El magistrado federal no quiere firman un documento que sea el origen de una revuelta. Y prefiere esperar.
El juez federal Guido Otranto no quiere que ningún tipo de personal policial ingrese masivamente a Cushamen. En su mirada predomina una fuerte decisión de respetar las pautas culturales de quienes viven en este territorio tomado desde hace ya tres años. También quiere evitar escenas de violencia con consecuencias difíciles de prever.
Claudio Avruj, secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, enviado por el gobierno nacional para acelerar los procesos de búsqueda de Santiago Maldonado, descubrió en carne propia que el juez sostiene su propia visión acerca de cómo deben hacerse las pesquisas en el Pu Lof y en la zona llamada “Territorio Sagrado”.
Ayer, el juez local explicó a este diario que no firmaría ninguna orden de allanamiento para que unos 300 efectivos de la Policía Federal cruzaran por primera vez el río Chubut hacia campos que jamás han sido investigados antes.
El 5 y el 16 de agosto, la brigada de canes descubrió en Cushamen restos oloríficos frescos que coinciden con los de las ropas adjudicadas a Maldonado de este y del otro lado del río. Pero los investigadores no han podría cruzar puesto que los mapuches insisten en que los blancos no tienen ese derecho.
Fuentes indican que el magistrado teme que si una fuerza penetra en el Pu Lof pueda iniciarse una batalla campal que provoque heridos o incluso muertos. Otranto no quiere firman un documento que sea el origen de una revuelta. Y, por ahora, prefiere esperar hasta que el ambiente se enfríe.
Su decisión va a contramano con la premura que exhibe el gobierno de Mauricio Macri y su ministerio de Seguridad conducido por Patricia Bullrich. Para algunos funcionarios Otrando es un enigma. “No sabemos qué pasa por su cabeza este momento, nosotros le hemos dato todas las herramientas y nos complica si nos las utiliza”, dicen fuentes allegadas a la ministra.
Ayer los mapuches de Cushamen y Esquel habían comenzado a organizar una fuerte movilización para oponerse al ingreso de la policía a territorio ocupado. Desde la comunidad le explicaron a Clarín que no podían garantizar que no se generarían situaciones de conflicto.
Otras voces van más lejos cuando hablan del juez. Señalan que Otranto conserva hipótesis que no incluyen la posibilidad de que Maldonado se encuentre escondido –vivo o muerto– en el Pu Lof, una superficie de más de 1000 hectáreas en la que podría esconderse fácilmente.
El magistrado estaría barajando teorías que no incluyen de modo directo a Cushamen. Una de ellas es la responsabilidad de Gendarmería Nacional en la desaparición de Maldonado. Si esto pasó, especulan, el cuerpo no estaría allí. Antes que rastrillajes, el juez Otranto prefiere esperar a los análisis de ADN en dos camionetas y un camión Eurocargo.
La otra hipótesis, la que los investigadores llaman “El sacrificio”, perdió vitalidad. Pero el juez no descarta que las pericias de los celulares del joven, sumado al análisis de restos genéticos de las prendas que en teoría eran de él, pudieran provocar un sorprendente vuelco en su lectura del caso.
Este jueves, Clarín consultó al juez por el tema pero no respondió.
Fuente: Clarín