La propuesta del secretario de Seguridad Ciudadana, Paul Hofer, no alcanza el rango de proyecto sino de simple escrito en el que no se resuelven las cuestiones de fondo que padecen miles de tucumanos a diario. Mientras tanto, los motoarrebatadores hacen sus fechorías sin que se los pueda neutralizar.
Se requiere de una política integral y consensuada por diversos sectores de la sociedad, además de los Poderes del Estado.
El tiempo le dio la razón a quienes se trenzaron en discusiones con el secretario de Seguridad Ciudadana, Paul Hofer. La presentación de un escrito en la Legislatura, con la pretensión de ser un proyecto de ley que solucione los problemas de inseguridad que padecen miles de tucumanos, se ha transformado en lo que realmente en esencia era: una cortina de humo.
Esa presentación ante la Cámara sólo le sirvió al funcionario para ganar tiempo, pero no para solucionar un flagelo que nunca pudo controlar, ni siquiera desde su arribo a la gestión de José Alperovich. Hoy, la realidad hace que sus acciones le hagan un flaco favor al gobierno de Juan Manzur, quien tiene que lidiar con la materia pendiente heredada y la preocupación de la sociedad en su conjunto, que espera respuestas concretas contra los malvivientes.
Hasta esperar el colectivo para ir a estudiar o trabajar se ha convertido en una verdadera odisea y en una cuestión organizada por parte de muchos habitantes de la provincia, quienes analizan las acciones en conjunto que deben tomar para prevenir este tipo de acciones delictivas. Los sujetos se desplazan en motocicletas y mientras uno conduce el vehículo, su acompañante encañona y despoja a sus víctimas. Pero hasta este esquema de “trabajo” se modifica con la inclusión de mujeres, ya sea como asaltantes o conductoras del motovehículo. Y en los últimos días, se denunció la presencia hasta de mujeres con niños o con bebés, quienes en un primer momento no despiertan sospecha alguna, hasta que ya es demasiado tarde.
Letra sin consenso
La iniciativa presentada por Hofer ante la Cámara Legislativa tiene como punto saliente la prohibición para dos hombres de circular en motocicleta. Con ello se pretende revertir el accionar de los “motochorros”, pero con los ejemplos antes mencionados, se deja en claro que el delito sigue mutando y adaptándose a los cambios que se pudieran generar desde el Gobierno. Además que no se creó una división en la Policía de Tucumán que atienda esta problemática en especial, como sugieren algunos especialistas en materia de seguridad, quienes sostienen que la gestión de Hofer tiene que pensar qué hace mientras se avanza en normativas consensuadas que busquen atacar este flagelo.
Uno de los problemas del escrito presentado por el titular del área de Seguridad, es la determinación de quiénes ayudarán en las acciones de contralor, que deben ser absorbidas por las autoridades policiales, más que por otros actores sociales, como los empleados de las estaciones de servicio, que no tendrían que cargar combustible a aquellos motociclistas que no cuenten con el casco y que no respeten las normas establecidas en materia de seguridad. ¿Quién cuidará la seguridad de estos trabajadores? Es la pregunta que se hacen los propios empleados y los dueños de las estaciones de servicio, sin que hasta el momento se haya brindado una respuesta que satisfaga esas inquietudes.
Por lo pronto, aquel escrito presentado hace largas semanas ya, duerme el sueño de los justos, sin que desde el área de Seguridad se hayan despejado las dudas, ni a los actores que deberían intervenir, ni a los legisladores que tienen que evaluar las posibilidades de éxito. Se requiere de una amplia convocatoria a quienes tienen experiencia y a quienes pueden aportar el conocimiento de las cátedras universitarias, a fin de enriquecer una propuesta que se muestra escuálida de soluciones definitivas, mientras la sociedad en su conjunto espera poder circular por las calles y paseos de la provincia, sin el temor a ser despojado de carteras, billeteras y celulares, entre otros elementos, pero más importante que ello, sin el temor a perder la vida propia y la de los seres queridos.
Por lo pronto, las cortinas de humo no sirven para la sociedad, pero sí para los funcionarios que quieren ganar tiempo y que no han demostrado estar a la altura de las circunstancias en materia de seguridad, un bien social añorado por todos los tucumanos.