En su primer viaje a New York para participar de la Asamblea General de Naciones Unidas, Mauricio Macri fue invitado a cenar por Jack Rosen, un magnate de origen judío que tiene ingreso directo a la Casa Blanca y una agenda telefónica que incluye a Barack Obama, Ángela Merkel y Vladimir Putin. Macri y Rosen se tienen mucha confianza y coinciden respecto a los daños institucionales que causó Cristina Kirchner cuando firmó el Memorándum de Entendimiento con Irán. El presidente argentino llegó a la mansión de Rosen con su mujer Juliana Awada y estuvo un largo rato contestando las preguntas que lanzaban sin diplomacia los selectos invitados del dueño de casa. Fue en ese instante, ajeno al protocolo e impactante por su densidad, que Macri terminó de entender que la muerte de Alberto Nisman era una cuestión de Estado.

—¿Quién lo mató?—, preguntó una señora, típica new yorker, a centímetros del Presidente.
—Será un asunto que dilucide la Justicia argentina-, contestó Macri con diplomacia institucional.

A seis meses de esa cena en el corazón de Manhattan, la Casa Rosada ya tiene suficiente información para creer que hubo “una tercera persona” que ingresó al departamento de Nisman para asesinarlo a sangre fría. Esa información es procesada por la Gendarmería Nacional, y aún no fue presentada en un documento oficial para conocimiento formal del gobierno. La Gendarmería actúa por instrucción del fiscal federal Eduardo Taiano, que encomendó a esta fuerza de seguridad una compleja pericia que incluye análisis forenses, criminológicos y psicológicos.

La “Teoría de la Tercera Persona” se apuntala sobre la ausencia de vestigios de pólvora en la mano derecha de Nisman, un indicio que descarta el suicidio del fiscal federal. Si el barrido electrónico sobre Nisman dio negativo, y la contraprueba dio positiva cuando se disparó el arma homicida, la pregunta es obvia: quién mató al fiscal que denunció por encubrimiento a Cristina Kirchner.

Días antes de concurrir al Congreso para ampliar su denuncia contra la entonces Presidente de la Nación, Nisman trabajó sin descanso en el departamento que ocupaba en Puerto Madero. Su secretaria letrada, Soledad Castro, no durmió ese fin de semana y su testimonio es clave para fortalecer la Teoría de la Tercera Persona.

Castro debía ir a la Torre Le Parc para ajustar los detalles de la presentación del fiscal federal frente a los legisladores, pero jamás volvió a conversar con su jefe: ese oprobioso domingo de verano lo encontraron muerto en el baño. Si Nisman no paraba de trabajar y solicitaba tareas extra al personal de la fiscalía, ¿de qué manera se puede explicar su suicidio? Para Gendarmería, no hay argumentación pericial, salvo la Teoría de la Tercera Persona.

Gladys Gallardo, empleada doméstica de Nisman, declaró que el fiscal siempre cerraba la puerta de servicio con una traba que se abría desde adentro. Nisman repetía esa conducta cuando se quedaba solo. Siempre hacía lo mismo: el fiscal no se caracterizaba por cambiar sus hábitos personales. El día que encontraron muerto a Nisman, la puerta de servicio no tenía traba. Es decir, si se sostiene la hipótesis del suicidio —como interpreta Cristina Kirchner y sus defensores—, Nisman sacó la traba, fue al baño y se suicidó.

La empleada doméstica de Nisman declaró que el fiscal siempre cerraba la puerta de servicio con una traba que se abría desde adentro. El día que lo encontraron muerto, la puerta de servicio no tenía traba
Estos indicios alineados por la Gendarmería se completan con un trabajo pericial que permite determinar que el cuerpo de Nisman fue movido antes de la llegada del juez Manuel de Campos, de turno cuando se conoció que el fiscal estaba muerto en el baño. Es casi imposible que el cuerpo de Nisman terminara en semejante posición sin la participación de una tercera persona que modificó piezas claves del escenario del crimen.

Hace unos días, Jack Rosen visitó a Mauricio Macri en la quinta de Olivos. Compartieron un largo rato, ya que no se veían desde la cena que el empresario americano organizó en su mansión para el presidente argentino. Es probable que este año se encuentren nuevamente en Manhattan, adonde Macri concurrirá en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas. Para ese momento, si Rosen vuelve a organizar su cena en New York, el Presidente podrá contestar con mayor certeza la pregunta que aún conmueve a la Argentina y al mundo: ¿Cómo murió el fiscal Nisman?

Fuente: Infobae

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