En Unión por la Patria creen que el pacto entre el ex presidente, Javier Milei y Bullrich va a diluir la identidad del proyecto de La Libertad Avanza. Advierten que es el momento de “abrazar al radicalismo”.
El peronismo se mira en el espejo y encuentra tranquilidad. No hay internas bajo la luz del sol, en la superficie, ni escándalos que contener. No hay explicaciones para dar después de las elecciones del último domingo. El triunfo de Sergio Massa eliminó incertidumbre y activó el optimismo. Pero, al mismo tiempo, provocó el estallido de Juntos por el Cambio, que este jueves ya parece ser parte del pasado político de la Argentina.
La coalición opositora quedó pendiendo de un hilo. En los hechos, se fracturó. Pero aún restan algunos movimientos y expresiones formales que pongan el punto final al armado político electoral que, bajo el nombre de Cambiemos, se fundó en el 2015 con una alianza entre Mauricio Macri, Elisa Carrió y Ernesto Sanz, y que en el 2019 pasó a llamarse Juntos por el Cambio, una renovación en la marca que no impidió el triunfo de Alberto Fernández.
En Unión por la Patria (UP) hay concentración absoluta en la campaña. No están permitidos los pasos en falso ni las expresiones desafortunadas. Con el mandato de Massa cada vez más sólido, la dirigencia juega con pases cortos para no errarle y se limita a repetir el discurso de unidad nacional, trabajo conjunto y orden político que el ministro de Economía viene expresando.
“Macri destruye todo. Primero lo destruyó a Rodríguez Larreta, después a Bullrich y ahora hará lo mismo con Milei. Es un hombre que tiene un espíritu destructivo”, reflexionó un funcionario kirchnerista en la tarde de ayer, cuando la alianza opositora estaba encerrada en un laberinto de fuego. Las posturas públicas de cada sector hicieron estallar la coalición en vivo y en directo. Ahora, a diferencia de otros estallidos, parece no haber retorno.
En el oficialismo tienen en claro que hubiesen vivido una situación similar si se quedaban afuera del balotaje. La suerte estaba echada para las dos coaliciones en caso de quedar en el tercer lugar. Tensión al máximo, explosión y la disgregación de las partes. Un final anunciado. Los votos empujaron a Massa hacia arriba y hundieron a Bullrich. Y la candidata del PRO optó por jugar una segunda partida, ahora como aliada de Milei.
En el caso de Juntos por el Cambio también había claridad sobre cómo podría continuar el proceso. Pasó lo que los propios dirigentes anticipaban que iba a pasar. Mauricio Macri y Patricia Bullrich apoyaron a Javier Milei, y el radicalismo y la Coalición Cívica anunciaron que no se inclinarán por ningún candidato. Se abrió una grieta profunda y ancha que derivó en la guerra final bajo el mismo techo.
La idea que sobrevuela en el peronismo es que el apoyo de Macri y Bullrich a Milei terminaron de desfigurar la identidad del proyecto político libertario. “Hasta hace pocas horas Patricia era la montonera que había puesto bombas en un jardín de infantes”, resaltó un funcionario nacional cercano a Massa sobre la incongruencia en el discurso del líder de La Libertad Avanza (LLA), que aceptó una alianza con una parte del PRO.
“El problema lo tiene Milei ahora. Va a poner al frente del ministerio de Seguridad a alguien que ponía bombas en los jardines”, chicaneó un dirigente de peso en el massismo. Y agregó: “¿Macri lo va a ayudar como ayudó a Horacio y Patricia?”. Los dardos venenosos que salen del peronismo están cargados de ironía por el cambio radical de Milei en tan solo cinco días. Antes y después de las elecciones del domingo.
En las filas oficialistas se repite una idea cada vez con más frecuencia. “No hay que equivocarse. Con eso solo vamos a llegar a la presidencia”. Es primordial evitar errores no forzados frente a la crisis que vive la oposición, porque no solo Juntos por el Cambio implosionó, sino que también en LLA emergieron tensiones internas por el acuerdo de Milei con Macri y Bullrich.
Es una semana para que la oposición se desgaste sola. Sus internas, sus cortocircuitos, sus acusaciones impiadosas cruzadas, sus facturas del pasado que aparecieron en el presente como consecuencia de la dura derrota. El peronismo sabe bien el daño que genera una interna porque la tuvo viva durante tres años de gestión de Alberto Fernández. Por eso sabe también que el silencio es un buen amigo para mirar como el rival se dispara en los pies.
Esa interna fracturó el gobierno que tiene mandato hasta el 10 de diciembre. La interna de Juntos por el Cambio hizo volar por los aires la alianza de la oposición más fuerte hasta la irrupción de Milei. ¿Qué viene hacia adelante? Es una gran incógnita. Pero, en un principio, Macri y Bullrich, con el sector más duro del PRO, se metieron en la casa libertaria y el resto de la coalición tiene pensado seguir – seguramente bajo otro nombre – como una coalición opositora a las dos expresiones políticas que competirán en el balotaje.
En el peronismo sienten que es el momento indicado para salir a pescar votos. Pero con tranquilidad y con un discurso moderado y ordenado. Buscar cautivar a los ciudadanos que buscan estabilidad. Pese a la crisis económica y la alta inflación. “Hay que abrazar a los electores del radicalismo, no a los dirigentes. Eso se verá después”, indicó un referente del massismo, donde se repite otra idea expresada por Massa: “Los dirigentes no arrastran a la gente de un lugar a otro”.
“Juntos por el Cambio se generó su propio daño. Como lo hicimos nosotros, intensamente, tiempo atrás”, reflexionó un dirigente social, que comparó el daño que Macri le generó a su coalición con el que también provocó Cristina Kirchner sobre la alianza peronista que sigue gobernando. La diferencia es que en la actualidad el peronismo se ordenó detrás de la figura de Massa y la oposición se disgregó frente al resultado electoral y las infinitas diferencias sobre cómo conducir el espacio político.
En el oficialismo creen que el apoyo del ex presidente no influirá demasiado en la candidatura de Milei, más allá de que si figura tenga buena aceptación en Santa Fe, Mendoza y Córdoba, donde se juega una parte importante de la elección. Aún nadie sabe si Macri hará campaña explícita por el libertario o no. Pero no los desvela. “Macri ya no es un referente político en la sociedad”, sentenciaron en el búnker de UP.
Además, creen que la destrucción de Juntos por el Cambio para apoyar a Milei es una señal negativa para el electorado. Sobre todo porque mucha gente puede haber votado a la coalición considerando que su límite para un cambio era el libertario y ahora, con la alianza partida y con posiciones diametralmente opuestas, perdió la brújula.
El peronismo trabaja con cautela el tercer tramo de la campaña. Va a evitar meterse en el conflicto que se está dando en la vereda de enfrente. “Que se desgasten solos. Mientras ellos se pelean, nosotros mostramos gestión. Ellos se dicen barbaridades y nosotros transitamos el camino de la unidad detrás de Sergio”, sostienen en el corazón de la campaña oficialista.
El caos opositor es capitalizado por Massa que mantiene alineado el espacio que está representando. En definitiva, le sirve para dar el mensaje de estabilidad y congruencia que buscó construir durante la campaña. El triunfalismo que hay en el oficialismo es aplacado por él mismo. “Todavía falta. Hay que seguir trabajando”, le dijo a la dirigencia en más de una oportunidad.
Massa se abraza al orden de su campaña mientras el caos se apodera de la oposición. Una señal que le suma a su candidatura en medio de una competencia frenética y ajustada por gobernar la Argentina.
fuente: infobae