La razón principal por la que Federico Sturzenegger se negó durante por lo menos dos meses a modificar las metas de inflación de 2018 tenían que ver con el efecto negativo que esto generaría en las expectativas de consumidores, empresas y sindicatos. A diez días de la decisión anunciada por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, puede decir que al menos en ese punto tenía razón: todo el mercado ahora considera que el nivel de inflación de este año se ubicará por lo menos dos puntos por encima de lo que esperaban hasta pocos días antes de que termine el 2017. Mientras que hace 15 días el pronóstico se ubicaba en valores de entre 17% y 17,5% ahora ya se acerca al 20%.

Una política monetaria más laxa, como surge de haber aumentado la meta del 10% al 15%, produjo rápidamente reacomodamientos en el valor del dólar y de la tasa de interés. La gran incógnita es, sin embargo, cómo hará el gobierno para ponerle un techo a las demandas salariales y que éstas no se ubiquen por encima de aquel 15%.

El dólar también ganó volatilidad desde mediados de diciembre, lo que tiene al menos un aspecto favorable: desalienta las inversiones especulativas en activos en pesos, el famoso “carry trade”. Pero más allá de haber superado nuevamente los $ 19 el viernes, en realidad nadie espera que vaya a dispararse. Se vienen muchas colocaciones de bonos no sólo del sector público sino también de empresas. Y la entrada de esas divisas presionará al tipo de cambio a la baja. Por eso, no debería sorprender que en la segunda mitad de enero vuelve a acomodarse nuevamente en la zona de $ 18,50. Para el resto del año se espera que la divisa acompañe de cerca la evolución de la inflación, es decir que debería terminar el 2018 en la zona de $ 21,50 a $ 22, siempre que no se produzca algún episodio sorpresivo en los mercados internacionales.

La megaemisión de bonos por USD 9.000 millones también dejó en claro que los inversores mantienen su apetito por la deuda argentina. Además de las colocaciones de bonos, también se mantiene alta la expectativa por una posible recalificación del mercado local, que ascendería de “fronterizo”a “emergente”. Esto volcaría varios miles de millones de dólares al mercado accionario, lo que también frenaría cualquier impulso cambiario exagerado.

Horas antes de que se anunciara el cambio de meta, la cámara que agrupa a los bancos extranjeros (ABA) propuso un incremento de 9% más cláusula gatillo para los salarios del sector. Hoy ese tipo de propuestas ya quedó totalmente superada. Y luce difícil que La Bancaria o cualquier otro sindicato acepte acuerdos que bajen del 20% para el 2018. Primero porque la inflación del año pasado fue 24% y luego porque la expectativa para el 2018 ha aumentado considerablemente.

En el medio, los rumores sobre un alejamiento de Sturzenegger estuvieron a la orden del día. Tanto el número uno del Central como los principales directores de la institución se encargaron de desmentirlo en varias conversaciones que mantuvieron con banqueros y economistas en las últimas horas. Nadie niega, sin embargo, el malestar del número del BCRA por la manera en que se anunciaron los cambios, cuando él mismo venía defendiendo la meta de 10% hasta 48 horas antes.

Sólo la relación personal que mantiene con Mauricio Macri mantiene a Sturzenegger en el cargo. El Presidente de la Nación lo convocó en 2007 para que se haga cargo del Banco Ciudad ni bien arrancó su gestión como jefe de Gobierno porteño. Y desde entonces ha sido una de las personas que más consulta para definir el rumbo económico. De hecho, el titular del BCRA tenía todo el respaldo para ajustar la política monetaria y atacar la inflación, una de las principales promesas de campaña del Gobierno.

Sin embargo, el ala económica del Gobierno –incluyendo a la Jefatura de Gabinete- empezaron a advertirle al Presidente sobre los efectos que algunas decisiones de política monetaria podrían generar en la economía. No fueron exclusivamente las dos subas de tasa luego de las elecciones legislativas (desde 26,25% hasta 28,75%). También hubo un aumento de los encajes bancarios para diciembre –a contramano de lo que solía hacerse todos los años para las fiestas- y se resolvió discontinuar con la línea de financiamiento productivo, que obligaba a los bancos a prestarle a las PYME a una tasa del 17% anual. Las luces de alerta llegaron al oído presidencial: con tal de bajar la inflación, la economía podría caer nuevamente en recesión.

Contra las cuerdas, ahora le toca “pegar” al titular del Central. Pasado mañana deberá definir la tasa de política monetaria a siete días, que es la de referencia para el resto del sistema. Será en la reunión quincenal –la primera del año- del Comité de Política Monetaria.

¿Cuáles son las opciones que tiene el BCRA? Prácticamente nadie duda que habrá una rebaja de tasas en pesos. La duda es cuál será la magnitud. Si la reducción es menor a un punto porcentual (por ejemplo pasando de 28,75% a 28%), se leerá como un desafío del BCRA a la decisión del Gobierno. Por eso, lo más probable es que la rebaja termine alineándose con el nivel que muestran las Lebac a 28 días en el mercado, es decir alrededor de dos puntos porcentuales. En ese escenario, la tasa debería pasar a niveles de entre 26,5% a 27%. Y dejar así la puerta abierta para otras reducciones en la medida que haya señales claras de disminución de la inflación.

Pero las contradicciones parecen estar a la orden del día. Apenas dos días después de que el BCRA disponga la rebaja de tasas, el INDEC divulgará la inflación de diciembre, que habría pegado un salto hasta 2,5%, mientras que la inflación “núcleo” habría superado el 1,5%. Al menos en la teoría es el peor momento para bajar las tasas. Y los libros de texto indicarían exactamente la medicina contraria. Claro que como están las cosas parecería un mero “detalle técnico” al que no conviene prestarle mayor atención.

fuente. infobae

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