Era el caso más antiguo que tenía la ONG Missing Children.
¿Cómo se explican 15 años de desidia? ¿Cómo se le dice a una madre que esperó tanto tiempo que su hija estaba enterrada a 16 cuadras?
La vida de Luisa Olivera se detuvo para siempre aquel 7 de septiembre del 2002, cuando Mariela Tasat, de 14 años, desapareció de la puerta de su casa en Lanús.
La causa se archivó a las dos semanas y se reabrió recién hace algunos meses, cuando la Justicia pidió informes a los cementerios de la zona ¿El resultado? Mariela había sido enterrada como NN apenas dos días después de su desaparición. Había tenido un accidente en las vías del ferrocarril Roca.
Fueron 15 años de una búsqueda eterna, con la llama encendida de la esperanza de algún día volver a darle un abrazo. Luisa pasó todo este tiempo pegada al teléfono de su casa: le costaba ir a comprar una gaseosa al quiosco de la esquina, sufría cuando tenía que salir de su hogar por más de una hora.Esperaba que su hija un día la llamara y le dijera: “Mamá, voy para allá”. Pero Mariela estuvo siempre en el mismo lugar.
El 7 de septiembre del 2002 Mariela estaba junto a su hermano Javier en la puerta de la casa mientras tomaban mate. En un momento el teléfono sonó y Javier entró para atender, cuando volvió su hermana ya no estaba. En la puerta quedaron la pava y el mate, intactos, como únicos testigos de lo que ocurrió.
Luisa madre de Mariela Giselle Tasat Foto David Fernandez
A dos semanas de ese día, la causa se cajoneó, se archivó, se llenó de polvo. Luisa salió a la calle: la buscó en prostíbulos donde le decían que podía estar su hija, se metió en las villas donde la amenazaban de muerte si volvía a entrar sin autorización y soportó el fallecimiento de su esposo, un policía retirado que murió de tristeza a los dos años de que Mariela desapareciera. El caso era el más antiguo de Missing Children.
Hace algunos meses, a raíz del pedido de una fiscalía especializada en trata de personas que pidió una actualización sobre el caso, la causa se reabrió. Quien la tomó fue Viviana Giorgi, a cargo de la Fiscalía 1 de Lomas de Zamora. Como primera medida pidió informes a todos los cementerios y las morgues de la zona y a partir de allí comenzó a unir los cabos sueltos.
Una chica de 14 años desaparecida hace quince y un cuerpo enterrado en el cementerio de Lanús que databa de la misma fecha. No había que ser demasiado inteligente para darse cuenta de las coincidencias. Sólo había que tener la decisión de hacerlo. Nadie en todo este tiempo había pedido jamás algo que parecía lógico: consultar en los cementerios los cuerpos que estaban enterrados como NN.
Luisa madre de Mariela Giselle Tasat y la cama preparada para cuando volvieraFoto: David Fernandez
La doctora Giorgi avanzó. Hace dos días se llevó a cabo la exhumación en el cementerio con motivo de relevar la evidencia investigada. La identificación se concretó mediante el análisis dactiloscópico, el cual permitió determinar que la huella digital del pulgar derecho de Mariela, impresa en su Documento Nacional de Identidad, correspondía de manera “fehaciente, categórica e indubitable” con la impresión digital de su pulgar derecho.
En el medio, una nota de Clarín publicada el domingo pasado recordó el caso de Mariela y la búsqueda de Luisa, junto a otras madres que todavía buscan solas y desesperadas saber qué fue lo que pasó con sus hijas.
Con la exhumación del cuerpo de Mariela se completó la parte de la historia que estuvo oculta durante una década y media. La chica que soñaba con ser maestra jardinera, que jugaba con sus peluches y los sentaba como si fuera un aula mientras ella les enseñaba, quien tenía la cama preparada, lista para cuando decidiera volver a su casa, en realidad había tenido un accidente en las vías del tren Roca ese mismo día en el que no se supo más de ella.
Fue trasladada al hospital vecinal de Lanús y de allí derivada al Hospital Fiorito, de Avellaneda, donde al final falleció dos días después. La enterraron el 9 de septiembre como NN, a dieciséis cuadras de su casa, donde la mamá esperaba su llamado todos los días.
Hoy Luisa no puede hablar. Sus familiares contaron que piensan darle una despedida final y creen que la noticia, por más dolorosa que es, empezará a sanar y permitirá cerrar el círculo que se abrió hace tanto tiempo.