Daniel Angelici, titular del “Xeneize” confesó haberle ofrecido 15 millones de dólares a Racing por el delantero, que antes de llegar a la “Academia” hizo una prueba con el club de La Ribera. Pero los destinos no se cruzaron.

La historia subyacente asoma a la superficie luego de un suceso que impacta, sobre todo por la cifra: Daniel Angelici, presidente de Boca, confesó que ofertó 15 millones de dólares para quedarse con el pase de Lautaro Martínez, delantero sensación de Racing, por el que también pujan Atlético Madrid y el Inter de Italia. Entonces, hacia fines de 2017, la cláusula de rescisión era de 12 millones; hoy asciende a 20. El bahiense, de todos modos, permanece en la “Academia”, club con el que jugará la Copa Libertadores. Sin embargo, el “Xeneize” pudo haberlo tenido gratis. A costo cero.

Claro, la oportunidad no se desarrolló, precisamente, en la negociación que no prosperó con Víctor Blanco, titular de Racing. Para remontarse a la chance desperdiciada hay que trasladarse a la Bahía Blanca natal, al club Liniers, la institución que formó al delantero, que comenzó como defensor, posición que también ocupaba Mario, su padre, lateral izquierdo que supo lucir las casacas de Villa Mitre (cinco temporadas en la B Nacional incluidas), Rosario Puerto Belgrano de Punta Alta, Racing de Olavarría y, lógico, Liniers. Pero estamos con Lautaro, que ya a esa altura actuaba como wing, “rápido”, como él mismo se autodefine. Fue unos meses antes que comenzara la relación con Carlos Alberto Yaqué (se dio en 2013), aquel delantero que se destacó en Almagro y Ferro y que hoy oficia de representante y amigo. “Un conocido lo llevó a una prueba con Boca y la experiencia no fue buena”, apunta Yaqué ante la consulta de Infobae. Los destinos no se cruzaron y el atacante se quedó en Liniers; a gusto, porque se considera “muy familiero” y porque eso le permitió terminar su etapa de crecimiento antes del gran salto.

“Yo lo fui a ver por primera vez hace casi cinco años. Y en 2014 se hizo el acuerdo con Racing”, apunta Yaqué. En efecto, no hubo coincidencia con Boca, pero Lautaro, nacido el 22 de agosto de 1997, se ganó un lugar preponderante en la selección Sub 17 de la Liga del Sur, dando un año de ventaja (competían los futbolistas categoría 1996). Allí su personalidad ya era bandera: fue el dueño de la cinta de capitán. Y anotó 13 goles. Fabio Radaelli, entonces formador dela “Academia” lo vio en una práctica, le siguió los pasos. Y lo fichó a principios de 2014, sin necesidad de prueba. Liniers retuvo un 20% del pase, por el que hoy se frota las manos. Tenía 16 años.

Después, el vértigo. Los 26 goles en 26 partidos en Sexta División, el brinco a la Reserva en 2015, las primeras convocatorias a las selecciones juveniles, el brillo en el Torneo de L’alcudia, con Argentina, en el que se consagró goleador y figura del certamen (2016), los primeros ojeadores internacionales que lo marcan. En el medio del torbellino, los temores, la distancia con la familia, las ganas de volverse al pago. Y la intervención del “Beto” Yaqué, incluso, llevándoselo a su hogar, con su familia, para cobijarlo. “Es prácticamente un hijo. Tenemos una relación muy especial y compartimos muchos momentos”, dice, orgulloso.

Hoy es una de las gemas del fútbol argentino. Incluso Jorge Sampaoli, director técnico de la Selección, observa con atención su rendimiento y evolución con el Mundial de Rusia en el horizonte. “Lo que veo es que cada cosa que le pasa y los momentos que va viviendo se dan porque los tiene merecidos”, analiza Yaqué, que vio la transformación del adolescente a uno de los hombres más codiciados del mercado de pases. A Boca no le alcanzó una oferta conmovedora para poder sumar a Lautaro a su staff ya de por sí galáctico. También pudo haber pescado su talento desde retoño. En Racing, por lo pronto, no imaginan otra historia que la que está escrita.

fuente. infobae

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