Las mesas electorales, en las que estaban habilitados para votar más de 55 millones de turcos, cerraron poco después de las 17 (11 hora argentina), en medio de importantes medidas de seguridad.
Pese al rechazo de la oposición, el mandatario turco equiparó los cambios propuestos, que constan de 18 enmiendas a la Carta Magna, con los objetivos de Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la moderna república laica.
Tanto el gubernamental Partido Justicia y Desarrollo (AKP, islamista) como el derechista Movimiento de Acción Nacionalista (MHP) apoyan la reforma, mientras que la oposición socialdemócrata y la pro-kurda la rechazan.
Las encuestas previas daban tanto al Sí como al No a la reforma presidencialista posibilidades de victoria y se vaticina un resultado ajustado, dado el gran número de indecisos.
Por su parte, el líder del opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata), Kemal Kiliçdaroglu, confió en una victoria del “no” en una breve declaración tras votar.
El diputado de Partido Democrático de los Pueblos (HDP), Ziya Pir, que se opone a las reformas, señaló a la agencia DPA que varios policías ordenaron la salida a los observadores de su partido y a los del principal grupo de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP) en un local electoral en la ciudad kurda de Diyarbakir, en el sur del país.
En tanto, la agencia de noticias DHA informó sobre la muerte de dos personas durante un incidente en la provincia de Diyarbakir, de mayoría kurda.
El plebiscito que finalizó a las 17 hora local, definirá si se habilita un nuevo sistema político, que pasaría de una república parlamentaria a una presidencial con vastos poderes para el jefe del Estado, que asumiría todo el poder ejecutivo.
La oposición teme que Turquía se convierta en una autocracia debido a los enormes poderes que se atribuiría el presidente, lo que debilitaría los controles y la separación de poderes.
De imponerse la reforma, se comenzaría a aplicar a partir de 2019 y le abriría el camino a Erdogan para gobernar hasta el año 2029, o, incluso, hasta el 2034.
La oposición y la misión de observación electoral de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) han criticado que el referendo se celebre bajo el estado de emergencia instaurado tras el fallido golpe del pasado julio, que recorta varios derechos fundamentales.
La purga tras el golpe ha llevado a 47.000 personas a prisión preventivas, la gran mayoría bajo la acusación de pertenecer a la red del clérigo exiliado Fethullah Gulen, a quien se acusa de instigar la asonada, y unos 134.000 empleados públicos han sido despedidos.
El resultado del referéndum influirá en las tensas relaciones de Turquía con la Unión Europea (UE) y Erdogan ha prometido en los mítines que de ganar el “sí” marcará un “punto de inflexión” en los vínculos con el bloque comunitario.