de la devaluación y la inflación iban a tener un fuerte impacto positivo en la sociedad. Los números reflejan que la proyección tenía argumentos donde sostenerse.
Ese optimismo que estaba concentrado en un puñado de dirigentes cercanos a Massa -muchos gobernadores e intendentes mantenían la cautela – se multiplicó en el atardecer del domingo cuando los datos que llegaron de distintas provincias y municipios fueron todos positivos. En las mesas donde había perdido por el doble de votos, seguía perdiendo pero por solo un puñado de sufragios. En otras mesas dio vuelta el resultado respecto a las PASO. Y en otras ganó por más votos que hace dos meses. Siempre sumó, que era lo importante.
El ministro de Economía recuperó votos en Tucumán, Salta, Mendoza, Córdoba, Buenos Aires, Río Negro y La Pampa. También en La Matanza, Malvinas Argentinas, Tigre, Almirante Brown y San Martín. Retrato de una recuperación nacional, respecto a las PASO, que le permitió a Massa consolidar el primer puesto con el 36,50% de los votos. Impensado para todo el arco político e incluso para el propio peronismo.
¿Y el impacto de la inflación de dos dígitos de los últimos sesenta días? ¿Y el dólar blue a $1000? ¿Y el escándalo de Insaurralde? ¿Qué pasó con esos datos negativos que amenazaban la candidatura de Massa? Un ministro nacional arrojó una conclusión que permite tener un panorama sobre cómo lo interpretaron adentro del espacio político.
“Milei hizo un milagro que es que no discutamos inflación, sino que discutamos de la continuidad de la escuela pública y la tenencia de armas. La discusión fue mucho más estructural y el mal de la inflación fue absorbido en las PASO. En este tiempo la gente se sacó el enojo de la cabeza. Y, además, Sergio mostró su capacidad impresionante para llevar adelante la campaña”, analizó.
El día después de las elecciones primarias Massa y su equipo decidieron concentrar la campaña en desarticular las propuestas de Milei. Explicar qué pasaría si las ideas extravagantes del líder libertario se pusieran en práctica a partir del 10 de diciembre. “No puede haber dos derechas o dos oposiciones en un balotaje. Nosotros vamos a estar”, aseguraban una y otra vez en el búnker de calle mitre.
Esa decisión tenía como segundo objetivo marginar de la discusión electoral a Patricia Bullrich. Lo lograron. La candidata del PRO no pudo enfocar su campaña durante la mayor parte del segundo tramo. Quedó sin tema, sin una línea argumental clara y abrazada a la idea de enfrentar solo al kirchnerismo. El resultado fue demoledor. Sacó el 23% de los votos y quedó a siete puntos de distancia de Milei, que se metió en el balotaje con la misma cantidad de votos que obtuvo en agosto. una señal preocupante para su proyección electoral.
El mensaje de lo que se siente en el peronismo por estas horas lo dio con claridad el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, uno de los principales ganadores de la jornada. “La campaña no terminó. La campaña termina el día que Massa sea presidente. No hay que descansar, hay que seguir. Necesitamos un gobierno nacional”, sostuvo en el búnker, que estaba colmado por militantes y dirigentes eufóricos.
Cuando le tocó hablar, frente a militancia que le gritaba “en noviembre cueste lo que cueste, en noviembre tenemos que ganar”, Massa volvió a pedir un “gobierno de unidad” y le dio inicio al tercer tramo de la campaña: “Quiero hablarles a los que eligieron a Myriam (Bregman), Juan (Schiaretti) y a todos los radicales que hay a lo largo y ancho de la Argentina, y que comparten valores democráticos con nosotros”.
Así arrancó la pesca de votos para ganarle a Milei en la batalla final. Serán 25 días de campaña. A todo o nada. Y fue con un cambio estético marcado. Ahora el lema es “Argentina. Si”, que dejó a un margen el sello de “Unión por la Patria”. También apareció en los carteles el apellido Massa con una bandera argentina en la última a.
El toque final fue la decisión de que el candidato peronista suba a hablar solo, sin el resto de la dirigencia. Y, antes de cerrar el discurso, haga subir a su familia y a Agustín Rossi, su mujer y sus hijos. Una forma de mostrar la unidad familiar frente a un proyecto más personalista como el que expone Milei. Todo pensado. Todo diagramado para dar un mensaje sin fisuras. La campaña del detalle.
La construcción de un nuevo liderazgo
Además de ingresar en el balotaje como el candidato más votado, Sergio Massa empezó a construir un nuevo liderazgo dentro del peronismo. Lo avalan los resultados y el rol protagónico que tomó en la campaña, de la que Alberto Fernández y Cristina Kirchner se corrieron con el objetivo de no perjudicar su candidatura. El ministro de Economía se puso al frente del proceso electoral y ordenó al espacio político, harto de tanta interna entre el Presidente y la Vicepresidenta.
En el peronismo hay muchos dirigentes que ven a Cristina Kirchner en retirada de su lugar preponderante. Seguirá, como hasta ahora, siendo la líder del kirchnerismo, pero no de todo el universo peronista. Ese lugar está vacante. Alberto Fernández – hoy fuera del esquema de poder político de Unión por la Patria – no pudo ocuparlo. Pese al pedido de sindicalistas, gobernadores e intendentes de que construya un liderazgo potente que conduzca a la mayoría, lo que CFK ya no estaba haciendo.
Ese lugar parece estar destinado para Massa, aunque aún debe ganar el balotaje para poder lograrlo. En el peronismo conduce a la mayoría quien gana elecciones. Al ministro de Economía le queda dar un paso para ser presidente de la Nación y otro paso para convertirse en el nuevo líder del peronismo. Los gobernadores y los intendentes reclaman una nueva conducción desde hace tiempo, pero son conscientes de que solo la tendrán si hay un nuevo presidente peronista en la Casa Rosada.
La interna furiosa del fallecido Frente de Todos implosionó al espacio político e impidió tener una conducción clara. Massa fue el encargado de unir las piezas del jarrón. El primer paso lo dio jugando a fondo 24 horas antes del cierre de listas para que los gobernadores apoyaron una candidatura de unidad con su nombre propio en la boleta, y desarmaran la interna que durante menos de un día llegaron a disputar Eduardo “Wado” de Pedro y Daniel Scioli.
El segundo paso fue ganar centralidad plena en la campaña y en la gestión de gobierno, y limitar la injerencia de los distintos sectores de la coalición en la estrategia electoral. La levantada entre las PASO y la elección general lo fortaleció y lo dejó parado en la segunda vuelta como un candidato competitivo. “Lo que viene a partir de este lunes es juntar voto por voto. Uno a uno. No sirve ir a buscar dirigentes, hay que ir a tocar puertas”, resumió un influyente intendente del conurbano.
En ese podio de nuevos liderazgos que se está construyendo después de esta elección está Axel Kicillof. El Gobernador es la máxima expresión del kirchnerismo con votos. Ganó con un 45% la provincia más poblada del país y lo hizo en un contexto muy duro por la alta inflación. Y, sobre todo, lo hizo después de resistir las presiones de Máximo Kirchner para que sea candidato a presidente.
Kicillof se quedó en su sillón de gobernador y fue abrazado por un grupo de intendentes que tienen una fría relación con La Cámpora. Jorge Ferraresi (Avellaneda), Fernando Espinoza (La Matanza) y Mario Secco (Ensenada) confluyeron en una nueva alianza política territorial con el mandatario bonaerense y La Patria es el Otro, la agrupación que conduce Andrés “Cuervo” Larroque, que tomó distancia de la conducción camporista y estrechó el vínculo político con Kicillof.
Si Massa logra llegar a la presidencia, en el oficialismo ya imaginan una sólida sociedad entre el ministro de Economía y Kicillof. El comienzo de una nueva etapa en el peronismo, después de 20 años donde los Kirchner mantuvieron la conducción del espacio, aún debilitado por los resultados electorales y la incapacidad de ganar solo con la marca K.
Si hasta ayer en Unión por la Patria había optimismo por llegar al balotaje, después de que el lugar en la segunda vuelta quedó garantizado, el clima positivo se multiplicó. Están convencidos que Massa será el nuevo presidente y que tiene margen para construir una mayoría que le permita derrotar a Milei. Con prolijidad, convicción y un mensaje contundente respecto a las consecuencias de un posible gobierno del libertario.
Un ministro nacional que estuvo en el festejo íntimo del oficialismo fue contundente sobre lo que viene de aquí en adelante para la campaña rumbo al balotaje. “Ahora es la esperanza contra la bronca, el orden contra el caos, un proyecto serio contra uno inviable”, advirtió. Ese será el pulso de la campaña que estará concentrada en tres semanas.
“Si hay algo que quedó en claro es que la grieta murió. Empieza una nueva etapa”, aseguró Massa, que fue abrazado por una militancia heterogénea compuesta por sectores que aceptaron su candidatura a regañadientes y otros que la celebraron, convencidos que era la mejor opción para renovar la conducción del espacio y ser competitivos.
Minutos después de que el candidato a presidente terminó de hablar y se abrazó a Malena Galmarini arriba del escenario, todo se quedó a oscuras en el Complejo C. Se cortó la luz por unos minutos. En ese instante la militancia empezó a caminar hacia la puerta cantando la marcha peronista al ritmo del bombo del Tula. El festejo parecía interminable. Entonaron la canción que los une a todos, más allá o más acá de la letra K. El punto de encuentro de la familia ensamblada.