Tal como era su costumbre, Julio Grondona fue saludando uno a uno a los miembros del Comité Ejecutivo de la AFA. Se lo notaba cansado a pesar de lo cual alcanzaba a sonreír levemente en cada apretón de manos. Transcurría el 7 de junio de 2011 y el presidente regresaba a las reuniones del Comité Ejecutivo. Vestía una camisa sport de tenues cuadros, un pañuelo de seda al cuello y un pantalón gris. Venía del 61° Congreso Ordinario de la FIFA, celebrado en el Hallen Stadion de Zurich una semana antes.
Mientras se dirigía a su asiento y tras saludarlo, le pregunté con asombro:
— ¿Por qué Qatar, Julio, cómo es que eligieron a Qatar?
— Están todos locos. No saben lo que hicieron ni dónde se metieron. Pero ya está, ya está, ahora que se arreglen.
— Perdón, ¿que se arreglen quiénes, Julio?
— Los que la votaron, esto va a traer problemas. Acórdate lo que te digo, cuando investiguen, vas a ver qué lío se va armar.
— ¿Y usted no pudo hacer nada Presidente?
— Todo lo que tenía que decir se los dije en la cara a los ingleses y a los que la votaron. Pero, ¿qué querés que te diga? Yo no voy a vivir en el 2022, que se arreglen.
Julio Grondona viajó a ese Congreso de la FIFA al que asistieron 208 federaciones miembros, acompañado por los dirigentes Eduardo Deluca (Secretario General de la Conmebol), Carlos Portell (Banfield) y el doctor Miguel Silva (Arsenal). Luego habría de reencontrarse en Zurich con dirigentes y funcionarios argentinos que actuaban en las diferentes comisiones.
Rusia a pesar de competir contra las aspiraciones de España e Inglaterra no ofrecía demasiadas dudas. Los congresales estuvieron de acuerdo en que resultaba el país de mayor consenso para ser el organizador del 2018. Su presentación fue impecable y el propio Vladimir Putin le puso énfasis y presencia a su objetivo.
Rusia, además, no requeriría ayuda económica de la FIFA como había ocurrido con Sudáfrica 2010 y como ya se presupuestaba para Brasil 2014. La Mesa Chica de la FIFA que integraban entre pocos, Joseph Blatter, Julio Grondona y Angel Maria Villar (Federación Española), tenían claro el informe del secretario general Jerome Valcker quien recomendaba dos cosas:
A) Los organizadores de los campeonatos mundiales debían autofinanciarse.
B) Sería mejor designar dos países organizadores seguidos para evitar la agonía de los lobbies políticos internacionales que se generaban durante todo el tiempo de las postulaciones: Julio Grondona estaba de acuerdo con el primer punto, pero no con el segundo.
— ¿Por qué Julio?
— Si nombrás al segundo para dentro de ocho años, quedás con menos margen de maniobrabilidad política en la FIFA.
Lo que se advertía era que a ninguno de los tres les cerraba la idea de Qatar. Sobre todo por la clara vocación del Presidente Bill Clinton, quien ya sin mandato pero con los consabidos poderes plenipotenciarios le pidió a Joseph Blatter la organización de un Mundial en los Estados Unidos.
En el palco de Honor del Estadio Royal Bafokeng de Rustenburg, Blatter admitió la idea de Clinton haciéndole saber que eso sería posible pero después del 2018 pues el Mundial debía alternar entre los continentes. Y le reforzó el concepto: “Ahora África, después Sudamérica (Brasil 2014), luego debería volver a Europa (ya pensaba en Rusia, Inglaterra o España para el 2018) y si el Congreso lo respalda podría ser en el 2022, aunque tendríamos una cuestión allí con Asia (Qatar)”.
Para Julio Grondona, Angel Maria Villar y para el propio presidente por entonces de la FIFA, no cabían dudas que los Estados Unidos reunían todas las condiciones requeridas. Y mas aún… En lugar de darles dinero lo recibirían, y los demás factores de infraestructura, logística, seguridad, transportación, conectividad, hotelería, lugares de entrenamiento, concentración de planteles y organización estaban garantizados.
Además, dijo Grondona en una de las discretas reuniones de la Mesa Chica, “es lo que corresponde después que lo haga Rusia. Para la FIFA fenómeno, las dos grandes potencias y el fútbol del mundo allí durante ocho años, ¿qué más querés?”.
La realidad era otra. Cuando Inglaterra y España advirtieron que Rusia les ganaría la elección algunos medios de esos países publicaron que Grondona, Blatter y Villar habían recibido 74 millones de dólares de coima para que el Mundial del 2022 se dispute en Qatar.
El 31 de mayo de 2011 a las 9 de la mañana en el Hallen Stadion de Zurich , cuando cerca de dos mil personas se aprestaban a hacer silencio para que el Secretario General Jerome Valcke diera a conocer el Orden del Dia, Julio Grondona pidió la palabra y mirando a la delegación inglesa con los anteojos fuera de lugar y estacionados en el tabique de su nariz, les dijo:
— “Ustedes le están diciendo a sus periodistas que a mi me pagaron 72 millones de dólares de coima para que vote a Rusia y a Qatar, traigan las pruebas, vengan y aprovechen este Congreso. Todo el mundo está aquí, traigan las pruebas, traigan a una persona para que lo diga, ustedes son unos piratas, eso es lo que son, mentirosos y piratas“.
Los representantes de Inglaterra eran los señores Alex Horne, David Bernstein y Barry W. Bright quienes poniéndose de pie gritaban “yo no fui”, “no podemos hacernos cargo de lo que dice la prensa”, “no tenemos nada que ver”.
Una vez recuperado el silencio, Grondona volvió sorpresivamente a la carga y les gritó a voz en cuello: “Y devuélvanos las Malvinas, piratas…”. Tras él se sumo su amigo de toda la vida, Angel Maria Villar para colocar su coincidente demanda: “Y a nosotros Gibraltar”.
Qatar le ganó a los Estados Unidos por un par de votos la designación del Mundial 2022. Zinedine Zidane fue la cara visible del emprendimiento. Pero quien era presidente de la UEFA, Michel Platini, trabajó voto por voto a favor de Qatar a pedido de Nicolas Zarkozi, según explicaría después.
También uno de sus hijos es funcionario del Comité Organizador en Doha. Por entonces el actual presidente de la FIFA, Gianni Infantino, era el Secretario General de la UEFA, la “mano derecha” de Platini. No resulta difícil establecer la convergencia: Infantino al trabajar para Platini también lo hizo para Qatar.
Todo el proceso, sus inconsistencias e intereses fueron –y continúan siendo- investigadas en tiempo coincidente por el Mossad, el servicio de Inteligencia de Israel, toda vez que ese Estado considera a Qatar uno de sus mas peligrosos enemigos. Y la información que fue recogiendo el Mossad la compartió con el FBI.
Es por esta razón que al momento de producirse lo que se conoce como FIFA-Gate, caen por “lavado de dinero” dirigentes de la Conmebol y de la Concacaf que no eran el objeto directo de la investigación, pero sus delitos resultaban tan graves y flagrantes (coimas por venta de derechos de televisión de sus federaciones, lavado de activos, etc.) que resultaría imposible para cualquier Justicia ordenada e independiente, no proceder con el peso de la ley.
Para el FBI y el Mossad la tarea no ha concluido. Lo que fue saliendo a superficie es apenas una minúscula acción para que los dirigentes sepan que ya se sabe todo sobre cómo actúo cada uno. Michel Platini abdicó de su candidatura a la FIFA prometida por Joseph Blatter para el 2015 a cambio de dos millones de dólares “por asesoramientos especiales”. El garante de ese pacto murió, era Julio Grondona.
Puesto que este convenio entre los presidentes de la FIFA y de la UEFA no fueron jamás oficializados ni blanqueados ambos fueron sancionados con la suspensión en sus cargos a instancias del Tribunal de Etica de la FIFA a cargo de Michael Garcia, un ex fiscal del estado de Nueva York. Las renuncias a sus cargos de ambos presidentes serían una consecuencia fáctica de los espurios procederes.
Pero comienza a saberse quiénes le fueron facilitando la investigación al FBI con información y documentos. Y se sospecha de quiénes resultaban ser los hombres de mayor confianza de Blatter, Platini y Figueredo.
Joseph Blatter, Michel Platini y Eugenio Figueredo (Presidente por entonces de la Conmebol) creyeron en la fidelidad de sus funcionarios más cercanos. Muchos de ellos en poco tiempo alcanzaron los cargos máximos de cada institución… Y no faltó alguno que a pesar de ello como Juan Angel Napout en la Conmebol también cayera inesperadamente y en “segunda vuelta” facilitando la llegada de Alejandro Domínguez, su “mano derecha”.
El informe del Presidente del Tribunal de Etica de la FIFA, Michael Garcia contiene 990 paginas. Todos debieron declarar bajo “Juramento y confidencialidad”. Por su oficina desfilaron Blatter, Grondona, Villar… Todos.
Y aunque al principio hubo cierta resistencia a la “Cláusula de Confidencialidad”, se ha cumplido estrictamente hasta hoy. Allí está todo bajo la responsabilidad de Garcia a cargo del Órgano de Instrucción Una vez finalizada la reveladora investigación, el dossier le fue entregado al Presidente del Órgano de Decisión de ese Tribunal, Hans Joaquim Ecker con la expresa solicitud de que se diera a conocer públicamente a través de la prensa. Pero Hans Joaquim Ecker se negó. Y Garcia entonces protestó la medida recurriendo al Tribunal de Apelaciones de la FIFA.
El jueves 11 de diciembre del 2014, el Tribunal de Apelaciones falló sabiamente: no daría a conocer públicamente el “Informe Garcia”, pero giraría todas las actuaciones a la Justicia Suiza pues encontró fuertes indicios de votos comprados por Qatar y un procedimiento incuestionable para el caso Rusia.
El Tribunal de Apelaciones de entonces, uno de los baluartes de la FIFA, halló hechos graves que configuran la Comisión de Delitos Penales. Y por ello que le dio intervención a la Justicia Suiza ya que según algunas declaraciones aparecen nombres de dirigentes sobornados para quienes no alcanzaría una sanción disciplinaria institucional. Antes bien, un Juez podría disponer su detención.
En ese informe entre otros muchos dirigentes de la época, según ya trascendió, quedarían absueltos de toda sospecha Joseph Blatter, Angel Maria Villar y Julio Grondona. La “Confidencialidad” vencerá en diciembre de 2019. La expectativa es que antes de ese plazo, la Justicia Suiza se haya expedido. Y en caso contrario, el “Informe García” quedará en manos del FBI para todas las acciones que correspondieren comenzando por publicar los resultados de la investigación.
Lo que les llama la atención a los investigadores es la remoción de ciertos funcionarios históricos de la FIFA que desde distintos estamentos actuaron dignamente y conocen algunos detalles de este escandaloso caso. A menos que Gianni Infantino y otros funcionarios de reciente advenimiento consideren que “saber mucho y haber actuado decentemente” no es conveniente en esta errática FIFA.
En otro orden, acaso en el que más importa, Qatar no ofrece condiciones objetivas para que el mundo concurra a una fiesta deportiva. Y no sólo por los 49° de temperatura que obligarían a un cambio de calendario de todas las temporadas para correrlo a un invierno –noviembre o enero- con cerca de 30° con todo lo que ello implicaría en la programación de las ligas mas organizadas y vendidas de Europa.
Qatar atraviesa un conflicto cada vez más temible con sus socios del Golfo, especialmente con Arabia Saudita quien acaba de imponerle unas condiciones de imprevisible final al exigirle el cese de emisiones de la cadena Al Jazzira. Además ha interrumpido sus relaciones diplomáticas con Bahrein, Egipto, Libia, Yemen, Islas Maldivas y los Emiratos Árabes. Ni hablar de un enemigo como Irán y un interminable –y peligrosísimo- enfrentamiento con Israel.
Un Mundial de fútbol resulta inimaginable hoy en un país donde la discriminación de género se examina en el Parlamento Europeo prestando atención a la discriminación política y económica de la mujer, la educación, la migración, la familia y la salud. Hoy por hoy no podrían ingresar mujeres a las canchas. Inimaginable.
Y aun cuando se modificara la ley monárquica –no hay Constitución–, sólo se permitiría que las espectadoras concurran excepcionalmente con el cuerpo cubierto sin ninguna parte del mismo visible. Además no podrían ingresar al país las personas que profesaren la religión judía, ni tampoco los homosexuales, so pena de arresto, cárcel y deportación para los extranjeros que fueran advertidos, denunciados o sospechados.
Hasta ahora han muerto 400 obreros. La mayoría de ellos inmigrantes de Arabia Saudita y Emiratos Arabes, que trabajan en los nuevos y refrigerados estadios y se calcula que una espantosa cifra de 4 mil más podrían perder la vida dadas las condiciones infrahumanas en las que trabajan a un promedio de 12 horas por día.
Su condición de primer exportador mundial de gas le ha dado una fortaleza económica que ha puesto a Qatar en el 14° puesto mundial de Fondo de Inversión con 335.000 millones de dolares en activos. Hay más dinero qatarí invertido en propiedades en Londres que aquel que poseyere la propia Corona Británica. Además y como se sabe, el Emir Tamim bin Hamad Al Thani –figura omnímoda política del país- es dueño del PSG de Francia, sponsor del Real y del Barcelona para su linea aérea Qatar Airlines, de la Villa Olímpica de Inglaterra entre más de cincuenta emprendimientos deportivos y se ha transformado en el principal inversor de las bolsas de diez países europeos, con fuerte presencia en prestigiosos medios de comunicación.
No quedan dudas que el dinero sobra, que los estadios serán confortables y refrigerados, que habrá comodidades y una organización ordenada. La pregunta es si en estas condiciones políticas éste país no resulta un peligro, toda vez que caben pocas dudas sobre sus vínculos de patrocinio con Al Qaeda y El Daesh, organizaciones terroristas que tienen en vilo al mundo y que han dado origen a otras nefastas bandas criminales como el ISIS.
Sólo la FIFA está a tiempo de parar este peligro. Sin embargo la Secretaria General Fatma Samoura, en su condición de mujer, no ha puesto hasta hoy reparos a la discriminación de genero en un “país organizador” ni tampoco a la remoción de funcionarios valiosos. Peor aún, Gianni Infantino se distrae intentando cambiar normas y reglamentos que hicieron del fútbol el más bello espectáculo del mundo cuando él le llevaba la valija a Platini y Qatar compraba votos para realizar un mundial que hoy resulta inviable.