Cuando Boca pierde un partido parece que el mundo se viene abajo. Y si para colmo ese partido es contra River en la Bombonera el escenario se empantana todavía más. Pese a que está puntero, el partido contra Newell’s representaba una prueba importante para encarar la recta final del torneo. “Si le gana a Newell’s es campeón”, sentenció Riquelme para sumarle condimentos a la previa. Y lo ganó. Con justicia pero sin que le sobre nada, con un gran partido de Wilmar Barrios y una gran definición de Darío Benedetto. Fue 1-0 para continuar como líder del certamen, sacarle seis puntos a San Lorenzo y mandarle un mensaje a sus perseguidores.
Guillermo Barros Schelotto decidió fortalecer el mediocampo con el ingreso de Wilmar Barrios y de Leonardo Jara; y movió piezas de la defensa con la entrada de Tobio por Vergini y Silva por Fabra.
Y a Boca le costó encontrarle la vuelta al partido. Como había hecho River, Newell’s le cedió la pelota a los centrales de Boca y cubrió bien a los laterales. Entonces se repetía la escena: Tobio o Insaurralde avanzando frontal con la pelota y buscando a un compañero.
Sin sorpresas. Sin cambio de ritmo. Porque Cristian Pavón no lograba desnivelar y Pablo Pérez tampoco jugaba como enganche clásico. Entonces no tenía conexión entre las líneas.
En ese contexto, el que se imponía era Barrios. El colombiano se hizo patrón del mediocampo y levantó a los hinchas con un par de intervenciones fuertes en el medio.
Newell’s tampoco generaba peligro. La única chance clara fue una buena combinación ofensiva entre Formica y Maxi Rodríguez por derecha. El ex hombre de la Selección se filtró en el área y definió con clase por arriba del arquero, pero la pelota quedó en el techo del arco.
Al cero lo tenía que romper una aparición individual. Sin juego colectivo, fue Darío Benedetto quien inventó el 1-0. Salió del área, aguantó y giró ante la marca de Sebastián Domínguez y sacó un derechazo cruzado y letal.
La ventaja para Boca no alteró el trámite. Aunque dejó más expuestas las limitaciones de Newell’s, que tenía que salir a buscar el empate pero no tenía herramientas. El conjunto de Diego Osella dependía exclusivamente de lo que pudiera hacer Maxi Rodríguez. Formica era eclipsado por Wilmar Barrios y Scocco quedaba aislado arriba.
Con el colombiano consolidado en el centro, Fernando Gago se fue soltando. Para ese entonces, Walter Bou ya había reemplazado a Benedetto, que dejó la cancha con molestias. Un pase filtrado de Pintita a Pavón pudo haber sido el segundo pero el delantero pifió la definición.
También lo tuvo Junior Benítez (ingresó por Peruzzi) pero su derechazo cruzado salió pegado al palo.
Boca no podía liquidarlo, pero Newell’s ni siquiera podía acercarse a Rossi. No pateó al arco. No inquietó. Ni siquiera tiró centros cruzados para probar a los siempre cuestionados centrales de Boca.
Fue un triunfo tan justo como necesario. El futuro dirá si, como dijo Juan Román Riquelme, es el eslabón necesario para terminar gritando campeón.