La montaña de billetes que circula en la economía argentina genera cada vez más problemas logísticos, tanto por lo que significa el traslado de toneladas de papel como también por el almacenamiento. Pero mientras el Central acelera la emisión de billetes de alta denominación, al mismo tiempo se puso en marcha un plan para destruir los viejos billetes de 100 pesos con la cara del ex presidente argentino Julio Argentino Roca.
La nueva máquina que funcionará en Casa de la Moneda fue adquirida en realidad por un grupo de bancos privados para buscarle una solución a los graves problemas que está generando el manejo de dinero en efectivo. El objetivo es enviar allí todos los viejos billetes de 100 pesos que sea posible para acelerar su destrucción y que el Central luego deposite electrónicamente los fondos en cada banco que se deshace del cash.
Los “Roca” fueron emitidos por primera vez en 1992 y entonces equivalían a 100 dólares (regía el 1 a 1 de la Convertibilidad). Ahora, ese mismo billete equivale a 6,30 dólares, es decir que perdió más del 90% de su valor en relación al dólar. Y hasta el año pasado, cuando salieron los billetes de 500 y 200 pesos, era el de más alta denominación. Para fin de año el Central planea la salida del billete de 1.000 pesos, que tendrá como imagen un hornero.
La gran máquina que funcionará en la Casa de la Moneda puede destruir 10 millones de billetes de 100 pesos por día, es decir que saca de circulación efectivo por 1.000 millones de pesos diarios. Y exclusivamente sería utilizada para eliminar los billetes con la imagen de Roca.
Estos billetes acumulan un fuerte deterioro y ya hace tiempo que la mayoría tendría que haber salido de circulación. Los bancos además tienen problemas porque al estar muy gastados o rotos muchos de ellos ya no están en condiciones de ser puestos nuevamente en circulación a través de cajeros automáticos o de autoservicio.
La tarea no es sencilla. Actualmente hay 4.200 millones de billetes de 100 pesos, conviviendo los que tienen a Roca y a Evita como imagen. Y la idea es acelerar el reemplazo de los primeros por los segundos, que fueron emitidos por primera vez en 2012, durante la presidencia de Cristina Kirchner.
Este año los problemas relacionados al uso de efectivo prácticamente colapsaron el sistema financiero. El Central se negó a seguir recibiendo billetes por parte de los bancos y les exigió que crearan un sistema de negociación electrónica para pasarse entre ellos los billetes. A principios de este mes se puso en marcha la rueda para el intercambio de efectivo, pero igual el volumen no resulta muy significativo.
Al mismo tiempo, los bancos privados comenzaron a notificar a los clientes que cobrarán 1% por cada depósito efectuado en efectivo. La medida afectaría exclusivamente a empresas. Pero finalmente hubo acuerdo con el Central para postergar 180 días la vigencia de la medida con el objetivo de encontrar alternativas al manejo de efectivo.
Además de acelerar la destrucción de billetes, hay varias medidas en danza. Por ejemplo se exigirá a los monotributistas que paguen con sistemas electrónicos la cuota mensual. Las compañías de cobranza extrabancaria instalarán aparatos dentro de los próximos 60 días para que la gente pueda realizar sus pagos con tarjeta de débito, evitando el retiro en efectivo. Y el Central acelerará la salida de billetes de denominación más alta.
Los de 100 pesos representan el 66% del total de los billetes en circulación. Pero el objetivo es que lentamente vayan dejando lugar a los de denominación mayor. Una de las críticas que se hacen al nuevo esquema ideado por el BCRA es que aún se emiten demasiados billetes de $100 y aún es escasa la cantidad de 200 y de 500 pesos que circulan. Al mismo tiempo, el Central acusa a los bancos de “encanutar” los billetes más altos en sus tesoros en vez de ponerlos en circulación, ya que les ocupa menos lugar. Es por eso que los cajeros automáticos en su gran mayoría siguen pagando con billetes de 100 en vez de entregar los de denominación más alta.