atahona

La pequeña localidad de Atahona, ubicada en el sur tucumano (departamento de Simoca), a más de 80 kilómetros de la capital provincial, se vio sacudida en las últimas horas por la denuncia de una abuela afligida por la prolongada ausencia de uno de sus nietos.

Los temores de la mujer ante lo que en principio parecía una desaparición mal explicada por su hija y su yerno, comenzó a configurar una situación mucho más grave en la medida en que la justicia, tras atender la exposición de la denunciante, comenzó a escarbar en el pasado del grupo familiar, asentado en una zona rural cercana al poblado.

Todo comenzó cuando en sus periódicas visitas, la mujer comenzó a inquietarse por la coincidente ausencia de “Benja”, uno de sus nietos, que nunca estaba cuando ella decidía desandar el camino desde San Miguel de Tucumán para reencontrarse con sus afectos. Los padres del niño siempre tenían una explicación distinta, pero cuando la falta de contacto con el menor llegó al año, la mujer decidió actuar.

En los primeros días de febrero, radicó una denuncia por desaparición de persona ante la justicia. La causa quedó en manos de la fiscal Mariana Rivadeneira, que en cuando comenzó a indagar, se encontró con una serie de inquietantes situaciones anómalas.

Lo primero que llamó su atención fue que la denunciante estaba a cargo de la crianza del mayor de sus nietos, decisión que tomó cuando el chico tenía poco más de un año, a partir de lo que por entonces pareció un descuido y que casi termina con su muerte por ahogamiento.

Ahondando en esa línea, la investigadora descubrió que otro hijo del matrimonio había fallecido en dudosas circunstancias, algo que había originado la conformación de un expediente en la Dirección de de Niñez, Adolescencia y familia (DINAYF).

Pero ambos casos resultaron ser sólo la primera parte de una tenebrosa sucesión de eventos. En 2018 uno de los hijos de los sospechosos ingresó de urgencia a un CAPS de la zona, pero los médicos no alcanzaron a salvarle la vida. El certificado de defunción dice broncoaspiración, pero la autopsia reveló lesiones que indicaban maltrato.

Por entonces y sin datos concretos que indiquen una muerte violenta, el fiscal Jorge Carrasco archivó la causa, no sin antes notificar, de nuevo, a la DINAIF, pero a pesar de las reiteradas advertencias, no hay constancias de que esa dependencia haya intervenido .

Sospechando un posible filicidio, la fiscal comenzó a investigar a los padres y descubrió que el progenitor de los menores había sido sancionado con prisión preventiva por violencia de género, por lo que decidió darle participación en el caso al fiscal Miguel Varela de Concepción, para que avance sobre la hipótesis de un posible crimen como explicación para la prolongada ausencia de “benja”.

El funcionario judicial realizó algunas entrevistas, que no resultaron fáciles de hacer dado que no hay viviendas cercanas al lugar donde reside la familia en cuestión. Sin embargo se determinó que nadie en la zona tenía noticias recientes del niño, y sólo contaban versiones difundidas por los propios padres. Una sobre la cesión informal en adopción y otra, más tétrica y menos creíble, en la que sostenían que el chico había fallecido en un accidente provocado por los animales que cría la familia.

Pero todo comenzó a encaminarse hacia el peor de los escenarios cuando uno de los hermanos del menor buscado por su abuela dijo haber visto cuando su padre envolvía a “benja” en una frazada para luego llevárselo a un monte cercano. Nunca volvió a verlo.

Semejante relato motivó la indagatoria a los niños para que, mediante Cámara Gesell, contaran todo lo que vivieron en el seno familiar, en busca de información que permita develar lo ocurrido con el menor desaparecido y con los otros casos que precedieron al que terminó corriendo el velo de tan terrible secuela.

En este punto, el fiscal Varela tomó una serie de medias, comenzando por tratar de asegurar la la prisión preventiva por la causa de violencia de género en contra del padre del pequeño; informarle a la madre que está siendo investigada por la desaparición de su hijo y preservar el lugar donde residía la familia en las afueras de Atahona.

-También pidió ayuda a grupos especializados en búsqueda y recurrió a la Dianyf para demandar que interviniera en el caso y le entregara la custodia de los dos hermanitos de “Benja” a la abuela que inició la causa.

El resultado de las entrevistas a los pequeños en Cámara Gesell, y de las últimas disposiciones mencionadas se consideran claves para esclarecer el caso que, por el momento, está caratulado como desaparición, pero que podría convertirse en algo mucho peor.

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