El domingo se produjo la “coronación canónica” de Nuestra Señora del Carmen ante una multitud. La ceremonia fue presidida por el arzobispo saliente de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca, con la presencia del gobernador Juan Manzur y de la intendente local, Patricia Lizárraga.
Ni siquiera las bajas temperaturas de la ola polar que abrazó a todo el país, pudieron detener la fe de quienes querían participar activamente de un acontecimiento para toda la ciudad de Famaillá y la provincia: la “coronación canónica” de Nuestra Señora del Carmen.
La vigilia del sábado 15 se convirtió en un preludio que estuvo a la altura de la celebración central, con la gente agolpada a las puertas de la parroquia homónina, en donde la Patrona de Famaillá salió para ser vivada y venerada. De la Misa Solemne participaron las autoridades de Famaillá, encabezadas por la intendente Patricia Lizárraga, quien estuvo acompañada por su gabinete. Posteriormente, para la coronación, se hizo presente el propio gobernador, Juan Manzur, quien fue testigo, como los miles de participantes, de la ceremonia de coronación de la imagen.
Momento de gran emoción
El arzobispo renunciante de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca, encabezó la ceremonia, en la que primero se colocó la corona canónica en la cabeza del Niño Jesús. De inmediato fue la Madre, Nuestra Señora del Carmen, a quien le ciñó la hermosa corona desatando el aplauso de toda una comunidad que vivió con emoción y alegría tal acontecimiento.
El párroco y anfitrión, presbítero Jorge Acosta, explicó los días previos antes de la ceremonia que la coronación canónica es un reconocimiento que la Iglesia Católica Concede a imágenes de la Santísima Virgen cuya devoción irradia un amplio sector de población, siendo esta devoción palpable y continuada en el tiempo desde sus orígenes hasta nuestros días.