“Pulsión”, cuento de María Cristina Guerrero y María Lilia de la Rosa

Letras de Fuego / Autores Argentinos. Compartimos el cuento escrito a cuatro manos por las autoras tucumanas María Cristina Guerrero y María Lilia de la Rosa, en este ciclo en el que pueden participar los autores que así lo deseen, con cuentos breves, microrrelatos y poesías.

PULSIÓN

─¿Qué es lo que te molesta de él?─ preguntó Ignacio.
─Varias cosas─ respondió Patricio.
─Me revienta que siempre obtenga buenas notas. ¡Que se llame Wilfred! Jajajaja. Como si pegara con su apellido… ¡Pérez! ¡Pérez! Ridículos estos paragüitas.
─¿Y a vos? Porque no me dirás que goza de tu simpatía ¿Verdad?
Ignacio miró a su amigo y como no tenía qué decir bajó la mirada como simulando ver una manchita en sus zapatillas Gucci y temiendo que reaccionara mal respondió:
Y… que siempre ande sonriendo y destilando cara de niño bueno.
Por un momento olvidaron el tema. Se despidieron. Quedaron en encontrarse a la noche en el club.
Era diciembre. El verano arrasaba y se pegaba en la piel, pero para ellos, jóvenes de familias muy adineradas, la estación del año no dificultaba las actividades del colegio donde concurrían. Las aulas y las habitaciones tenían un buen equipo de aire acondicionado.
Era el último año de estudios y luego, el sueño de sus familias se haría realidad. Ir a Harvard, la Universidad privada de Cambridge. Ambos se consideraban superdotados y daban por descontado que se lo merecían.
─¡Te vas a morir! O quizás podés pensar que el destino nos acerca y nos sugiere─ dijo Ignacio a las risotadas. ─ ¿Sabes quién va de vacaciones a Playa del Carmen? ¡Igual que nosotros!
─¡Noooooo! ¡Ohhhhhhh! Me muero de idiotez o puedo llegar a creer en unas hermosas circunstancias─ replicó Patricio.
Y agregó: ─Para celebrar, te invito a tomar una copa en el club y luego damos una vuelta para disfrutar la noche ¡Qué placer!
De regreso a casa Ignacio preguntó: ─¿Quién lo hará?
Cualquiera de los dos. No es importante. ¡Tal vez vos! ¿O querés que te lo ordene?
Así, al pasar, a sabiendas que se imponía siempre con su voluntad y sus ideas. Maltratado por su padre en la infancia, Patricio desplegaba su autoritarismo frente a los que podía. Sobre todo, con Ignacio, dispuesto siempre a no contradecirlo.
Acercándose al ventanal, Patricio miró la noche estrellada. La misma noche que brilla para el infeliz de Pérez, pensó. Y él sin saber…
Como siempre concilió el sueño fácilmente.
La noche no es igual para Ignacio que se debatía en atribulados pensamientos.
─¿Qué importancia tiene una vida si puede vivir otras existencias? Si el sufrimiento no existe, no existe la tristeza y tampoco las emociones. ¿Qué hace la diferencia si una inteligencia mediocre falta en este mundo?
¿Dios?…
¡Mi padre tiene mucho dinero, amigos influyentes, conexiones con el poder!
¡Bueno basta! Se dijo a si mismo. En dos días viajamos a la playa. Mejor que me concentre en eso. Era mejor que los hechos se desencadenaran como lo había pensado su amigo. Total, su padre tenía mucho dinero, amigos influyentes, conexiones con el poder.
Y llegó el día. El avión los llevó a playa del Carmen.
El hotel tenía todo el lujo que esperaban. Les sirvieron un desayuno americano, puras exquisiteces. Cuando terminaron Patricio comenzó a llenar una bolsita con masitas, pasteles y frutas. Ignacio, un poco alterado le recordó que estaba prohibido llevar alimentos.
─¿Y quien lo dice? ¿Un cartel te lo prohíbe?─ se quejó Patricio.
El sol calentaba y presagiaba un hermoso día de playa.
─Mira este cuchillito, apuntó Patricio. ¡Y qué filoso! Inmediatamente se hizo un pequeño corte, pero lo suficientemente profundo del que emanaba un generoso chorro. Su amigo vio la sangre y se quedó atónito pensando que la situación era incontrolable. Ahora te toca a vos, escuchó la voz que le pareció lejana, de un sitio desconocido. Ahora mezclemos nuestra sangre para sellar el pacto de amistad. ¡En las buenas y en las malas!
─¿Qué te parece si compramos algo para pasarla mejor?
─¿Una cerveza?─ balbuceó Ignacio
─¿Sólo eso? ¿Una cerveza? ¡Qué poca imaginación que tenés para no darte cuenta de que falta algo!
Se encaminaron a un kiosquito donde se proveyeron de unos cigarrillos muy delgados. Estuvieron bebiendo y alucinando largo tiempo hasta que vieron una pareja de jóvenes que se aproximaban abrazados.
─¡Qué hermosa es tu novia! ¿Es de tu exclusividad? ¡Te felicito por el gusto, el mismo que yo!─ la provocación de Patricio no se hizo esperar.
Wilfred y su novia notaron su tono atrevido y optaron por retirarse.
Ignacio se quedó mascullando. ¡Wilfred y su color oscuro!
Él y su amabilidad. Él y esa manera estúpida de querer agradar a los demás. Pero con ellos no lo conseguía.
Cuando más ofrecía, más lograba rechazos de parte de ellos.
─¡Wilfred Pérez! ¿Por qué motivos estas en este mundo y pisándonos los talones?
Luego de algunos deportes acuáticos terminaron en el boliche.
La oscuridad se iluminaba con luces de colores que iban y venían acompañando al sonido.
Otra vez la parejita de inocentes y esa pulsión que carcomía las entrañas de Patricio.
Los jóvenes amanecieron en la playa. Embotados y con sus ropas mojadas. Patricio dijo que le dolía la cabeza. Un poco más allá, Ignacio vomitaba.
─¿No estarás arrepentido verdad?─ inquirió Patricio dirigiéndose a Ignacio con tono amenazante. Este lo miró e inmediatamente bajó la mirada.
Días después la novia de Wilfred realizó la denuncia de su desaparición.
Se armaron equipos de búsqueda entre los compañeros. Ignacio y Patricio fueron los primeros en ofrecerse para la búsqueda. Rastrillaron toda la playa No dejaron lugar sin revisar.
El 17 de enero luego de una tormenta encontraron el cuerpo del infortunado joven. Estaba semienterrado en la arena. ¿El mar lo había devuelto?
En la autopsia encontraron varias heridas punzantes, pequeñas y una muy importante cerca del corazón.
Se observaron además hematomas en distintas partes del cuerpo y signos de ahorcamiento (lesiones ante mortem) que la justicia demostró que fue la causa de muerte.
En uno de los bolsillos del pantalón de Wilfred, que alguna vez fue blanco, se encontró un cordón de zapatillas Gucci que el joven había alcanzado a guardar.

María Cristina Guerrero y María Lilia de la Rosa

 

Datos biográficos de las autoras

María Cristina Guerrero nació en la ciudad de Lules en noviembre de 1950. Vive desde siempre en Tucumán y desde hace 35 años en Yerba Buena. Maestra, profesora de piano, siempre amó leer y estudiar.

La escritora María Cristina Guerrero.

Médico de familia, dermatóloga y especialista en Sistema de Salud, escribió trabajos científicos referidos a estas especialidades, publicados en revistas médicas. Se define como una traviesa del arte. Pinta desde siempre con diferentes técnicas.
Desde muy niña escribió poemas y se volcó a la narrativa luego de jubilarse.
Asistió a talleres de Narrativa con la Profesora Inés Cortón y de poesía con María Belén Aguirre y Darío Oliva.
Miembro del Taller de Lectura Epicuro, dirigido por el Profesor Miguel Figueroa.
Participó en Mundiales de escritura de Santiago Llach desde hace cuatro años.
Primer premio 2022 del Concurso de cuentos del taller Repentista dirigido por la Prof. Inés Cortón.
Primer premio en el concurso de cuentos 2023 junto a la escritora María Lilia De La Rosa.
Publicó cuentos en Antologías de la Sociedad de Dermatología Argentina.
Participó en la Feria del Libro de Tucumán y en el Primer Encuentro Regional de Escritores del Sol Las Talitas (Tucumán)
En sus cuentos trata de despertar conciencia, en las distintas problemáticas que aquejan a la sociedad.

 

María Lilia de la Rosa nació en Tucumán, profesora en Letras, egresada de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Dedicó gran parte de su vida a la docencia. Ejerció en el nivel secundario y terciario en escuelas públicas y colegios privados de la provincia.

La escritora María Lilia de la Rosa.

Su verdadera vocación es la escritura. De modo que una vez jubilada, pudo dedicar su tiempo a su pasión literaria. Participó en Talleres Literarios con la escritora María Belén Aguirre y realizó cursos de escritura creativa con la escritora Inés Cortón. Actualmente es miembro activo del Taller Repentista dirigido por la tutora por la OEA Inés Cortón y el escritor Gustavo Díaz Arias. Además, pertenece al Espacio de Epicuro dirigido por el escritor Miguel Ángel Figueroa. Escribe cuentos en donde las situaciones cotidianas son el principal motivo.

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