En el comienzo de 2018 se instaló otra polémica en el fútbol argentino. Las crisis que atraviesa la gran mayoría de los clubes de la elite del país, principalmente por las deudas con la AFA, marcan una división: por un lado, los poderosos; por otro, los más débiles. El primer grupo se restringe a Boca y River, que, impulsados por la Copa Libertadores, decidieron abrir las billeteras y casi vaciarlas con fiereza. En el segundo, entreverados en ese resto de los clubes, están los otros grandes, Racing, Independiente y San Lorenzo , que se posicionan unos escalones por debajo.
El domingo próximo se cruzarán en el Nuevo Gasómetro el Ciclón, segundo en la Superliga , y el equipo xeneize, el líder. Sin embargo, el armado y la calidad de sus planteles contrastan y ello pasó a ensanchar la línea que los separaba antes del reinicio del torneo.
Apenas se desarrolló una jornada desde que se puso en marcha la segunda parte de la Superliga y ya la situación cambió. El año 2017 había terminado con el equipo dirigido por los mellizos Barros Schelotto como puntero, condición que ostenta desde hace 417 días, por entonces tres unidades por encima del conjunto comandado por Claudio Biaggio. Pero durante el último fin de semana la brecha se estiró a seis: Boca le ganó por 2-0 a Colón, un día después de que el equipo azulgrana fuera derrotado en Córdoba por Talleres, con el mismo resultado.
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A San Lorenzo no le alcanzó la nafta ni siquiera en el primer partido, porque se reforzó muy poco y perdió muchísimo. Suena extraño, pero es así: atraviesa una crisis económica. Es producto de varios aspectos: el dineral que se destina a la vuelta a Boedo; un Marcelo Tinelli que, apartado del departamento de fútbol; podría colaborar con mejores decisiones, el presupuesto generoso que insume el equipo de básquetbol (apunta a dominar año tras año la Liga Nacional), y, sobre todo, un plantel profesional integrado por futbolistas de alta edad, contratos onerosos y poco poder de reventa.
El total de gastos es grande y, entonces, San Lorenzo contrató solamente a Valentín Viola, ex hombre de Racing. Pero al mismo tiempo, para que respirara un poco la tesorería, vendió a Ezequiel Cerutti, uno de sus mejores jugadores. Consecuentemente, la calidad del plantel tendrá un declive o, a lo sumo, se mantendrá; es difícil que aumente con un solo nombre nuevo.
La situación de Boca es muy diferente. A diferencia del Ciclón, este año disputará la Copa Libertadores, su máximo anhelo. Como consecuencia, durante este mercado de pases incorporó apellidos pesados. Sumó a Carlos Tevez, Ramón Ábila, Emmanuel Mas, Julio Buffarini y Emanuel Reynoso, e incluso hizo un intento por Gustavo Gómez. Si el plantel conducido por Guillermo y Gustavo Barros Schelotto ya era de jerarquía, ahora es, probablemente, el mejor de América.
Se verá qué ocurre finalmente con el camino de Boca en su búsqueda de ser campeón subcontinental luego de 11 años. Lo cierto es que al reforzarse para competir fuertemente por la Copa, en el certamen doméstico arrasa (11 éxitos, dos caídas). Puede perder partidos, como sucedió frente a Racing y Rosario Central, pero generalmente se impone a los rivales cuando muestra méritos y también cuando no deslumbra. Eso es jerarquía, algo de lo que San Lorenzo hoy carece.
Por eso, esta vez el favoritismo para el clásico está perfilado hacia Boca: su hegemonía en figuras y en resultados parece quitarle fuerza hasta a la paternidad que ejerce San Lorenzo (10 partidos de ventaja en el profesionalismo), algo que muchas veces termina pesando cuando se encuentran ambos grandes. Así como las chances auriazules son mayores, la obligación aparece más grande del lado del Ciclón, que necesita descontar puntos contra el líder en su gran compromiso, casi único, del primer semestre.
Las diferencias de planteles y cotizaciones entre el primero y el segundo empiezan a plasmarse en la tabla cuando faltan 14 fechas en la Superliga. Resta mucho por recorrer, pero el domingo, al mismo tiempo, el camino puede hacerse más corto: si Boca sigue imparable, podría, tendría resuelta una parada importante camino a un bicampeonato.
fuente: la nación