En verano suelen aparecer con más frecuencia algunas enfermedades. El uso de agua potable ayuda a prevenir enfermedades diarreicas y el síndrome urémico hemolítico. La misma puede obtenerse del agua suministrada por la red, es decir, agua corriente. Sin embargo, también se puede potabilizar el agua que proviene de pozos, aljibes o cisternas.
Hay que tener en cuenta que muchas veces, a simple vista o por el sabor del líquido, no se puede saber si es agua segura. Entonces, para ello existen dos opciones:
Colocar dos gotas de lavandina por cada litro de agua, y dejarla reposar 30 minutos antes de consumirla
Hervir el agua hasta que salgan burbujas durante tres minutos, y esperar que se enfríe para tomarla
Además, es importante que si el agua está muy sucia antes de potabilizarla filtrarla a través de una tela limpia, para retirarle las impurezas visibles.
Una vez que ya está potabilizada el agua, es fundamental almacenarla correctamente:
Guardar el agua en bidones limpios y con tapa, preferentemente de plástico, que tengan un pico o boca que permita sacar el agua sin meter recipientes o vasijas que la puedan contaminar.
Los depósitos de almacenamiento deben estar en lugares donde el agua no pueda ser alterada, lejos del contacto del suelo y fuera del alcance de animales
Al vaciarse totalmente, desinfectar los depósitos con lavandina y luego enjuagarlos con agua potable antes de llenarlos otra vez
Limpiar el recipiente y cambiar el agua regularmente
Consejos para no desperdiciar el agua:
– No dejar canillas abiertas, goteando, o con pérdidas sin reparar
– No olvidar la manguera abierta mientras se riega, al limpiar el patio o vereda. Un baldazo antes y otro después son suficientes