Armó un esquema para crear empresas importadoras truchas que con autorización oficial podían comprar dólares al precio oficial y venderlo en el blue.
Ivana Berdichevsky fue una funcionaria K desconocida para la opinión pública. Pero no lo era dentro del Gobierno. Ni en el pequeño submundo que forman los jefes de bancos, las financieras y las “cuevas” de la ciudad de Buenos Aires. Según fuentes que analizaron su paso por la función estatal, Berdichevsky llegó a la Casa Rosada gracias sus vínculos con los jefes de La Cámpora. Sobre todo con uno de ellos, Franco Vitali. Fue designada en septiembre del 2013 como asesora jurídica de la Subsecretaría para la Reforma Institucional y el Fortalecimiento de la Democracia.
El puesto que tenía y el nombre del organismo para el que trabajó hasta diciembre del 2015 cuando se devela el resultado de su trabajo. Clarín confirmó que Berdichevsky, siempre en paralelo con su cargo público, inscribió alrededor de 380 sociedades comerciales tal cual se desprende de la simple lectura del Boletín Oficial. Buen parte de esas compañías se usaron para fugar del país alrededor de 2.000 millones de dólares mediante un sistema de aprobación de importaciones cuando esas operaciones eran bloqueadas por el Gobierno de los Kirchner en pleno cepo cambiario.
Las sociedades que creó Berdichevsky lograron, en su gran mayoría, ser autorizadas por el Estado para comprar productos en el exterior a un dólar que cotizaba alrededor de 9 pesos. Y que después podían reingresar al país para venderse en el mercado “negro” por, según la fecha, entre 12 y 15 pesos.
El lunes pasado, un prófugo de la Justicia en un caso que investiga cómo funcionaba una mafia en la aduana dedicada a esos negocios, Mariano Martínez Rojas, le admitió a TN que él había participado de esa trama que la Justicia considera que fue ilegal: “Cristina estaba al tanto de todos los detalles”, dijo. Y agregó que también otros ex funcionarios se habían involucrado en esta dinámica administrativa: “Guillermo Moreno, Ricardo Echegaray, gente de la aduana y hasta gobernadores, como el formoseño Gildo Insfrán”, dijo. Clarín confirmó que decenas y decenas de las compañías que asesoró el financista Martínez Rojas fueron creadas por Berdichevsky.
Es decir, el sistema que enriqueció a la “mafia” de la “aduana trucha”, investigado entre otros jueces por Gustavo Meirovich, quien pidió la captura nacional e internacional del empresario que dice querer colaborar con la investigación, generó un canal “paralelo” de “importadores” ligados al poder que utilizaban para enriquecerse a sociedades que habían sido inscriptas por una funcionaria con despacho en la Casa Rosada. Ivana Noemí Berdichevsky. De La Cámpora.
El compromiso militante de Berdichevsky llegó a tanto, que ella misma figuró en el directorio de dos compañías que eran las dueñas de medios del aparato de propaganda K, financiados en su momento con millones de pesos de fondos estatales que se les giraba mediante publicidad oficial.
Una de esas sociedades es Balbrug, el nombre estatal de la firma que es dueña del diario Tiempo Argentino. La otra es la firma Desup, propietaria de Radio América, que tuvo a Berichevsky también entre sus autoridades sencillamente porque ella la creó y la registró en la Inspección General de Justicia (IGJ), el organismo encargado de regular el funcionamiento de las sociedades comerciales.
Tanto Tiempo Argentino como Radio América fueron comprados por Martínez Rojas.
“Tengo pruebas de todo”, asegura el prófugo Martínez Rojas respecto a documentación que probaría cómo funcionaba la transferencia de divisas de las importaciones “paralelas” de la era K.
Este diario accedió a algunas de esas “pruebas”.
Martínez Rojas ayudó desde su financiera a triangular dólares al exterior a varias decenas de sociedades que lograban aprobar las llamadas “Declaración Jurada de Importaciones Anticipadas” (DJAI).
Fue una cadena de funcionarios la que permitió que este “sistema” funcione. En los papeles que presentaban al Gobierno, las sociedades bajo investigación aseguraban que necesitaban conseguir materiales que llegarían en containers a la aduana con diferentes mercancías.
Según el prófugo y denunciante a la vez, los funcionarios que aprobaban las divisas para las sociedades “truchas” eran Moreno y su esposa, la escribana Martha Cascales; Echegaray, jefe administrativo de parte del puerto de Buenos Aires. Y, por ende, los presidentes del Banco Central, que debieron revisar qué empresas pedían dólares para usarlos en sus maniobras. Algunas empresas usaron las DJAI de forma legal. Otras, muchas, no.
Durante la época en la que Martínez Rojas se involucró en estas en estas cuestiones, entre el 2013 y el 2015, los titulares del BCRA fueron Mercedes Marcó del Pont y Juan Carlos Fábrega.
“Asesoré a empresas que sacaban del país en importaciones hasta 140 mil dólares por día, todos los días·”, cuenta hoy Martínez Rojas.
Las acciones llevadas adelante por la abogada Berdichevsky también fueron cruciales.
Martínez Rojas.
Clarín pudo comprobar que una gran cantidad de las empresas autorizadas a importar dólares con las que trabajó Martínez Rojas habían sido inscriptas por Berdichevsky. Pero al poco tiempo cambiaban de autoridades. Sus autoridades pasaban a ser indigentes, jubilados que debían impuestos y que no tenían la capacidad monetaria para operar en el comercio exterior; y hasta a personas que en los registros públicos no figuraron jamás con un trabajo en blanco.
El ex secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, afirmó en una entrevista que todas las aprobaciones de importación que estaban bajo su control fueron legales. Y pidió que sea revisado el papel que había jugado en todo esto el BCRA.
El simple chequeo en bases públicas de datos permite saber que los directivos de esa sociedades a las que Moreno hace alusión no cumplían con los requisitos básicos para ser considerados importadores.
Entre la documentación que guardó Martínez Rojas, y que fue cotejada por información del sistema bancario nacional, se encuentran comprobantes de operaciones de importaciones por más de un millón y medio de dólares de muchas sociedades. Algunas de ellas se llaman Neac, Jurvey, Waimes, Kreefeld o Vinkem.
Todas fueron inscriptas ante el Estado por Berdichevsky.
Trabajaba en la Casa Rosada.
Fuente: Clarín