Hay un denominador común. La pasión es indispensable. El amor es esencial y prioritario, y se percibe. Podrán ser necesarias fortunas para adquirir piezas de valor, pero es menester ofrendar dosis de adoración. Los coleccionistas de autos reúnen ambos requerimientos: un frenesí devoto sobre las piezas automotrices y caudal económico para respaldar la inversión. El resultado: museos personales cargados de muchos o demasiados objetos de deseo de la industria automotriz. Desde las reliquias clásicas de Ralph Lauren al lujo y la ostentación de los deportivos dorados del sultán de Brunéi.
Elisa Stephens
Abogada y presidente de la Academy of Art University de San Francisco, Estados Unidos. Elige para sus traslados a la ópera, a exhibiciones artísticas, a cenas de gala alguno de sus 250 vehículos clásicos que cultivan un fervorosa obsesión por los automóviles de lujo de principio de siglo. El valor de su colección asciende a setenta millones de dólares. Comenzó a acumular piezas históricas a partir de los años noventa, cuando adquirió un emblemático Packard Model 343 Convertible Sedan de 1927 en honor a su padre.
Ávida coleccionista de piezas anticuadas, exhibe sus reliquias en un espacio plural que bautizó Automobile Museum. Allí viven clásicos eternos: un Talbot LagoT-150C Speciale Coupe de 1938, un Tucker 48, un Pierce-Arrow Silver Arrow de 1933, un Hispano Suiza H6C de 1928, un Bugatti Type 46 de 1930 y un Duesenberg Model J de 1930.
Ken Lingenfelter
Su primer auto fue un Chevrolet Corvette de 1977. Hoy su colección asciende a más de 150 automóviles, de los cuales el 40% son distintas versiones del Corvette, que viran del Supercharged de 1953 hasta el primer Corvette de alto rendimiento de la historia, un Duntov Test Mule. También presume de un Corvette ZR1 de 2010 modificado por su empresa: Lingenfelter Performance Engineering fue creada por su primo y comprada por él en 2008.
Su apego por los autos es hereditario: es hijo de un alto ejecutivo de General Motors. Su garage, además de Corvettes, se completan con muscle cars y autos exóticos. Se confunden en su galpón ubicado en Brigthon, Michigan, Estados Unidos, piezas raras como el Saleen S7 TT o el Delorean DMC 12, deportivos radicales como el Bugatti Veyron o el Lamborghini Reventón y seis icónicos deportivos Ferrari.
Ralph Lauren
“Siempre consideré que los autos son una expresión artística“. Los autos son arte en movimiento para el prestigioso diseñador de moda Ralph Lauren. “Otros recogen arte, pero para mí, ser dueño de un auto raro y magníficamente diseñado ofrece un tipo diferente de experiencia”, expresó: les atribuye, sin duda, un aliciente cultural significativo. Invirtió -según Forbes– 300 millones de dólares para construir una colección exuberante, apenas un extracto de sus múltiples activos que ascienden a 6.200 millones de dólares.
Se cree que presume de 70 unidades que configuran la columna vertebral de una industria prolífica. Desde la década del veinte hasta finales del noventa, Ralph Lauren los tiene todos. Modelos de Alfa Romeo, Ferrari, McLaren, Porsche, Bugatti, Bentley, Jaguar, Mercedes-Benz, paralelos al rumbo de la historia, al compás del crecimiento de una industria de época. Sus autos de exposición pueden sintetizar el devenir de una era: fabricación en serie, versiones limitadas y unidades peculiares.
Los más longevos son verdaderas reliquias: presume del Bentley 4.5 “Blower” de 1929 que participó en Le Mans en 1930, 1932 y 1933, de un Mercedes SSK “Count Trossi” de 1930, de un Alfa Romeo 8C 2900 Mille Miglia de 1938 considerado uno de los mejores vehículos de carreras previos a la Segunda Guerra Mundial y de otro Alfa Romeo 8C 2300 Monza de 1931. Alimentó su veneración por los autos cuando compró tres autos legendarios: el clásico Mercedes 280E 4.5 de 1971, el futurista Porsche 930 de 1979 y el refinado Mercedes-Benz 300SL coupé de 1983. Pero Ferrari es su marca fetiche: además de los vintage 375 Plus de 1954, 250 Testa Rossa de 1958, 250 LM de 1964, un 250 GT Berlinetta SWB de 1960 y el 250 GTO del 62, su flota se actualizó con un LaFerrari, el primer híbrido de Maranello.
Jay Leno
Una eminencia en materia automotriz. Fue el histórico presentador del programa The Tonight Show entre 1993 y 2009. La leyenda dice que volvía a su casa después de cada grabación en un auto diferente. Todos integran su colección personal que, lejos de significar ostentación, esconde un ingenuo fanatismo que combina emoción y obsesión. Tiene más de 200 ejemplares en un depósito que bautizó “Big Dog Garage”. Tiene y no los acumula. No se considera un coleccionista: “Nunca vendí ninguno. Los compro porque me gusta manejarlos“.
Su flota es variopinta. Modelos de todas las épocas, unidades mitológicas y versiones curiosas de la industria automotriz. El garage de Jay Leno -así se llama su ciclo actual History Channel- mezcla piezas exóticas con tesoros inmaculados: un Aston Martin CC 100, un Mazda RX3 de 1973, un Baker Electric de 1909, un deportivo Ariel Atom 75, un Rolls Royce Phantom II de 1934, el “batimóvil” de las películas de Christopher Nolan, un camión de bomberos y un Duesenberg Model X de 1927.
Muda Hassanal Bolkiah
Sus casi siete mil autos satirizan su condición de coleccionista, convierten la referencia en un eufemismo. Muda Haji Hassanal Bolkiah Mu’izzaddin Waddaulah es Muda Hassanal Bolkiah, sultán de Brunéi, la máxima autoridad del sultanato petrolero de uno de los países más ricos del mundo. Su garage es inconmensurable: dispone de cinco hangares para conservar su codiciada flota. Su caso es fiel reflejo de la opulencia y la obscenidad de los petrodólares.
Su imperio congrega más de 600 Rolls-Royce (seis Phantom a prueba de balas), 574 Mercedes-Benz, 452 Ferraris, 382 Bentleys, 209 BMW, 179 Jaguar, 134 Koenigseggs, 21 Lamborghini, once Aston Martin, ocho F1 de McLaren, seis Dauer 962 LM, un CSS, un Porsche Carma, un Bentley Java y un Dominator 4×4, el único Cicero BDB Maestro jamás construido, una versión modificada de Jaguar XJ220, un excepcional Koenigsegg Agera CC Gran Turismo y hasta un Mercedes CLK GTR diestro, único en su especie. Presume de versiones modificadas del Ferrari 456 -bautizados en código como “Venecia”-, ediciones limitadas de Pininfarina de al menos seis Ferrari FX, dos Ferrari Mythos operacionales en tránsito, además de creaciones míticas de Maranello: Ferrari Testarossa F90, Ferrari F50 Bolide Tub por Pininfarina y Ferrari 550 Barchetta Speciale.
Su joya más preciada es la carroza de bodas con la que uno de sus doce hijos, el príncipe Abdul Malik, se casó con una de sus hermanas, la princesa Hafizah Bolkiah. El vehículo es único en el mundo: la unión se celebró a bordo de un convertible Rolls-Royce President Limousine fabricado por Jankel con aplicaciones de oro macizo y un dosel cubierto también por láminas de oro.