Letras de Fuego / Opinión / Por Manuel E. Rivas*. La incansable labor del Maestro Julio Lazarte con su ciclo de Recitales Poético Musicales da sus mágicos frutos, porque la Sala Lazarte es un verdadero tesoro para la difusión de los autores, sin distinciones ni prejuicios.
El lugar en donde encienden las letras
Sin estridencias, a paso seguro y firme, el Maestro Julio Lazarte, creador nada más y nada menos que de la célebre Camerata Lazarte, afianza semana a semana el trabajo de años con sus ciclos de Recitales Poético Musicales.
El lugar en el que se encienden las letras y ondean el ambiente de la mano de las notas musicales es la resplandeciente y acogedora Sala Lazarte, ubicada en calle Lavalle 145 de la ciudad de San Miguel de Tucumán.
Quien llega por primera vez a ella siente el impacto de la esencia pura de la belleza, que se multiplica en sensaciones difíciles de describir gracias a su acústica perfecta, pero aún no disfruta del verdadero arte que genera el anfitrión en las almas del público.
¿Cómo funciona la magia?
¿Cuál es la mecánica? Cada mágica velada nace con la elección del autor y de un libro, luego de la difusión de esa presentación, en la fecha fijada, concurre el público que desea disfrutar de ese arte potenciado por la oratoria de Lazarte.
Allí radica la magia de un hombre que domina el casi extinto talento del recitado, en sus distintas modulaciones, amoldado a la poética o a la narrativa, según la circunstancia. La poesía en su voz parece reescrita en el aire, parece otra, transformada.
Lo afirmo con la seguridad de la propia experiencia. Los poemas de “Mujer universo”, un libro de mi autoría, parecieron reverdecer, tomar un vigor de río de montaña en el recitado de quien sabe navegar por los canales intrincados de los versos y las estrofas.
Un ritual de mariposas multicolores
Desde que concurro a las presentaciones en la Sala Lazarte, he sido testigo de ese ritual que hace nacer mariposas multicolores que todo lo invaden, no solo a través de las ondas sonoras que impactan el cuerpo, sino que anidan en lo más profundo del alma.
Esa virtud se multiplica cuando se descorre el velo de aquello que es universal, pero que el mundanal ruido de la cotidianeidad, ayudado por la chatura que ofrece la tecnología mal usada, oculta a los ojos y oídos de millones de personas.
Como la gota que horada la piedra, no por su fuerza sino por su constancia, Julio Lazarte nos hace redescubrir esos tesoros, como en el brillante ciclo en homenaje a María Elena Walsh, único en el país por su completo recorrido.
Mirada hacia el interior
En nuestro país siempre se habla del interior, por ese defecto matricial en la construcción de la identidad colectiva. Lo mismo sucede en la provincia, como una copia que se va multiplicando hacia el verdadero vientre de la tierra.
Julio Lazarte reconoce el valor de los autores de ese mal llamado interior, y abre las puertas de su sala para que sea una caja de resonancia. De este modo, talitenses y taficeños se reflejaron como límpidos espejos.
Y se espera que otras ciudades como Monteros, Concepción, Alberdi, también envíen sus valores humanos encarnados en escritores y poetas, para que la literatura no quede huérfana de ecos, de voces, de la propia vida cultural.
Conocimiento, gratuidad y humildad
El Maestro Julio Lazarte hace de su labor un verdadero mecenazgo, porque ninguno de los autores paga suma alguna por participar, al igual que los espectadores, que ingresan de modo libre y gratuito, solo con el ánimo de presenciar lo sublime.
Los recreos que se suceden de manera natural, en cada presentación, están impregnados de un conocimiento que los presentes se llevan con la generosidad, el didactismo y la humildad con el que los puede ofrecer el anfitrión.
En estos tiempos difíciles, celebro la continuidad de esta tradición, y la música universal que perdura en el piano de Lazarte y en las interpretaciones de grandes músicos que han crecido bajo el ritmo acompasado de su batuta y de su luminosa alma.
*Fundador y director de Diario Cuarto Poder. Profesor de Letras e Historia, periodista y escritor.