La obsesión del intendente capitalino Germán Alfaro por la venta del edificio de la ex Dirección de Tránsito, desnudó no sólo un millonario negociado en pleno centro, sino los mecanismos de presión que existen sobre los concejales mediante el pago de sobresueldos por $100 mil en concepto de Gastos de Funcionamiento del Concejo Deliberante.
Los políticos, a veces aprenden de la naturaleza. Es el caso del intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro, quien se muestra como el tero, porque grita en un lugar y pone los huevos en otro. Sucede que de la noche a la mañana se transformó en un férreo defensor de la cultura al querer, en apariencia, salvar a la mítica Casa Sucar de la picota. Sin embargo, tal como lo anticipara en su momento Diario Cuarto Poder, la incorporación en la escena de este acto de salvataje del inmueble que ocupaba la Dirección de Tránsito, en calle Buenos Aires al 200, deja al descubierto un millonario negocio, que excede largamente los $30,5 millones en los que fue tasado el edificio municipal.
Para lograr ese objetivo el “lord mayor” habría echado mano a un mecanismo de presión muy interesante, al pagar sólo a los ediles del oficialismo, Agustín Romano Norri, Javier Aybar, Roberto Ávila, Raúl Pellegrini, “Lucho” Argañaraz y Roque Mendía, el sobresueldo de $ 100 mil en concepto de Gastos de Funcionamiento del Concejo Deliberante, que el Ejecutivo municipal remitiría todos los meses con orden de retorno. La maniobra generó una implosión en el edificio de San Martín y Monteagudo, porque los concejales que quedaron fuera del pago estallaron de ira, pero no la hicieron pública por temor a perder la “viandita” mensual.
El camino de retorno tendría su destino en la Intendencia capitalina y en la Unidad Plan Belgrano, bajo la conducción de José Cano. Habría 200 mil razones todos los meses para que se pusiera contento todos los meses el socio radical.
Mientras que en los pasillos de la Intendencia sostienen que Alfaro tiene su propio Antonini Wilson en el Concejo Deliberante, llamado por los amigos cariñosamente como “Lucho”, quien sería el responsable de llevar al Plan Belgrano la valija.
Otra vez Don Eduardo
Como ocurriera con la investigación del “Escandaloso Plan CoreANO”, fue el columnista político, Don Eduardo, el que publicó por primera vez el caso. Luego de que el periodista anticipara el pago de sobresueldos en el Concejo Deliberante, curiosamente Alfaro y Cano volvieron a la carga con la iniciativa de vender el inmueble de calle Buenos Aires al 200, con el pretexto de expropiar con ese dinero (está tasado en $30,5 millones) la Casa Sucar. Con la misma curiosidad se observa a varios concejales que cambiaron de opinión y que acompañarían la enajenación del mencionado inmueble. Seguramente tendrán razones de peso para ello, porque implica una postura diametralmente contraria a la que sostuvieron antes del pago direccionado de los sobresueldos a sus pares del “alfarismo”. Todo indica que la presión ejercida por Alfaro habría funcionado, pero resta ver lo que sucede en el recinto de deliberaciones para corroborarlo. Se necesitan 12 votos para aprobar la venta. La sesión representaría el retorno a la actividad en el cuerpo deliberativo de la ciudad Capital.
Más allá de toda la movida cultural que se hizo en torno de la Casa Sucar, cuyos propietarios tienen la intención de demoler, existiría un verdadero pulpo económico, quien desde el rubro supermercadista se transformó en constructor e industrial azucarero, además de haber sido dirigente de uno de los clubes más populares de la provincia -el que milita en la B Nacional-.
El inmueble municipal es observado con apetencia por este pulpo económico, debido a que la mínima inversión de $30,5 millones se podría ver multiplicada hasta por cinco veces con la construcción de un edificio, que generaría millonarias ganancias. O sea que en el municipio capitalino aún no tienen autorizada la venta, pero ya tiene comprador y quizás algunos socios, que no sería conveniente mencionar. La tasación no tuvo en cuenta la proyección del valor comercial, en especial por la ubicación, que tiene el inmueble municipal. Ahora más que nunca: ¡Viva la Ciudad!