Es por una baja del 6% en el precio de gas por motivos estacionales y por menores consumos ante las temperaturas más altas durante la primavera.
El Gobierno nacional prepara una resolución para poner en vigencia las nuevas tarifas del gas para la temporada de verano. Esa medida implicará un descenso del 6% en el precio de gas. Si se le adiciona una reducción en el consumo por las temperaturas primaverales, a partir de octubre las facturas llegarán con una rebaja de 20% promedio para los usuarios hogareños.
La medida podría leerse como parte del feroz plan del Ministerio de Economía para reducir la inflación. Pero no es lo correcto. Esta baja del 6% en el precio está prevista y regulada en el marco del Plan GasAr. Es inevitable. De hecho, en Hacienda buscaron por todos los rincones la posibilidad de evitar la actualización de las tarifas estivales con la intención de mantenerlas altas y así lograr que más cantidad de usuarios paguen el “valor real” del gas. Finalmente, y ante las advertencias recibidas por las consecuencias penales de esa decisión, en Economía desistieron.
El último informe del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP), de la UBA y el Conicet, reveló que los usuarios N1 ya abonan el 73% del costo total del gas consumido, mientras que los de ingresos medios (N3) no superan el 33% y los N2 pagan apenas un cuarto (25%). En Economía aseguran que en promedio solo se paga el 57% del valor real del gas. En ese contexto, se conoció que la tasa de incobralidad no baja del 95%, solo 2 puntos por debajo del nivel habitual.
El IIEP también reveló que hoy una factura promedio de gas ronda los $28.000 mensuales para una familia tipo, de dos adultos y dos menores. En diciembre del 2023 esa misma familia pagaba $30.000 por mes por la electricidad, el gas, el agua y los viajes en transporte público.