Cuando se produjo el hallazgo del cuerpo de Paulina Lebbos, Fabián Adrián Toledo era un novato cabo de Policía que había sido trasladado hacía apenas un mes a Criminalística Norte. Hasta el sábado 11 de marzo de 2006, nunca había intervenido en un hecho de esa característica.
Toledo, quien cumplía tareas como fotógrafo, declaró ayer en el juicio oral y público en el que se investiga el crimen de la joven estudiante y su posterior encubrimiento. Dos datos se destacaron de su relato: que el entonces jefe de Policía, Hugo Sánchez, le ordenó que se retirara del lugar; y que cuando lo hizo, por la noche, la escena del hallazgo todavía no había sido resguardada, a pesar de que el cuerpo fue encontrado varias horas antes.
“Cerca de las 16.30 intervenimos en un robo en Raco. Cuando llegamos, hicimos contacto con el comisario (Enrique) García, quien nos acompañó al lugar del atraco”, explicó Toledo. Agregó que, cuando regresaban de realizar esas tareas, García los llamó para que volvieran “porque habían hallado un cuerpo”. También les pidió que lo esperaran.
“A los minutos llegó en un auto y nos hizo señas para que lo siguiéramos”, relató Toledo. “Lo primero que vi fue a tres personas hablando con García y le indicaban un lugar”, agregó.
“García hablaba por teléfono, no sé con quién, y le daba datos del hallazgo”, señaló.
El perito aclaró que su compañero, Jorge Mazuy, le comunicó esa situación a su jefe, el oficial Daniel Díaz, quien le ordenó que fotografiaran la escena para “fijar el lugar del hallazgo”.
“Había como un caminito de arenilla que llevaba al lugar donde estaba el cuerpo”. Toledo dijo que sacó diez fotografías desde diferentes planos. Terminó esas tareas alrededor de las 18.30. Se quedó esperando instrucciones.
Según dijo, ya habían llegado Sánchez, Eduardo di Lella, quien era secretario de Seguridad; y Héctor Rubén Brito, por entonces jefe de la Regional Norte. “Ya en la escena García decía que se trataba de Paulina”, recordó.
Dos horas y media después, Sánchez se habría acercado para preguntarle al perito si ya había terminado con su trabajo y para decirle que se retiraran de la escena porque “se iba a hacer cargo Criminalística de la Capital”.
Toledo señaló que después, el jefe de Criminalística Norte le dijo que las tareas que había realizado “quedaban sin efecto” porque había que preservar el lugar hasta el otro día.
“Cuando nos fuimos la escena del hallazgo no estaba perimetrada. Sólo había una cinta para restringir el paso de vehículos”, sostuvo el testigo.
“Hugo Sánchez les dio la orden de que se fueran porque iba a intervenir otra unidad, que no tenía intervención en esa jurisdicción. Pese a eso al día siguiente se presentaron en la Regional Capital ”, señaló el fiscal Diego López Ávila.
“No se había tomado ningún tipo de prevención para resguardar el cuerpo de Paulina. Todos los testigos dijeron que el lugar estaba mal perimetrado. Yo mismo lo constaté cuando llegué al lugar. El cuerpo fue movido y el lugar destruido. Ya estaba en marcha el plan de encubrimiento”, comentó Alberto Lebbos.
El testigo indicó que al día siguiente se presentó en Criminalística Capital para continuar con las pericias en la ruta 341, camino a Tapia. Pero le dijeron que ya no iba a participar de esas tareas. “Me dijeron que para qué iba a ir y que no había lugar en el auto”, contó
El uniformado admitió que no era normal que le “quitaran un trabajo que había comenzado, pero que en esa época ‘era nuevito’ en la fuerza”.
Toledo contó que presentó las fotos que había tomado en el lugar del hallazgo recién 45 días después de su intervención. Se había ordenado un allanamiento para ubicarlas. Explicó que el lunes posterior al hallazgo las hizo revelar y que al día siguiente se las entregó a su superior. “Las guardó en un cofre. Me dijo que era por si las pedían”, informó. El perito aseguró que no sabía que la causa estaba bajo secreto de sumario, a pesar de que se había emitido una circular avisando de esa novedad. A pesar de esa restricción, las fotos fueron reveladas en un laboratorio comercial.
fuente: lagaceta