Facu va a una escuela privada de Flores y no perdió ninguno de los 10 días de clase. Maxi asiste a una pública y fue sólo 5 días.
Máximo Dratewka (6) este año dio un gran salto: terminar el jardín y empezar la primaria. Aunque “estaba muy ansioso”, cuenta Perla Zamudio (40), su madre, tuvo que esperar para poder pisar su nueva aula y ver a sus nuevos maestros porque el paro docente se hizo presente en la Escuela Juan B. Peña 5 DE 7, de Flores.
En vez de arrancar un lunes lo hizo el jueves y la semana pasada se quedó sin clases el martes y el miércoles. Recién el viernes cumplió su quinto día en primer grado.
Facundo vive a 14 cuadras de la casa de Máximo. El viernes cumplió su décimo día de clases y ya tiene tarea y tres cuadernos empezados. La escuela de Facundo es privada. “Las únicas veces que no hay clases es cuando hay paro de transporte porque los docentes no pueden llegar a la institución”, explica su madre, Patricia (42). La razón principal por la que Patricia decidió que su único hijo fuera a un colegio privado es la de los paros docentes que ve repetirse en cada inicio de clases.
“Ahora me encanta la escuela, antes era aburrida porque solo jugábamos pero ahora trabajamos”, cuenta Maxi que aún no terminó de conocer a todos los docentes. “Tuvo más que nada la presentación de las materias y empezaron a escribir la fecha en su primer cuaderno”, explica Perla que agradece ser ama de casa para poder cuidar a su hijo cada vez que le llega la noticia del paro. “Extraño a mis compañeros”, se quejaba Maxi el jueves pasado mientras en su casa jugaba con la tablet. Su mamá le intentaba explicar la causa del paro, que entiende y toma como válida, pero se lamenta de que los chicos salgan perjudicados. “Él esta re entusiasmado pero cada vez que hay paro se le corta todo”, agrega. El viernes, cuando fue a retirar a Maxi del colegio a las 16.15, les avisaron a todos que algunas docentes de primer grado iban a adherir al paro de esta semana, previstos para el miércoles y el jueves. Maxi se va a quedar sin dos clases más, en principio.
Mientras tanto, Facu avanza. “A mí me gusta dibujar”, reconoce mientras muestra lo que hizo la semana pasada y despliega también su cartuchera repleta de lápices de colores.
El ‘cuadernillo de diagnóstico’ tiene varios ejercicios completos, el cuaderno verde, varios pizarrones copiados con fecha, un título y alguna actividad. El tercer y último cuaderno tiene la tarea para el hogar que este fin de semana puso a trabajar a toda la familia.
“Los ejercicios de repasar líneas o unir puntos para formar figuras geométricas son sus favoritos”, dice Patricia, minetras Facundo asiente con la cabeza. El nene, sigue la mamá, está en plena adaptación porque venía de un jardín de media jornada; ahora tiene jornada completa.
“No se queja, está enganchado”, agrega Patricia, que cada tarde revisa los cuadernos para ver lo que aprendió y lo que hay que hacer o reforzar.
Perla, en tanto, espera ansiosa a que su hijo “arranque a full” para poder acompañarlo en todo ese proceso, su primer grado.
Fuente: Clarín