El Presidente intenta dar por cerrada la polémica que envuelve desde la semana pasada al ministro de Trabajo, Jorge Triaca, por el maltrato a una ex empleada doméstica y por los polémicos nombramientos en la intervención del Sindicato de Obreros Marítimo Unidos (SOMU).
A pesar del mensaje que bajó desde la cúpula, en algunas áreas del Gobierno, sobre todo en el Ministerio de Trabajo, funcionarios rasos y operadores echaron a rodar versiones sobre una eventual salida de Triaca. Las especulaciones también se trasladaron a despachos gremiales y empresariales. Y hasta se barajaron hipotéticos nombres para el reemplazo: desde Marcelo Villegas, el jefe de la cartera laboral en la provincia de Buenos Aires, hasta la senadora Gladys González. En un segundo plano están el vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, quien ya avisó que se baja de cualquier carrera, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, impulsada por un sector empresario.
Marcos Peña ratificó a Triaca hace cinco días. “Si bien es un error, no sentimos que eso sea algo que tenga que costarle el cargo”, dijo el jefe de Gabinete con rostro de acero. El argumento de defensa oficial que se repite en la Casa Rosada es que la relación con Sandra Heredia, la exempleada, no era del ministro, sino de su hermano Carlos (ver aparte), y que las designaciones en el SOMU no fueron hechas por Triaca. Matices que podrían ser refutables.
Surgieron incluso nuevos datos sobre nombramientos en gremios intervenidos. Roberto José Porcel, un abogado cercano a Triaca, fue hasta hace poco director general del SOMU y en simultáneo ocupó un cargo en la Unión del Personal de Seguridad (Upsra), que también está intervenida. Una situación similar sería la de Silvio Torres, que tiene un cargo jerárquico en el gremio marítimo y también estaría nombrado a sueldo en la Upsra.
Recluido de vacaciones en las playas de Chapdmalal, Triaca sigue de cerca las repercusiones que lo tienen como protagonista. Cruza mensajes de WhatsApp a diario con Peña y con tres asesores directos de su área. “Jamás voy a renunciar en estas condiciones”, les aseguró.
A pesar de esta señal de fortaleza, Triaca está incómodo por la escalada que tuvo la polémica. Entre sus colaboradores, antes del escándalo, proyectaban su estada en el ministerio hasta el final del mandato e incluso habían fantaseado con otros cuatro años en caso de que Macri decida ir por la reelección, en 2019. “Ahora vamos paso a paso. Hay una decisión de sostenernos un tiempo prudencial. No nos vamos a ir”, dijo un funcionario de Trabajo que durante los días calientes fue casi la sombra del ministro.
Hay sectores del oficialismo en los que se tejen con más dinamismo las especulaciones alrededor del cargo de Triaca. El primero en frenar las versiones fue Santilli, quien avisó de antemano que no estaría dispuesto a suceder al ministro. Cuando Macri ganó las elecciones presidenciales, Hugo Moyano le sugirió al Colorado como jefe de la cartera laboral. La raíz del vínculo está en que el camionero y Santilli negociaron durante años los millonarios contratos por la recolección de residuos en la ciudad de Buenos Aires.
Sin un variado abanico de opciones, en el Gobierno no descartan echar mano del equipo de María Eugenia Vidal. Villegas, el ministro de Trabajo bonaerense, cuenta con un logro que le valió los elogios del Presidente: la caída de Juan Pablo “Pata” Medina, el líder de la Uocra platense. Sin embargo, su perfil más empresario que político no le sería favorable.
En el Ministerio de Trabajo tomó ayer fuerza el nombre de Gladys González. La senadora nacional fue la primera interventora del SOMU y Macri valora su ímpetu para destronar a Omar “Caballo” Suárez. González fue la que planteó desde el inicio avanzar contra las “mafias sindicales”.
En medio de este ajedrez, el ala dialoguista de la CGT ya dio su veredicto: “Todo lo que venga después de Jorgito será peor”.