Letras de Fuego / Colaboración / Por Roberto Espinosa*. Inauguramos una serie de entrevistas a notables personalidades de la cultura de todos los tiempos. Ricardo Carpani, el artista visual, fallecido en 1997, fue uno de los destacados pintores que dio nuestro país. Un encuentro y una entrevista en el Tucumán de 1994.
Una luna está desabrochando la pasión entre los árboles. El “Tigre” Millán exorciza un tango en sus manos. Enlaza el deseo en una cintura. Dibuja la rebeldía en ese dos por cuatro y se arroja al felino misterio de la noche. Sus pinceles siguen soñando en esa tela, mientras ahora una milonga de Piana se le entrevera entre los dedos. Amaneció en la Isla del Tigre, Buenos Aires, ese martes 11 de febrero de 1930 y partió otro martes, el 9 de septiembre de 1997, dejando viuda a la rebeldía. Tal vez, ese día, una lágrima de adiós se desarmó en la mejilla del dios Marte. En agosto de 1994, la Fundación Héctor Zaraspe tuvo el gesto de envolver con un abrazo en San Miguel de Tucumán a Carlos Alonso, Ricardo Carpani, Pérez Celis y Ezequiel Linares, cuatro patriarcas de las artes visuales argentinas. Cuatro estéticas diferentes. Coincidencias. Polémica. Pero por sobre todo, amistad se mojaron en el vino sagrado del arte. Una exposición conjunta en la sala de la extinta Fundación Banco Empresario fue el corolario de las mágicas jornadas. Tuve la buena fortuna de entrevistarlos en conjunto e individualmente. Les arrimo la voz siempre militante de Ricardo Roque Carpani, discípulo de Emilio Pettoruti, y uno de los promotores del afichismo. A tres décadas de esta charla, su pensamiento sigue vigente.
Los sueños rebeldes de Ricardo Carpani
Un eco rebelde piruetea un tango y se posa en el ombligo del cuadro. Voces contestatarias reclamando el sueño de los justos, amantes enlazados en un gesto, un dos por cuatro deslizándose en su alma. Fuerza, pasión, también misterio. Tal vez por haber visto la luz en la isla del Tigre, Ricardo Carpani tenga ese espíritu felino, frontal, sin eufemismos, que aflora en sus conceptos, dibujos y pintura.
“Hay artistas que viven de espaldas de sus propias realidades y eso no es arte, aunque se tenga mucho éxito, se venda muy bien y se aparezca en todos los periódicos, y gocen de enorme prestigio los artistas que lo practican. Después están los artistas auténticos, aquellos que se nutren de las propias realidades de su época, de su sociedad. Al margen de la riqueza expresiva y de las capacidades personales, si algún mérito tiene la exposición de los cuatro que estamos exponiendo en Tucumán, es que somos artistas que responden a su realidad, que pintan su aldea para pintar el mundo”, dice.
Sin miedo
Carpani sostiene que términos como “académico”, surgen, envejecen y vuelven a resurgir. “No hay que tenerle miedo a la palabra. Alguien que ha hecho la academia y que ha adquirido un oficio, me parece muy bien que lo haya hecho. El problema está en tener algo que decir como artista, y para decirlo bien, hay que conocer el oficio. Entonces hay que tener dos cosas: tener algo que decir y saber decirlo. Hay que empezar por saber decir y más adelante, los que tengan algo que decir, lo van a decir”, sostiene.
La autenticidad es una constante en su actitud: “Somos un país colonizado, una nacionalidad en gestación. Estamos totalmente contaminados porque hay una serie de mecanismos alienantes de tipo social. Estos operan a través de la imagen. La televisión, la publicidad, operan en la sociedad de consumo, creando necesidades artificiales”.
Alienar o liberar
“Si la imagen tiene esa capacidad asombrosa de alienar a una sociedad, quiere decir que tiene la misma capacidad para liberarla, siempre y cuando se la utilice con un sentido liberador y desalienante. Vivimos en una sociedad que queremos que sea mejor y nuestro arte está al servicio de ese mejoramiento. Para ello hay que ser consciente de que el artista tiene una responsabilidad. No se trata de expresarse simplemente. Tiene que tener conciencia de cuáles son los problemas de su época. Eso no significa hacer un arte panfletario, aunque un panfleto puede ser artístico. Creo que hay momentos en que el arte tiene que ser panfletario, pero tiene que ser arte antes de ser panfleto”, explica.
El maestro del Tigre sostiene que hay que diferenciar entre tema y anécdota: “Mucha gente utiliza una anécdota para expresar contenidos que nada tienen que ver con ella. Me parece que eso es legítimo. Por ejemplo, en la Capilla Sixtina pintada por Miguel Ángel, vemos que la anécdota es religiosa -tomada de la Biblia- pero el contenido es en sí un canto al individualismo, al humanismo, al descubrimiento del ser humano, a la belleza del cuerpo humano”.
Datos del entrevistador
Roberto Espinosa, periodista y escribidor, nacido en San Miguel de Tucumán en 1958. Desde 1981 trabajó en el diario La Gaceta de Tucumán.
Es autor de los libros “El Borges del jazz”; “Klecsopoemas” (con el pintor Fued Amín); “Silbando cielos” (libro digital con el pintor Donato Grima); “El caracol de los sueños”; “La cultura en el Tucumán del siglo XX”; “Historia de la Facultad de Medicina de la UNT”; “Cosecha de luz” (poemas); “La cultura en el Tucumán del Bicentenario”; “Diccionario monográfico” (segunda edición actualizada); “El Cuchi Leguizamón”; “La memoria del olvido”; “Rolando Valladares: Un Chivo con alma de vidala”; “Mercedes Sosa: Una canción en el viento”, y “Los duendes de la olla mágica” (novela).
Con los músicos Rolando Chivo Valladares, Luis Víctor Gentilini, Gerardo Núñez, Antonio Rodríguez Villar, Carlos Podazza, Rodolfo “El Colorao” Herrera, Anselmo Lago, Coqui Sosa y Yusef Saife, ha compuesto zambas, chacareras, taquiraris, vidalas, milongas y tangos.
Incursionó como actor en 2007 en “Por las hendijas del viento”, film de Luisa Quintavalle y Carlos Alsina, premiado en el Festival de Cine de Saladillo (Buenos Aires) en 2008.
En 1980 fue finalista en el Concurso Latinoamericano de Poesía, realizado por la Fundación San Francisco de Asís en California (EE.UU.).
En 1981, obtuvo una distinción en el Concurso Latinoamericano de Cuentos (Buenos Aires), organizado por la Editorial Atlántida, que tuvo por jurado a Martha Lynch, Adolfo Bioy Casares y Marco Denevi.
En 2009, con la pintora Mamina Núñez de la Rosa obtuvo el segundo premio en el IV Salón Regional del Poema Ilustrado, organizado por el Ente Cultural de Tucumán.