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Los analistas aseguran que una buena parte de los no que se habían definido puede inclinarse por esta opción al no sentirse representados por Sergio Massa y Javier Milei.

 

¿Javier Milei o Sergio Massa? Cuando el ciudadano no se siente representado por ninguno de los candidatos aparece una opción dentro del cuarto oscuro: votar en blanco. Esa posibilidad comenzó a percibirse cada vez más en conversaciones informales y -aunque es difícil medirla- algunos encuestadores aseguran que bue

 

El voto en blanco superó el 5,5% en las últimas PASO, pero bajó más de la mitad en las elecciones generales hasta llegar al 2%. Esa tendencia a la baja, sin embargo, podría volver a cambiar este domingo ante una oferta electoral acotada a sólo dos candidatos. Los analistas consultados por Infobae prevén un incremento del voto en blanco justificado, principalmente, en que algunos votantes de Patricia Bullrich, que salió tercera en los últimos comicios, no se sienten representados por los candidatos de la segunda vuelta.

 

El voto en blanco es todo un mensaje. Siempre hay una parte de la población que no se siente identificado con los candidatos y puede elegir esa opción. Muchas veces es casi testimonial, para dejar asentada una posición. Las mediciones no muestran para este domingo un fenómeno detrás del voto en blanco, pero sí podría crecer y estar por encima del 4% o 5%”, aseguró el consultor Facundo Nejamkis, director de la consultora Opina Argentina.

¿Por qué podría crecer el voto en blanco? El consultor está convencido de que el secreto está en los seis millones de argentinos que votaron a Bullrich en las elecciones de octubre. “Es el votante más decepcionado de todo el proceso. Primero pensaron que Juntos iba a ser la fuerza más votada en las PASO y después estaban seguros de que la candidata entraba en el balotaje. Ahora no tienen quién los represente”, explicó Nejamkis. Desde su consultora calculan los indecisos alrededor de un 12% y buena parte de ellos podrían volcarse por el voto en blanco, estimó.

El balotaje de 2015 aparece como el único antecedente de una segunda vuelta en la historia electoral argentina. El voto en blanco en el choque entre Mauricio Macri y Daniel Scioli fue bajo: apenas el 1,18%, el piso de la última década, según el análisis realizado por Infobae. El voto en blanco se redujo en el balotaje a menos de la mitad que en las elecciones generales de ese mismo año, cuando había llegado al 2,5%.

El tercero en esos comicios generales de 2015 había sido Massa, entonces candidato del Frente Renovador, que había sacado el 21% de los votos. “El votante de Massa en 2015 ya sabía que su candidato no iba a estar en el balotaje. Sabía que iba a tener que elegir entre Macri o Scioli. En cambio, el votante de Bullrich tenía esperanzas de que su candidata fuera presidenta porque su fuerza era la principal opositora al gobierno hasta hace pocos meses”, insistió Nejamkis.

El analista Sergio Berensztein abrió un signo de interrogación sobre el voto en blanco dentro del balotaje porque sólo existe el antecedente de 2015. “No sabemos cuán pragmático es el electorado argentino. Los que no estén convencidos por ninguno de los candidatos, ¿se harán cargo de votar a quien consideren el mal menor?”, cuestionó. “Las encuestas hablan de un número importante de votos en blanco, pero no sabemos si esas personas se escudan en esa opción para no decir públicamente a qué candidato apoyan”, explicó.

Berenzstein, además, recordó que algunas expresiones de dirigentes de Juntos por el Cambio podrían colaborar con el voto en blanco y el ausentismo. A diferencia de Macri y Bullrich, que hicieron un pacto con Milei, Elisa Carrió adelantó que no iría a votar y la Unión Cívica Radical se declaró neutral. “No podemos asegurar que los simpatizantes de estos partidos seguirán los mandatos de los líderes partidarios”, agregó.

¿Qué impacto electoral tiene el voto en blanco en el balotaje? Desde la Cámara Nacional Electoral negaron que esta elección aumente las posibilidades del candidato que saque más votos. Sebastián Schimell, secretario de Actuación Electoral de ese tribunal, dijo: “En una elección de segunda vuelta, gana la agrupación que más votos obtenga. El candidato que tenga un voto más que el otro, va a ser proclamado presidente”, explicó.

“El voto blanco es válido según nuestro Código Electoral, no es nulo, pero no computa para ninguno de los dos candidatos”, dijo. Y aclaró que, al momento del escrutinio, los votos en blanco “quedan afuera antes de empezar este recuento” y “queda excluido al momento de determinar los porcentajes” del balotaje. “El voto en blanco, en ese sentido, no beneficia especialmente a ninguno de los dos. El candidato que más votos afirmativos obtenga va a ser el que gane”, insistió en una entrevista con TN.

La última década

Como también ocurre con el ausentismo, el porcentaje más alto de voto en blanco y nulos suele registrarse en las PASO, según en análisis realizado por Infobae sobre las elecciones de la última década. Además de lo ocurrido este año, el voto en blanco sólo superó el 5% en las primarias presidenciales de 2015 y, por debajo de esa cifra, las internas de 2011 registraron el 4,4%.

El antecedente más importante de las últimas décadas ocurrió en las vísperas de la crisis de 2001, cuando el “voto bronca” se apoderó de las elecciones legislativas durante la presidencia de Fernando de la Rua. Era normal encontrarse en las urnas con un recorte de Clemente, el legendario personaje de Caloi que no tenía manos, que se había convertido en el más claro desprecio a la corrupción.

La suma de los votos en blanco y nulos llegaron al 25% en esas elecciones legislativas que significaron la derrota de la Alianza. Fueron casi 2 millones de votos “castigo” en la provincia de Buenos Aires sobre un total de 7 millones de personas que participaron de los comicios. Algo similar ocurrió en los principales distritos del país: el “voto bronca” superó el medio millón en la Ciudad de Buenos Aires y registró más de 700.000 en la provincia de Santa Fe. La antesala de lo que sería la gran crisis económica e institucional que estallaría dos meses después de esos comicios.

Si el voto en blanco puede interpretarse como un descontento de los electores con la oferta de candidatos, el voto nulo entonces expresa un malestar más explícito ya que implica anular el voto. Pero esta tendencia fue minoritaria en las últimas elecciones con el 0,8%. “El voto nulo o voto bronca se viene acotando en gran medida porque Milei canaliza una buena parte de ese electorado”, dijo Berensztein.

Otra vez aparece el antecedente del balotaje de 2015. ¿Qué pasó aquella vez? Crecieron los votos nulos y hasta superaron a los votos en blanco. Más de 330.000 personas eligieron anular su voto (1,3%) en esa oportunidad. ¿Puede volver a pasar este domingo? Los analistas coinciden en que la presencia de Milei como un outsider antisistema reduce las posibilidades de un fenómeno electoral similar.

fuente: infobae

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