Se trata de 200 personas se reunieron en el barrio Manantial Sur para protestar, luego de que les informaran a través de un grupo de Whatsapp que se postergaba el supuesto sorteo de viviendas.

María Rosa Reinoso está embarazada de cuatro meses y carga en brazos a su hija de tres años. “No tengo dónde estar; mi situación es desesperante, me están prestando un lugar para vivir”, relata la joven. Está parada junto a una de las casas de Manantial Sur que, según le habían prometido, iban a entregarle ayer. Pero eso no ocurrió. El supuesto “gestor” del Instituto Provincial de la Vivienda y Desarrollo Urbano (Ipvdu) que había contactado ni siquiera apareció por allí.

Al lado de María Rosa hay otras 200 personas. Todas están indignadas: al igual que ella, tenían esperanzas de comenzar a instalarse en las unidades sociales de la manzana “C” de ese barrio, situado al sur de la capital. El sueño del hogar propio, sin embargo, se topó con un estricto operativo policial. Con el correr de las horas, la tensión fue creciendo, al punto que los manifestantes decidieron tratar de entrar por la fuerza a los inmuebles. “(Los policías) nos dijeron que nos marchemos, porque no se entregará nada. Yo me voy, porque es peligroso”, señaló Reinoso.

La semana pasada, el Ipvdu había advertido sobre la existencia de falsos gestores. Según el comunicado oficial, se trata de “personas inescrupulosas” que cobran dinero a cambio de realizar trámites relacionados con la inscripción o adjudicación de casas edificadas mediante programas sociales.

Cerca de las 17 se presentaron en el sitio pautado: un sector del barrio ubicado a la altura de avenida Colón al 3.700. Junto con ellos llegó la Policía. Los minutos pasaban y el enojo crecía. Pasadas las 18, se dieron cuenta de que ninguno de los supuestos gestores iba a aparecer. Comenzaron a comparar cuánto había pagado cada uno por los trámites. La mayoría hablaba de $4.000, pero en ciertos casos la cifra alcanzaba los $30.000. También cotejaron la fecha de inscripción, y algunos de ellos afirmaron que están a la espera desde 2015; otros habían acercado el dinero el año pasado. ¿Un punto en común? Cada vez que la fecha de entrega se acercaba, surgía un problema que obligaba a una nueva postergación.

fuente. lagaceta

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