-¡¡¡Eduard querido!!! ¿Qué hace con esos auriculares y ese micrófono estilo radial en la mesa del bar? ¿Acaso está por dedicarse a la radio?
-Good morning Vietnaaaaam…
-¿Qué le pasa que me habla en inglés?
-Nada amigo, estoy practicando delante del micrófono y tratándome de inspirar en el personaje de Robin Williams en “Good morning Vietnam”.
-Shisss, no lo diga en voz alta, que esa película hace que se le caigan un par de sotas.
-¿Por qué?
-Porque las nuevas generaciones no conocen de esas películas, mi querido amigo.
-Bueno, pero deberían conocer esas joyas de la filmografía mundial.
-En eso tiene razón, pero dígame: ¿a qué se debe esta mala interpretación suya de Robín Williams?
-Me estoy preparando para ver si el nuevo director de Radio Nacional me lleva a su equipo.
-¿Quién es el nuevo director?
-Un destacado periodista tucumano que hizo sus armas más que nada en la gráfica.
-¿En serio?
-Sipi.
-Pero ¿de quién se trata?
-Se lo voy a hacer como una adivinanza.
-Dele.
-Empieza con José y termina con Sbrocco.
-¿Usted me está tomando el pelo? Eso no es una adivinanza.
-Claro que no, le quería simplificar los tiempos, para atenuar su tremenda lentitud.
-Bueno, no comience con las cargadas. Me suena Sbrocco.
-Claro, ya se lo presentaré.
-¿Usted lo conoce en persona?
-No, pero primero lo conoceré yo y después se lo presento.
-Está bien.
-La asunción de Sbrocco deja en la banquina a un jugador que quería ese cargo.
-¿Quién?
-Un muchacho que se peinaba los pocos pelos que tiene para la foto.
-¿En serio? ¿Quién es?
-Un periodista que desayuna muy tarde por estos días.
-Ja, ja, ja, usted no sirve Eduard.
-¿Lo sacó?
-Como dice usted: sipi.