Eran las 10 de la mañana del 25 de agosto de 1998, cuando la empleada doméstica y el hijo de su pareja llegaron al departamento ante la falta de respuestas en los teléfonos. Para ingresar tuvieron que llamar a un cerrajero porque había una llave puesta del lado de adentro. Al ingresar se encontraron con un charco de sangre: el capitán de navío (RE) Horacio Estrada estaba muerto en su oficina de un disparo.
Cuatro días antes, había declarado por la venta de armas a Croacia y Ecuador, una causa judicial de alto impacto político para el gobierno de Carlos Menem.
A 19 años de su muerte, siguen vigentes las sospechas sobre el caso. Infobae accedió al expediente judicial y habló con los investigadores. ¿Por qué no convence la teoría del suicidio?
Los primeros en llegar al lugar, en Arenales 919, fueron la empleada doméstica, Dominga Aguilar, y el hijo de su última pareja, Santiago Esteves. Estrada estaba sentado en una silla de madera, frente a su computadora, con el cuerpo levemente caído sobre la izquierda. En la escena se encontraron dos armas. La que se disparó era una Pietro Beretta calibre.380. Estaba tirada en el piso, junto a una vaina servida y un proyectil. Arriba del escritorio había otra pistola, calibre 9 mm.
Los efectivos de la comisaría 15 ingresaron al departamento cerca de las 11.45 y comenzaron con las pericias. El acta policial detalla que secuestraron las dos armas, la computadora de Estrada, documentación, un teléfono/fax, y un celular que luego serían sometidos a diversos análisis.
Minutos después llegaron el secretario del juzgado de Facundo Cubas, Ricardo Baldomar, y otro empleado. “Estábamos de turno aquel día. Recibí un llamado de la comisaría de Recoleta sobre un posible suicidio y fuimos rápido con el prosecretario. Cuando llegábamos el departamento estaba repleto de gente”, recuerda Baldomar en diálogo con Infobae.
El primer detalle que llamó la atención de los investigadores estaba la vista de todos: Estrada, un ex represor de la ESMA, tenía un disparo en el sector izquierdo del cráneo, aunque era derecho. Durante la investigación se terminaría confirmando que el marino podía disparar con ambas manos. Así lo declararon empleados del polígono donde practicaba. Pero la duda persiste: ¿Por qué un derecho se suicida con la izquierda?
Segundo detalle llamativo. En la heladera de Estrada había dos copas de champagne y en la video casetera una película pornográfica que no había terminado. “La primera sensación era que estaba esperando a alguien”, confirma uno de los testigos.
El marino no estaba deprimido. En eso coincidieron todo los testigos. “Nunca estuvo deprimido”, declaró ante la Justicia el hijo de su pareja, Santiago Esteves. El joven contó que tenía una excelente relación con Estrada, a quien quería como un padre, y resaltó que lo había incentivado para que terminara el secundario. Se veían casi todos los días. Y los fines de semana, el marino visitaba su casa.
Estrada había desaparecido en la tarde del 24 de agosto de 1998. Le dijo a su pareja que se iba a comprar un auto. La mujer lo llamó varias veces al celular y al teléfono fijo. A ls 21.30 de ese día, le pidió a su hijo que se acercara al departamento. El joven tocó timbre varias veces y habló con el encargado. Se fue sin respuestas.
Otro testigo clave fue su amigo Omar Eduardo Penna, una de los últimas personas que lo vio con vida. Ante la Justicia declaró que estuvo en la casa de Estrada el 24 de agosto a las 11 de la mañana y que lo notó de buen humor. ¿De qué hablaron? Un poco de trabajo. Pero lo más importante vino después: Estrada le mostró una copia de su declaración, del viernes 21 de agosto ante el juez Jorge Urso, por la causa de la venta de armas a Croacia y Ecuador.
No era un tema ajeno para Penna. Ya lo habían hablado varias veces. “En una oportunidad me manifestó que era ajeno a la venta de armas y que el Ejército lo quería vincular para desvincular al personal de Fabricaciones Militares”, declaró ante el juez Cubas.
Infobae tuvo acceso a la declaración indagatoria en la causa armas, concretada cuatro días antes de aparecer muerto. Ahí Estrada ratificó su declaración inicial. “Lejos de negar mi conocimiento del Sr. Lasnaud (por el traficante de armas francés Jean Bernard Lasnaud), aporté mayores ilustraciones acerca de las razones de nuestro vínculo. Nada tendría que rectificarme y ninguna prueba podría alterar la prueba allí aportada”, dijo ante el juez. Y agregó: “Nunca tuve relación con el señor Sarlenga (por el ex interventor en Fabricaciones Militares) ni con el coronel De la Vega (Edberto González de la Vega se desempeñaba como director de Coordinación Empresaria de FM)”.
La muerte de Estrada se sumó a otras muertas sospechosas derivadas del escándalo de la venta de armas. La conmoción reactivó la causa judicial a cargo del juez Urso, quien pocos días después citó a 14 personas a indagatoria. En ese listado se destacaba el ex ministro de Defensa, Antonio Erman González.
Para ese entonces ya estaban procesados el ex ministro de Defensa Oscar Camilión, el ex jefe de la Fuerza Aérea brigadier (R) Juan Paulik, y el propio Sarlenga.
A Estrada se lo acusaba de haber controlado tres embarques de 5000 fusiles FAL y municiones en los aviones de la empresa Fine Air, que los llevaron de contrabando a Ecuador, mientras estaba en guerra con Perú y pesaba sobre ambos países un embargo.
La muerte de Estrada dominó la tapa de todos los diarios de la época y causó una conmoción política por su participación en la causa armas. De hecho, al día siguiente de la aparición del cuerpo, el juez Urso y el fiscal Stornelli, a cargo de ese expediente, se trasladaron al departamento para supervisar la recolección de pruebas. “En la máquina de fax había un transferencia de alrededor de 1 millón de dólares”, recuerda uno de los investigadores.
Aunque pasaron 19 años, todavía persisten las dudas. “Se hizo todo lo que se podía en cuanto a pruebas. No había huellas, el toxicológico le dio negativo y se hicieron todo tipo de cruces telefónicos”, recuerda la misma fuente.
Encima, todos los testimonios que forman parte del expediente descartaron el suicidio. El amigo de Estrada, Penna, dijo que el marino “nunca estaba deprimido”, aunque aclaró que arrastraba algunas deudas porque le habían decretado la quiebra. Además de ser amigos, trabajaban juntos en la venta de electrocardiógrafos.
La Justicia investigó durante más de cuatro años y terminó archivando la investigación. “Se hizo hincapié en las personas que estuvieron con él en sus ultimas horas de vida, como así también en su posibles vinculaciones en la causa que se sigue por la venta ilegal de armas”, concluye la resolución final, fechada el 13 de marzo de 2003.
Pero todavía hay sospechas. “Fue un homicidio pero no se puedo probar”, sorprende uno de los investigadores del caso. Otra fuente que conoce los detalles del trágico hecho va por más: “Iba a hablar en el futuro, no se iba a callar”.
El caso tiene muchos parecidos con la muerte del fiscal Alberto Nisman. Veamos. Estrada apareció muerto cuatro días después de tener participación activa en un caso judicial resonante. Segundo, se disparó por la izquierda cuando era derecho. La trayectoria del proyectil iba de arriba hacia abajo. Todos los testigos coinciden que no estaba deprimido y tenía proyectos de vida en el corto plazo. Y los familiares también tuvieron que recurrir a un cerrajero para entrar en la casa.
Habían pasado muchos años, pero el día que apareció muerto Nisman en la torre Le Parc uno de los investigadores del caso del marino muerto llamó por teléfono a un importante hombre de la Justicia y no dudó: “Tenemos otro Estrada”.
Fuente: Infobae